vitoria - El Deportivo Alavés demostró ayer que hay partidos que se ganan desde la pizarra desarrollando a la perfección sobre el terreno de juego toda la labor trabajada por Alberto a lo largo de la semana. El preparador irundarra ya había advertido que al Benito Villamarín no podía ir el equipo vitoriano con la actitud de pertrecharse en torno a su portería durante los 90 minutos. Había que tratar de ahogar el juego de un Betis que anteriormente ya había evidenciado su incomodidad a la hora de dar salida al balón desde atrás. Y precisamente a eso le obligó el cuadro albiazul en una interpretación del partido brillante tanto en la previa por parte de Alberto como durante el desarrollo del mismo por parte de los jugadores. Apretar, apretar y apretar hasta ahogar a un cuadro verdiblanco al que se le vino encima un aluvión al encontrarse sin aire por culpa del firme puño apretado en torno a su cuello por parte de El Glorioso.
Repitió el preparador alavesista el sistema 4-4-2 con apenas dos retoques que le dieron al equipo un aire guerrillero. La presencia de Beobide en el centro del campo supone incrementar varios grados el nivel de intensidad del colectivo. La de Juli arriba sirvió para aportar movilidad y también la amenaza constante de un jugador que nunca para de incordiar a los rivales. Líneas muy juntas, defensa muy adelantada y presión agresiva a un Betis que no sabía qué hacer con el balón. Se enredaron los futbolistas verdiblancos con el esférico entre las piernas ante la agobiante amenaza albiazul y así llegaron unos cuantos errores a la postre decisivos.
El Alavés recuperó el balón y corrió a la contra. Y así consiguió dos goles que desequilibraron el partido y que bien pudieron ser más para que la victoria se hubiese podido disfrutar antes. No fue así e incluso el tanto bético apretó el marcador, pero no renunció Alberto a seguir apretando hasta el final hasta acabar por ejecutar a un Betis ahogado.