vitoria - Cada pelea, cada ascenso, cada play off o cada lucha por la permanencia en la que ha estado inmerso el Deportivo Alavés a lo largo de los últimos años, irremediable siempre ha provocado un vistazo al pasado. Un viaje casi nostálgico a épocas no muy pretéritas donde el club, cuando competía por aquellos campos de Dios, sembraba los cimientos del futuro a base de mucho más que sudor, esfuerzo y lágrimas. Fueron precisamente aquellos gladiadores quienes contribuyeron a inocular el fulgor y el alavesismo que estos días emergen en Vitoria como una suerte de mantra al que agarrarse para evitar la desesperación de un descenso de categoría. Un escenario que pasa por derrotar el próximo sábado al Jaén en su propia cancha y aguardar después a que la suerte se alíe con el bando albiazul.
Hace 24 años, en el estadio de Mintxeta de Elgoibar, también El Glorioso se jugaba la vida, sólo que con un matiz sustancial. Los hombres de Luis Astorga tenían 90 minutos por delante para sellar de forma matemática el ansiado ascenso a Segunda B, una hazaña que en el Paseo de Cervantes se venía persiguiendo desde hacía tres años, cuando los impagos y las deudas enviaron administrativamente al Alavés a las catacumbas del fútbol nacional. Aquel 1 de mayo de 1990, martes, con el ánimo por las nubes y un campo atiborrado de seguidores llegados desde Vitoria, dos goles de Txosa llevaron hasta la gloria al conjunto albiazul. El difunto Juan Arregui, que antes lo había intentado con Uriona, Ispizua y Begoña en el banquillo, estallaba de júbilo en el palco, mientras Gonzalo Antón, ya entonces hombre fuerte de la entidad alavesa, diseñaba en la sombra el fututo del club. Aquellos jugadores marcaron, sin quererlo, el camino al actual plantel del primer equipo. Bien es cierto que la recompensa era bien distinta pero el ánimo, la pasión y el empuje de la afición fueron los mismos que el sábado deberán volver a aparecer sobre el césped de La Victoria, lugar donde confluyen algunos de los éxitos más recientes en la historia del Alavés.
Aquellos chicos de Elgoibar hace ya un tiempo que peinan canas. En su día tuvieron su poso de fama, recibieron alguna prima y engordaron el acta histórica del Alavés con su transcendental triunfo. Pero poco más. Casi ninguno continúa ligado hoy al fútbol ni a tareas que se le parezcan. Sus ocupaciones les llevan a viajar por todo el mundo vendiendo la marca MCC, a comercializar vino, a vender seguros, dirigir empresas o impartir clases de Economía como profesor. Ninguno se ganó la vida con el fútbol pero al menos todos guardan como un tesoro la amistad que les permitió llegar todo lo lejos que pudieron. La misma que el pasado viernes sacaron a relucir cuando años después volvieron a reunirse en una coqueta sociedad de Zuazo, muy cerca de las viejas instalaciones de Ibaia donde un día soñaron con jugar en Primera. Allí se dieron cita casi todos. Peio Aguirreoa, Josu Ugarte, Txosa, Biota, Juan Pablo, Txutxin, Kamatxo, Patxi Pérez, Biota, Javi Muro, Turbo Urbina, Juan Angel, Alberto Roth, Kepa Azkue, Juanjo o Aldabe. Fue una velada de camaradas llena de recuerdos y anécdotas. De repasos a aquellas escenas "míticas" del vestuario y de comparaciones, inevitables, con el fútbol actual y con el Deportivo Alavés, claro, al que confían en volver a ver la próxima temporada en Segunda División.