Vitoria - Si una cosa tenía clara Alberto cuando asumió los mandos de la nave alavesista era que tenía que comenzar a tocar diferentes teclas para intentar componer la sinfonía de la salvación. El técnico irundarra comenzó a realizar variantes en forma de nombres y también tácticas desde su primer día al frente del equipo y ya ha conseguido una idea que ofrece buenos resultados. Si en sus primeros partidos los cambios se convirtieron en una constante, en los últimos el equipo ha quedado bien definido y ha mostrado unas señas de identidad muy reconocibles que le han permitido convertirse en un bloque mucho más sólido de lo que lo era anteriormente al tiempo que no ha perdido la que ha sido su gran virtud a lo largo de todo el curso, su fenomenal pegada. Con retoques en la zona de contención y la aparición permanente de un acompañante para Viguera, este Deportivo Alavés ha pasado de un estado gaseoso a otro sólido en un tiempo récord.
El primer cambio evidente había que realizarlo en la portería. Dos fueron los partidos de confianza que le dio el guipuzcoano a Goitia antes de mover ficha y apostar ya definitivamente por Crespo. El cántabro erró gravemente en su primera actuación ante el Castilla, pero en los dos últimos choques ha sido básico para entender las victorias. Más allá de momentos puntuales de dudas, ya ha protagonizado más intervenciones positivas que su compañero en toda la temporada, toda una ganancia viendo el nerviosismo que Goitia transmitía a sus compañeros.
El refuerzo defensivo también hay que encontrarlo en el cambio en los laterales. Uno por el peso de la evidencia; el otro casi marcado por la obligación. El primero, la entrada de Raúl García; el segundo, la recuperación de Óscar Rubio. Que Nano no podía seguir jugando ni un minuto más era una evidencia y el zurdo cedido por el Almería ha servido para taponar un flanco que era un coladero. El catalán, borrado por Mandiá, se ha visto beneficiado por la lesión de Medina. El vizcaíno estaba cuajando una temporada notable y ofensivamente aportaba muchísimo, pero lo cierto es que el poso de Rubio, sobre todo en defensa, es un aspecto que no se puede desaprovechar si lo que se pretende es dotar de seguridad a la zaga.
La mejoría en los laterales en las tareas defensivas ha ido en beneficio también de unos centrales que en no pocas ocasiones han quedado vendidos por culpa de los fallos en las bandas. Samuel y Jarosik resultan inabordables en el juego por alto, pero sus problemas vienen en velocidad. Ahora, al no tener que desplazarse tanto hacia las bandas, se han hecho muy fuertes por el centro, una zona que se ha cerrado por completo a los rivales. En este sentido la recuperación del doble pivote conformado por Beobide y Manu García, así como la presión adelantada, ayuda de manera muy importante por el esfuerzo que le supone a los oponentes traspasar cada una de las líneas albiazules.
En la faceta defensiva la mejoría en el rendimiento ha sido colosal, pero al mismo tiempo se ha mantenido el alto nivel ofensivo mostrado durante todo el curso. En este sentido, Alberto ha apostado por acompañar a Viguera de una segunda referencia ofensiva, una solución que se venía demandando desde hacía tiempo por la soledad del riojano. De nuevo, el pichichi de Segunda ha sacado a relucir su mejor versión cuando ha contado con escuderos cerca.
Con todas estas variantes, el Alavés ha conseguido dos victorias consecutivas y con la excepción del partido en Tenerife se ha mostrado superior a sus rivales. La sinfonía del fútbol albiazul suena de nuevo. Y tiene que seguir haciéndolo para aspirar a la permanencia.