Vitoria - El Deportivo Alavés se despidió ayer de Mendizorroza con un resultado injusto en un partido en el que, una vez más, volvió a hacer gala de todas sus virtudes y también sufrió con el peor de sus defectos. El cuadro albiazul sometió casi en todo momento a un Valladolid que durante muchos minutos se condujo con varias marchas por debajo de lo exigible en un partido profesional, combinó, atacó y llegó con claridad. Y dispuso de multitud de ocasiones de esas que no se suelen fallar nunca. Pero es que en el caso de este equipo, el error en el remate se ha convertido en la tendencia habitual. De nuevo, mucho fútbol y poco gol. Una absoluta injusticia, pero fútbol a fin de cuentas.
Como cabía esperar, sobre todo por culpa de las muchas bajas, hizo una mezcla Alberto en su once inicial entre los futbolistas que han llevado el peso del equipo en la segunda vuelta y otros que apenas han sido protagonistas después de jugar mucho en los primeros meses de competición. Eso sí, lejos de aprovechar el solecito para solazarse, los albiazules no perdieron esas ganas e intensidad que han sido señas de identidad y salieron a morder al Valladolid -también con muchas pruebas por parte de Rubi y con un ritmo más acorde con un partidillo de solteros contra casados que con el que debería tener un club que en apenas diez días se jugará el ascenso a Primera- como si hubiera algo importante en juego.
Con un par de minutos disfrutó Sangalli de la primera ocasión, pero el donostiarra, solo, estrelló el balón contra Varas. El guardameta pucelano fue protagonista en ese primer tramo, ya que también hubo de emplearse a fondo con un cabezazo de Rafa García o tapando el hueco a un remate en plancha de Despotovic. El deseo albiazul de siempre, irreprochable, pero también la misma falta de puntería en el área que tantos puntos ha costado a lo largo del presente curso.
Consiguió el Valladolid dormir el incansable ritmo vitoriano a base de una posesión de balón tan continuada como inútil para su ofensiva, pero desconectar ese ritmo electrizante que le mete El Glorioso a sus partidos en Mendizorroza es prácticamente imposible. Así, el castigo con libre indirecto de una cesión a Varas supuso encadenar otras dos ocasiones clarísimas en pies de Rafa García y Juli, que el guardameta y Rueda, cuando el balón ya entraba, se encargaron de desbaratar. Un auténtico monólogo albiazul durante toda la primera parte ante un oponente que hizo acto de presencia y poco más, pero de nuevo la falta de puntería fue un lastre para un equipo que se fue al descanso sin ser capaz de poner en el marcador la ventaja que de sobra merecía.
El cuadro blanquivioleta se dio cuenta tras el paso por los vestuarios de que había venido a Vitoria a jugar un partido de fútbol y en la reanudación comenzó a estirarse con algo más de peligro. Pero, en todo caso, fue el Alavés quien siguió acumulando las mejores ocasiones y continuó siendo Varas el mejor de su equipo.
El paso de los minutos dio para una bajada de tensión por parte albiazul. Demasiado esfuerzo para muy poca recompensa. Un mal que ha sido bastante habitual por la falta de efectividad en la ofensiva. El equipo visitante comenzó a comprobar los reflejos, maravillosos ayer, de Manu Fernández hasta que en un saque de esquina el colegiado Arcediano Monescillo castigó un supuesto agarrón de Migue con penalti. Desde los once metros, no le falló la puntería en sus ejecución a Roger.
Ya sin nada que demostrar, solo por agradar y no dejar ese regusto amargo de una nueva derrota, el Alavés siguió llamando a la puerta del gol hasta consumir el tiempo de descuento, en el que el Valladolid, por mediación de Pereira, marcaría el segundo. Con más corazón que fuerzas. Por puro empuje, esa capacidad de sufrimiento que tantas alegrías han dado esta temporada. Pero haciendo gala, una y otra vez, de esa alarmante falta de efectividad en el área, cuestión a mejorar de cara al curso venidero para afrontar ese ascenso con el que sueña ya Mendizorroza y el alavesismo.
Faltó la guinda. El Alavés volvió a protagonizar un partido notable en Mendizorroza y pasó durante muchos minutos por encima de un Valladolid que, dicho sea de paso, estuvo mucho tiempo con el freno de mano echado. Pese a semejante diferencia entre ambos equipos, al cuadro albiazul le faltó de nuevo acierto en una de sus múltiples ocasiones y acabó sufriendo una derrota de amargo sabor.
Sin gol. El Alavés pasó por encima del Valladolid durante casi todo el partido, pero fue incapaz de materializar de nuevo sus muchas y buenas ocasiones y se quedó sin regalarle a la afición el merecido premio que el alavesismo se había ganado en forma de victoria.
Un simple borrón. A la espera de lo que suceda en Las Palmas, el cuadro alavesista va a cerrar la temporada con unas malas sensaciones que, en cambio, no pueden eclipsar el rendimiento notable de todo el curso. Un borrón en los últimos partidos no tiene que servir para dejar de lado que el objetivo de la permanencia se logró hace muchísimo tiempo.
De nuevo ayer, el arquitecto de todo el juego alavesista. Brilló de nuevo en Mendizorroza aportando su visión de juego y calidad en el pase para hacer brillar el juego del colectivo.
Lo intentó de todas las maneras posibles y no se puede decir que cuajase un mal partido, ni mucho menos, pero delante tenía a Mojica, el jugador más rápido de la categoría.
0-1, minuto 77: Roger, de penalti. El colegiado castiga un agarrón dentro del área de Migue y el delantero marca desde los once metros con un disparo raso a la derecha.
0-2, minuto 93: Pereira. Contra conducida por Roger, que habilita a Pereira para que supere a Manu Fernández.
Amonestó a Jeffren (minuto 22), Rafa García (minuto 25), Óscar Díaz (minuto 39), Migue (minuto 76) y Beobide (minuto 89).
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