Vitoria - El Deportivo Alavés se encontrará este sábado con su particular bestia negra y también el rival que le llevó a cambiar su concepto cuando apenas había transcurrido el primer mes de la temporada. El repaso que el Mirandés le dio al Glorioso en Mendizorroza, un capítulo más del particular desencuentro con el vecino burgalés, le sirvió a José Bordalás para darse cuenta de que tenía que comenzar a retocar algunos aspectos en el estilo del equipo. Fue aquella una tarde aciaga mucho más allá del 2-3 final. El cuadro albiazul fue sometido a un sufrimiento colosal dentro de un duelo que fue un auténtico correcalles en el que el equipo de Carlos Terrazas campó a sus anchas. Los rojillos bien pudieron haber firmado una goleada histórica en Vitoria, aunque al final la estrechez del marcador también le dio, incluso, opciones de puntuar al propio Alavés. Tras esa dolorosa derrota, el chip del equipo cambió por completo y dejó de lado lo que hasta entonces había sido un juego alegre y arriesgado para dar paso a un equipo mucho más arropado y sólido. Mucho menos vistoso, pero también tremendamente efectivo en su rendimiento.
El duelo con el Mirandés supuso el cierre a un primer mes de competición en el que el Alavés asustaba por su pegada, pero sufría mucho en defensa. Siete goles a favor, pero ocho en contra para firmar seis puntos de doce posibles. Los preceptos que Bordalás había dictaminado durante toda la pretemporada, y donde la solidez defensiva primaba por encima de todo, saltaban por los aires. Se podía asumir como buena la situación con las victorias, pero tras el varapalo ante el vecino quedó claro que no se podía seguir con la misma tendencia.
Dicho partido supone la pesadilla de todo entrenador amante del orden y de la seguridad en defensa. El Mirandés, con un estilo que le está dando un éxito descomunal a lo largo de todo el curso, planteó el duelo como una ofensiva a pecho descubierto sin miedo a correr muchísimos riesgos. La defensa de tres hombres de Terrazas dejaba muchos espacios, pero infinitamente más fueron los que dejó la zaga albiazul para las cabalgadas de un Lago Junior que esa tarde fue un jugador imparable, lo mismo que Álex García.
Fue un partido loco de ida y vuelta en el que las oportunidades se dieron en abundancia, prácticamente el último de ese estilo que ha protagonizado el cuadro vitoriano. Solo los duelos con el Córdoba y el Nàstic se pueden meter en el catálogo de similares. Y, a los resultados basta remitirse, es evidente que El Glorioso no se encuentra para nada cómodo en esos duelos de pistoleros.
Ese arranque de temporada que tuvo su último episodio ante el Mirandés y los dos partidos citados ante Córdoba y Nàstic son los que se escapan a la lógica impuesta por Bordalás y que ha hecho del Alavés el equipo más fiable de la categoría. Quedó claro entonces que no se podía fiar todo a un acierto ofensivo colosal que iba a ser imposible de mantener. Para que este conjunto resultase peligroso, la clave debía residir en la portería propia.
Los registros son apabullantes. Ocho goles habían recibido los vitorianos en las cuatro primeras jornadas -y eso que ante el Oviedo Fernando Pacheco se quedó imbatido- y desde entonces, en las veinte siguientes solo se han recibido trece más. De una media de dos tantos encajados por comparecencia a otra de 0,62. Unas cifras aún más asombrosas si se quitan los otros dos partidos locos del curso, ya que ante Córdoba y Nàstic se encajaron cinco goles más. En doce de esos veinte partidos, el guardameta albiazul ha sido capaz de dejar su casillero a cero, lo que ha sido la base de crecimiento del equipo.
Con el duelo de la ida todavía nítido en el recuerdo, el Alavés tratará de contrarrestar al equipo más goleador de la Liga Adelante en Anduva. Ni siquiera ha notado el cuadro burgalés la baja del que era su máximo goleador, un Lago Junior que era todo un peligro por su velocidad. El 3-3-3-1 de Terrazas y la actitud atacante del Mirandés, que también le lleva a sumir riesgos, suponen una gran amenaza para una de las mejores defensas de la competición en lo que supone un duelo de estilos y también de grandes momentos de forma.