- Si Josean Querejeta proclamó en su balance de la pasada temporada su deseo de que el Deportivo Alavés luchase en el futuro “por objetivos ambiciosos y aspirase a cotas más altas” que esta temporada, el hombre fuerte de la parcela deportiva se encargó ayer de transmitir un discurso más realista y rebajar varios centímetros el listón de la exigencia. En ningún momento, pronunció las palabras ascenso ni play off, algo que -sin mencionarlo públicamente- dejó entrever hace días el líder del grupo inversor que lleva las riendas del club vitoriano, y aludió a la mágica cifra de “los 50 puntos” que siempre abre la puerta a soñar con metas más ilusionantes.
Con mucho trabajo por delante para rematar una escuálida plantilla compuesta únicamente por ocho futbolistas (Raúl García, Einar, Manu García, Toti, Juli, Llamas, Barreiro y el recién fichado Pau Torres), Javier Zubillaga salió a la palestra para lanzar un mensaje de tranquilidad por la tardanza en el desembarco de futbolistas y defender el perfil de un tipo duro como José Bordalás, un técnico que antes de que el balón eche a rodar no dispone de muchos adeptos entre el alavesismo pero que concuerda a la perfección con su filosofía. Por encima del virtuosismo, siempre figura la practicidad y éste es un axioma al que no pretende renunciar bajo ningún concepto mientras los resultados no le obliguen a ello.
“Hemos hecho una apuesta por un entrenador de los que más oficio tiene en la categoría y que ha jugado dos play off de ascenso. Al final, la vistosidad en el fútbol queda en el pasado. Los profesionales vivimos de resultados y la gente lo que quiere es el resultado”, constituyó la defensa a ultranza al alicantino que realizó el director deportivo albiazul, quien también confirmó las reuniones con otros técnicos para ocupar el banquillo de Mendizorroza. “Al final, el que más ha querido venir aquí ha sido él. Sus equipos tienen la característica de la intensidad”, alabó Zubillaga.
En espera de los mimbres que conformarán el grupo, no cabe duda de que el Alavés pretende dar una vuelta de tuerca al fútbol rocoso y destajista -en varios tramos, también defensivo- atisbado las dos últimas temporadas bajo los mandos de Alberto. Es el fútbol que, a juicio de los rectores albiazules, se impone en Segunda División, una categoría con predominio del músculo y la garra sobre el estilismo. De ahí el voto de confianza hacia un preparador con fama de hacer jugar a sus equipos al límite del reglamento. “Preferimos ese fútbol directo de jugar rápidamente en campo rival que salir desde tu campo jugando, lo que te evita muchos problemas. En el play off de ascenso entre Las Palmas y Zaragoza, el 95% de las jugadas fueron así. A todos nos gustaría ser el Barcelona, pero en categorías inferiores se lleva ese estilo”, remarcó.
No hay excesivas pistas todavía sobre el auténtico potencial del Alavés para la próxima temporada, pero tras el delirio de grandeza protagonizado hace días por Querejeta se aboga por un halo de prudencia en la dirección deportiva. Con el fin de evitar un exceso de presión que pueda resultar contraproducente para los intereses albiazules, el mensaje de Zubillaga no dejó lugar a las dudas. “En Segunda División, lo más importante son cuanto antes los 50 puntos y a partir de ahí ver la jornada en la que estás. Esta temporada nos hemos encontrado con una oportunidad importante que no hemos sabido aprovechar. La categoría es difícil y lo primordial es que continuemos creciendo como club”, enfatizó el secretario técnico.
Las únicas palabras barnizadas de un moderado optimismo llegaron al ser cuestionado precisamente por la inquietante falta de concreción en los movimientos de despacho. Transcurridas varias semanas desde el decepcionante final liguero, el Alavés apenas ha firmado a un guardameta huérfano de una trayectoria lustrosa. De ahí la impaciencia de una afición que reclama cuanto antes la llegada de caras nuevas. “Cuando empecemos a entrenar, habrá gran parte de los jugadores aquí. Todavía no ha acabado la temporada, pero hay que tener confianza en este proyecto. Vamos a hacer un equipo más competitivo y el entrenador le va a dar al equipo ese punto de personalidad que, junto con el apoyo de la afición, permitirán hacer grandes cosas”, anticipó Zubillaga.
En lo que tampoco piensa moverse ni un ápice de sus tradicionales postulados el Deportivo Alavés es en su terco planteamiento de ofrecer contratos de corta duración a sus futbolistas objeto de deseo. Algo que ha impedido, por ejemplo, la continuidad en Vitoria de Unai Medina y Dani Toribio. “Le haría un contrato largo solo al jugador que es muy profesional y competitivo que cada temporada quiere ganar más. En Segunda, si das dos años a un jugador, igual el primero empieza relajado. Tenemos un entrenador que no creo que vaya a dejar que eso suceda. A mi juicio, tiene que estar apretado. Con el que no tenemos esa confianza, le ofrecemos un año; con el que confiamos que se lo puede ganar, le damos un uno más uno y al que le damos dos es porque existe el convencimiento de que va rendir desde el primer día”, concluyó Zubillaga.