Vitoria - Si hay un entrenador en la Liga Adelante que tiene experiencia a la hora de jugar con un hombre menos ese es José Bordalás. La fama que acompaña al alicantino, que tiene parte de real y parte de infundada, de jugar duro y con agresividad ha propiciado a lo largo de su carrera que en no pocas ocasiones se haya visto obligado a afrontar partidos en los que su equipo se ha quedado en inferioridad numérica con respecto al rival. Uno de esos episodios era tristemente recordado en Mendizorroza, ya que su Alcorcón fue capaz de llevarse el año pasado un punto de Vitoria al empatar un partido que tenía cuesta arriba a pesar de haber sufrido una expulsión. Ayer, desde el otro banquillo, el preparador levantino dio todo un cursillo avanzado de cómo gestionar este tipo de situaciones adversas. Y, de su mano, el propio equipo también fue capaz de manejar de maravilla los tiempos del partido durante los más de sesenta minutos en los que el Girona dispuso de ventaja numérica.

El recurso de encerrarse atrás y parapetarse en torno al portero suele ser el más habitual cuando un equipo, y más si tiene ventaja en el marcador como ayer el Alavés, sufre una expulsión. No cayó en ese error el cuadro vitoriano, que juntó líneas sobre el terreno de juego, pero no renunció a salir al ataque en ningún momento aprovechando la velocidad de sus puntas.

Con diez jugadores tras la expulsión de Einar, el alicantino optó por reubicar a Manu García en el centro de la defensa en una solución de urgencia que acabó siendo definitiva visto el buen rendimiento del vitoriano. Su hueco en el centro del campo lo ocupó un Gaizka Toquero que estuvo sensacional actuando como pivote, mientras que los Juli, Dani Pacheco y Femenía quedaron con la tarea de mantener la presión.

El equipo se mantuvo firme, pero la expulsión de Pacheco bien pudo haber sido definitiva. Y ahí el más listo de la clase fue un Manu García que echó mano de todos los argumentos posibles para forzar la segunda amarilla de Mata tras una pelea descomunal con el delantero durante todo el partido.

Esa roja evitó una inferioridad de nueve contra once que hubiese sido mortal con media hora aún por jugarse y poca gasolina ya en el depósito y a partir de entonces dispuso Bordalás dos líneas de cuatro con la entrada de Beobide y Estrada en posiciones adelantadas para presionar y Toquero como lateral izquierdo cerrando la banda y permitiendo las carreras de Raúl García, uno de los más frescos.

Con la lógica tensión de la estrechez del resultado, la verdad es que el sufrimiento solo fue escénico. El Girona solo remató una vez con peligro y el trabajo coral y sereno del Alavés fue clave para cerrar todas las vías y asegurar el triunfo.

Kalderon, en Vitoria. Las competiciones con cierta lógica -no es el caso de la Liga Adelante- han parado el fin de semana por los compromisos de las selecciones e Iñigo Kalderon ha aprovechado para venir a Vitoria y ayer estuvo en Mendizorroza.