Vitoria - Tras el amargo sabor de boca que dejó el empate con el Llagostera, el Deportivo Alavés quiere dar continuidad a dos semanas consecutivas en las que no ha conocido la derrota con una nueva victoria que le reafirme en la zona tranquila de la tabla. Echando un vistazo a la clasificación, la visita al colista de la categoría, un equipo que ni siquiera ha conseguido ganar un partido, debería ser un compromiso de los más accesibles. Ni mucho menos, ya que el Mallorca cuenta con un potencial teórico de enorme peligro que puede explotar en cualquier momento. Un chispazo y el cuadro bermellón puede arrollar a cualquiera. El Glorioso viaja a la capital de las Islas Baleares vestido con traje ignífugo para tratar de sofocar cualquier conato de incendio y también con la caña presta a pescar en unas aguas extremadamente turbulentas dentro de un duelo que presenta diversas aristas.
Los enfrentamientos contra equipos de renombre que vagan por la competición de capa caída presentan un peligroso doble filo. Por una parte, siempre cabe esperar la posible reacción furibunda de un animal herido como es el Mallorca en estos momentos. Por mera cuestión de probabilidad, el equipo de Valeri Karpin ganará algún día porque calidad tiene, a espuertas, para lograrlo. En ese sentido, hay que desterrar de la mente todos los partidos precedentes y pensar solo que como oponente hay un gran rival con una colección de jugadores que para sí querrían muchos técnicos. Otra cosa es que la gestión del club haya sido lamentable, como cuando se decidió prescindir de Miquel Soler en el banquillo para dar entrada al ruso cuando apenas quedaban diez días para el inicio de la temporada. Inestabilidad evidente que el equipo ha pagado con un arranque de curso completamente nefasto.
Con estas premisas en cuenta, es la otra parte de la ecuación la que tiene que explotar el Alavés en un estadio de Son Moix que se puede volver en contra de su propio equipo, sin rumbo en el césped y sin gobierno en los despachos. Dos puntos de 21 posibles, 19 goles encajados, ninguna victoria, desastrosas segundas partes, episodios del todo inexplicables... Son incontables los males que afectan a los pupilos de un Karpin que si no ha sido ya destituido ha sido por una cuestión económica. En esas aguas turbulentas tratará de echar su caña un cuadro albiazul que tiene que sacar partido de los evidentes nervios que tendrá un conjunto balear que tiene la imperiosa necesidad de ganar ya para no verse condenado al sufrimiento de manera prematura.
El problema más evidente del equipo bermellón está en una fácilmente franqueable línea defensiva. Con 19 goles encajados, cinco más que el siguiente más goleado, el Mallorca recibe casi tres tantos por partido, una cantidad del todo inasumible y que eclipsa una buena capacidad realizadora, ya que los chicos de Karpin acumulan once dianas y son el sexto mejor equipo en este sentido en la Liga Adelante. El punto culminante de esta doble cara llegó en la visita a Osasuna, saldada con un aparatoso 6-4 cuando los mallorquinistas se fueron al descanso 1-3 para después encajar cinco tantos en apenas media hora.
Con estos precedentes, el Alavés tratará de hurgar en la herida echando mano de sus dos mejores armas. La primera, la sobriedad en defensa que puede acabar por desquiciar a un oponente muy necesitado y que se verá obligado a llevar el peso del partido. Si en ese aspecto el equipo de Alberto muestra su solidez habitual, a buen seguro que con el paso de los minutos se podrá ir imponiendo desde el punto de vista físico y mental. Seguramente el equipo local se verá obligado a asumir riesgos y concederá unos espacios atrás con los que los albiazules se manejan a la perfección. Habrá que echar mano de la paciencia para esperar el fallo del rival.