vitoria - Raras veces el fútbol profesional ofrece treguas duraderas. Cuando un equipo atisba el inicio de una prometedora racha o se acerca para su suerte a un objetivo no previsto es seguro que el siguiente rival, seguramente inferior en presupuesto y nivel deportivo, termine pintándole la cara. Esta realidad es así de tozuda e ingrata como diaria. Y afecta a todas las plantillas por igual. La del Alavés, lógicamente, no es una excepción. Por eso a estas alturas de la temporada, recién comenzado el año, su presente podría tildarse de inquietante más que esperanzador. Y eso que antes del parón navideño las sensaciones con las que los hombres de Alberto hicieron las maletas eran razonablemente buenas después del triunfo en casa conseguido ante el Albacete (2-1) y el empate a dos goles en Girona una semana después.

Aquellos cuatro puntos elevaron a 23 los cosechados hasta el momento por el plantel albiazul, lo que ofrecía una buena perspectiva antes del final de la primera vuelta. Sin embargo, como suele ocurrir cuando el ritmo de competición se detiene, la reentrada en el nuevo año ha sido mala -los 20 primeros minutos del Alavés el pasado sábado ante el Mirandés son de lo peor que se ha visto este año en Mendizorroza- y ha vuelto a colocar al equipo en una delicada 14ª posición (a solo cuatro puntos del descenso) y a su máximo responsable, Alberto, de nuevo en un finísimo alambre por el que ahora tendrá que deambular con un riesgo evidente. Nada nuevo bajo el sol. Caprichos del fútbol; el sino de cualquier entrenador profesional.

En este escenario, sin red de seguridad y con los ánimos de la grada cada vez más a flor de piel respecto a los cada vez más discutibles planteamientos del irundarra, esperan al técnico albiazul en las próximas dos semanas el Real Valladolid, donde militó durante tres temporadas en las que jugó 43 partidos antes de colgar las botas y que actualmente ocupa puesto de ascenso, y el siempre impredecible Las Palmas, que visitará Vitoria, se supone, como líder de la categoría. Dos Miuras, en definitiva, para un Glorioso necesitado de al menos algún resultado positivo en estos dos encuentros que ayude a devolver la confianza al vestuario y, de paso, calme el estado de ánimo de una afición un tanto confundida. Del resto de agentes implicados en el proceso, esto es, los responsables de la zona noble de Mendizorroza, de momento no hay señales de vida pública, si bien en privado son ya algunas cuestiones las que empiezan a escocer.

Tampoco hay noticias sobre la oportunidad o intención por parte del club de acometer alguna incorporación aprovechando el mercado de invierno, cuyo límite expira el 31 de enero. Si bien las preferencias más lógicas animarían en estos momentos la contratación de un central que paliara la más que probable baja de Jiri Jarosick para el resto de la temporada -el central checo arrastra desde el pasado verano numerosas lesiones en los isquiotibiales que le han llevado incluso hasta un centro especializado en Munich- y la llegada de un delantero con más pólvora que la que de momento vienen protagonizando Barreiro y Despotovic, ninguno de los responsables deportivos, incluido el propio presidente, parecen estar dispuestos a ello. Salvo causa mayor, y este es el mensaje final, se aguantará con los miembros de la actual plantilla hasta el final de temporada.

alberto, cabreado En este sentido, los deberes se acumulan tanto en la mesa de trabajo de Javier Zubillaga como en la de Alberto, que hoy día de Reyes comenzará a preparar el partido ante el Valladolid con la idea de revertir la situación. Por de pronto, se antoja imprescindible que el equipo recupere el espíritu defensivo que convirtió al Alavés en un conjunto serio y riguroso en las primeras catorce jornadas de campeonato y que le permitió conseguir victorias contundentes en estadios de Primera como el del Betis, donde el equipo se impuso por 1 a 2.

No parece de recibo en esta línea, y ahí la crítica es unánime, que en los últimos tres partidos (Albacete y Mirandés en casa y Girona fuera) el equipo haya encajado siete goles y protagonizado tres derrotas en los últimos cinco envites, curiosamente los mismos que había sumado en los primeros 14 partidos de Liga. Un registro negativo y pasmoso que el pasado sábado llevó al entrenador albiazul a ofrecer una cara y un discurso hasta entonces desconocidos por la parroquia local, acostumbrada siempre a la mesura y defensa del vestuario aún en la derrota.

Tras la mala imagen ante el Mirandés -sobre todo en los primeros 20 minutos que a la postre fueron los que lastraron el juego en el resto del partido-, Alberto criticó con inusual dureza en sala de prensa el comportamiento de sus jugadores así como la peligrosa dinámica defensiva en los últimos tiempos. “Nos están marcando con mucha facilidad. Llevamos ya cuatro o cinco jornadas así y es una tendencia que tiene mucho peligro. Antes teníamos bastante seguridad atrás pero la estamos perdiendo y en una categoría como esta sabemos que es algo fundamental recibir pocos goles”, advirtió el irundarra, que quiso advertir después el pésimo balance del equipo como local, donde hasta la fecha sólo ha ganado en una de sus cinco últimas comparecencias. “Nos está costando demasiado. Queremos sumar victorias aquí porque es nuestra casa y porque es donde nos tenemos que intentar hacer fuertes para acercarnos a nuestros objetivos”.

Sin pólvora ofensiva Si bien ajustar el rigor defensivo se antoja clave para asegurar cuanto antes la permanencia, no lo es menos afinar la pólvora en ataque para mejorar los actuales registros, que a día de hoy son bastante pobres. Sin ir más lejos, los 21 tantos que hasta la fecha ha sido capaz de materializar el Alavés son los mismos, por ejemplo, que lleva el actual colista, el Albacete, e incluso el Sabadell, que ocupa la penúltima posición en la tabla, suma tres goles más en su casillero (24) que El Glorioso, lo que da una idea de la acuciante necesidad de que tanto Barreiro como Despotovic, fundamentalmente, se pongan las pilas con urgencia antes de que sea demasiado tarde.

Deberes urgentes para un tiempo de urgencias e incertidumbres que marcará el futuro del equipo en lo que resta de temporada. Urge un regreso al pasado más reciente y una dosis de optimismo que sitúe al Alavés en ese limbo alejado de los puestos de descenso que tantos disgustos le dio el año pasado.