Palamós - El Deportivo Alavés dejó ayer claro que esta temporada solo va a poder ser tumbado por K. O. Mientras que le quede la más mínima reserva de oxígeno, mientras que la esperanza de ganar se mantenga viva, este equipo va a seguir peleando por exiguas que sean sus opciones. Cualquier otro se hubiese quedado ayer lamiéndose de sus heridas tras haber encadenado la serie de heridas a las que se vio sometido ayer el cuadro albiazul. Pero los pupilos de José Bordalás evidenciaron ayer que son muchos y muy duros los golpes que tiene que recibir para claudicar. Un penalti que no fue acompañado de una expulsión a la media hora de juego. Otra roja, tras doble amarilla más que dudosa, con 51 minutos jugados. Una catarata de expulsiones difícil de explicar. Y una desventaja en el marcador que se fue ensanchando hasta los tres goles finales. Pero hasta que ya en el descuento no llegó el tercer tanto del Llagostera, El Glorioso siguió persiguiendo con ímpetu su esperanza. Una actitud combativa con la que hay que quedarse de cara al futuro y que augura un horizonte esperanzador de mantenerse en el tiempo. El Alavés fue un guerrero que luchó hasta la extenuación. Contra viento y marea, nunca se olvidó de buscar la victoria.

Tras un arranque de partido de toma y daca, justo cuando el cuadro albiazul estaba protagonizando sus mejores minutos llegó la decisión arbitral que acabaría condicionando el duelo. Ruipérez Marín castigó con penalti y expulsión y despeje bajo palos de Carpio en el que el balón no le golpeó en la mano y Pitu marcó desde los once metros. Con una hora por delante, un tanto de desventaja y un jugador menos, los pupilos de Bordalás se fueron al ataque sin pensárselo.

A pesar de los condicionantes en su contra, el conjunto vitoriano dominó en el último tramo del primer acto e incluso disfrutó de oportunidades para conseguir el empate antes del descanso. Y la idea se mantuvo en el arranque de la segunda parte incluso después de que el colegiado hubiese decretado la expulsión de Manu García a los 51 minutos de juego.

Cierto es que El Glorioso acabó pagando su generosidad en el esfuerzo y, sobre todo, sus riesgos al acabar encajando tres goles -los dos últimos a la contra por culpa de los grandes espacios que quedaron a la espalda de la defensa-, pero es de agradecer semejante actitud combativa cuando cualquier otro equipo hubiese arrojado la toalla nada más recibir el primer bofetón.

Nada se puede hacer ya para recuperar los puntos que ayer se escaparon. Solo sacar un aprendizaje positivo y mantener las mismas señas de identidad y la actitud que este equipo lleva demostrando en lo poco que va de competición, sople el viento a favor o en contra.

Exalavesista. Juanma Gómez, en el club las dos últimas temporadas, ha decidido asentar su domicilio en Vitoria y mientras encuentra nuevo equipo está dando sus primeros pasos como entrenador en el Alevín B Etxezarra en Ariznabarra.