Vitoria - Parece que ha pasado una eternidad desde que el Deportivo Alavés firmase una exhibición imperial ante el Zaragoza, pero lo cierto es que desde entonces solo han corrido dos fechas en el calendario. Eso sí, del cielo luminoso que entonces se advertía en el horizonte, El Glorioso ha pasado a verse rodeado de los más amenazantes nubarrones que sobre su figura se han cernido en lo que va de temporada. Apenas tres semanas han pasado de un partido a otro, pero los dos compromisos que se han disputado entre medias han servido para teñir de oscuridad el presente albiazul. La nula cosecha recogida durante el periplo catalán por Sabadell y Palamós ha propiciado que el granero vitoriano haya visto mermadas sus reservas casi hasta la más mínima expresión. Por fortuna, el trabajo de hormiga de todo el año ha vuelto a servir para paliar estos nuevos momentos de hambruna. Pero hay que llenar el granero cuanto antes, ya que las reservas de puntos se van agotando sin que entren nuevos alimentos en la despensa. Y para conseguir esa calma que asegure la tranquilidad en todo lo que queda de campaña, el Alavés comienza esta tarde una exigente andadura de tres partidos en nueve días que marcarán todo su futuro.

Este equipo ha vuelto a demostrar en sus dos últimas comparecencias que es capaz de pasar del cielo al infierno a una velocidad de vértigo. Tras vapulear al Zaragoza llegó uno de sus partidos más lamentables del curso en la visita a Sabadell. Y, para rematar la caída en picado, una goleada ante el Llagostera en la que al cuadro albiazul se le vio anímicamente hundido durante demasiados minutos. Esta incapacidad para encadenar buenos resultados ha sido una tendencia de todo el curso que se ha mantenido invariable. Y, por ello, ahora a los pupilos de Alberto les toca volver a demostrar que, al igual que se vienen abajo tras sus mejores momentos, también son capaces de levantarse con sorprendente agilidad cuando en peores condiciones parecen encontrarse.

El duelo con el Mallorca marca la primera parada de las tres consecutivas que tienen que marcar la tranquilidad o el sufrimiento que tendrá el cuadro albiazul en lo que queda de curso. Un rival de los más complicados que se pueden encontrar en el camino en estos momentos, ya que de la mano de Miquel Soler el conjunto bermellón ha comenzado una escalada hacia las posiciones nobles en las que les ponían los pronósticos a principio de curso.

Calidad tiene a espuertas la plantilla balear, que atraviesa por su mejor momento del curso. Pero si algo ha demostrado este Alavés es que poco le importa el nombre del rival que tiene delante. Este Glorioso ha sido David ante Goliath y Goliath ante David. Así es la vida en albiazul, una constante montaña rusa que de repente sube hasta lo más alto como desciende hasta lo más profundo.

Esta tarde el aficionado alavesista echará un rápido vistazo a la alineación en cuanto se haga oficial la misma. Son muchas las dudas que hay en torno a la misma. El debate se ha centrado a lo largo de toda la semana en la portería, ya que los graves fallos de Manu Fernández en los últimos partidos han abierto la puerta a que sea Goitia el encargado de situarse bajo palos. La lógica indica que así será, que llegará el relevo. Lo contrario supondría asumir unos riesgos que Alberto suele evitar. Si apuesta por Manu y todo sale bien no habrá ningún problema, pero si el asturiano juega y vuelve a ser protagonista negativo el runrún redundaría directamente en detrimento de un equipo que necesita sobre todo confianza.

Pero no solo en la portería se atisban cambios. Toda la parcela central del campo (centrales, pivote e interiores) se enfrenta a una renovación importante para buscar ese once que aporte estabilidad en defensa y la chispa necesaria para marcar diferencias en ataque. El primero de los apartados, el de la solidez atrás, se antoja de nuevo trascendental. Y es que en los últimos dos partidos el cuadro alavesista ha vuelto a las andadas negativas, con graves errores más allá de los cometidos por su guardameta. Que Manu Fernández haya sido el blanco de las críticas no eclipsa que algunos de sus compañeros en esa zona de contención hayan rendido a un nivel pésimo en los dos últimos partidos. Y sin esos cimientos defensivos, este equipo se viene abajo con una facilidad alarmante.