2-0
1-0, minuto 27: Juanma. Recuperación de Manu García al borde del área, pase a un Barreiro que cayéndose cede el balón atrás para el remate de Juanma que roza a Bigas y acaba en la red.
2-0, minuto 55: Manu Lanza. Pase al hueco de Llamas para el desmarque por el centro del barcelonés, que controla a la perfección y desde el borde del área supera la salida de Cabrero con un disparo ajustado a la izquierda.
Amonestó a Agus (minuto 22), Manu García (minuto 29), Toti (minuto 32), Juanma (minuto 44) y Arana (minuto 45+). Expulsó al segundo entrenador del Alavés, Sendoa Agirre, en el minuto 70 por protestar.
Vitoria - Mendizorroza tiene algo especial. O, al menos, eso parece de un tiempo a esta parte. Lejos quedan ya en la memoria algunos partidos horripilantes que ha tenido que sufrir la parroquia albiazul en su propio domicilio. Y es que el Deportivo Alavés ha elegido la senda del fútbol maravilloso en casa y parece decidido a no abandonarla. Y hay que dar gracias por ello, sobre todo cuando conducen a victorias tan preciosas como la de ayer. Y es que, como ya ocurriera ante el Zaragoza, el Deportivo Alavés borró del césped a un oponente que llegaba a Vitoria en un momento dulce y que se fue de vuelta a casa completamente destrozado por un Glorioso que le pasó por encima de cabo a rabo. Lo más engañoso, incluso, es el marcador, ya que de nuevo la goleada podía haber sido de escándalo de haber existido un poco más de puntería en la imparable catarata de oportunidades de que disfrutó un equipo de que nuevo vuelve a asomar la cabeza cuando recupera su versión ambiciosa y se olvida de miedos y conservadurismos absurdos que a ningún destino agradable le han llevado.
Con Goitia bajo palos y las novedades de Laguardia, Manu García y Juanma, además de la recuperación de sistema 4-1-4-1, salió el Alavés como si no existiese el mañana con una ofensiva brutal que en poco más de un minuto le llevó a acumular hasta cuatro ocasiones de gol clamorosas que ni Barreiro por dos ocasiones, ni Juanma ni Raúl García fueron capaces de embocar ante un Cabrero que tuvo que emplearse al máximo en esos primeros segundos. El aviso estaba lanzado. Las cartas sobre la mesa. Lejos de dudar, el cuadro albiazul quiso ser el de las grandes tardes.
Tras esa intensidad de los primeros compases, el Mallorca se dio cuenta de que no le convenía la locura que el propietario de Mendizorroza le impone a sus partidos. Así, disfrutando de la posesión del balón y con el cuadro albiazul esperando con las líneas juntas en el centro del campo, se dedicó a narcotizar el ritmo y dormir el balón. Circulación pausada, muchos pases entre los centrales y un nivel de riesgos mínimo. Siempre a lo seguro, buscando solo la profundidad solo cuando se abrían boquetes en el sistema de coberturas local. Así llegó el gran susto de la primera parte, cuando Joselu encontró libre la banda derecha y sacó un envenenado servicio que a punto estuvo de convertir Jarosik en gol en propia puerta, pero en el que Goitia exhibió unos reflejos salvadores.
Pasaba sus peores minutos el cuadro alavesista, incapaz de mantener el balón tras sus recuperaciones, pero supo sobreponerse a esos momentos de tensión. Y lo hizo, de nuevo echando gala de esa versión agresiva y ofensiva con la que ya pasó por encima del Zaragoza. Así, tras una ocasión de Lanza, la presión de Manu García tras el rechace propició una recuperación. Pase del capitán a Barreiro, que cayéndose fue capaz de dejar hacia atrás para el toque sutil de Juanma. Premio y justicia en el minuto 27.
Hasta el descanso, El Glorioso siguió buscando con insistencia el tanto. Lejos de conformarse, de nuevo trató de ensanchar su renta. Y volvió a disfrutar de buenas ocasiones -la marcha de Rafa García lesionado apenas se apreció con la entrada de un Llamas clarividente- ante un Mallorca que solo a la contra intentó ser amenaza.
Como ante el Zaragoza, no se dejó el Alavés la ambición en los vestuarios. El fuego ardía con fuerza, pero se le siguió añadiendo leña. “Más madera, es la guerra”, diría Groucho Marx. Y así siguieron los albiazules, erre que erre con sus acometidas, haciendo que el trabajo de Cabrero se acumulase hasta que, por fin, en el minuto 55 Lanza se desquitaba de tres fallos anteriores convirtiendo en gol una obra de arte de Llamas en forma de asistencia.
A partir de ahí, prácticamente un pase. Con Goitia siendo poco más que espectador, el cuadro albiazul aún disfrutó de un par de ocasiones ante un Mallorca indolente que ya había claudicado ante un Alavés completamente desatado en sus últimos partidos en Mendizorroza.
Ha llegado a este tramo del curso en un estado de forma colosal y marca diferencias en el juego ofensivo que propone el equipo en casa. Nuevo gol y un gran trabajo defensivo.
Un equipo arrollador. La misma idea de juego que planteó ante el Zaragoza y el mismo resultado completamente convincente. Resultado cómodo que incluso pudo ser mayor, pocos problemas en defensa, nueva victoria y Mendizorroza encantado con su equipo. El camino está claramente marcado y hay que seguir por la misma senda en todo lo que queda de temporada por delante.
Es complicado situar en este espacio a un jugador del Alavés con partidos como el de ayer, más aún cuando marcan un gol, pero el barcelonés tuvo un día aciago en el remate.
Ofensivo otra vez. El Alavés volvió a sacar a relucir en Mendizorroza su versión más atacante y desbordó por completo a un Mallorca que apenas nada pudo hacer ante la catarata de ocasiones de un cuadro albiazul al que solo le faltó un poco más de puntería en el remate para volver a firmar una goleada de escándalo.
Sólido en casa. Tras dos derrotas consecutivas a domicilio, el conjunto alavesista llegaba al partido en estado de cierta necesidad, pero no se le notó nerviosismo alguno para reafirmar que como local ahora es un equipo solvente. Tercera victoria consecutiva del equipo en Mendizorroza.