Gasteiz. Cada víspera del 30 de noviembre, un buen número de residentes en Vitoria tiene una cita ineludible. Se trata de la amplia colonia de eibarreses que vive en la capital alavesa, que se reúne para festejar la festividad de San Andrés en honor de su localidad de origen. En su gran mayoría, pertenecen a esa primera generación que a finales de los 60 desembarcó en Gasteiz en busca de una oportunidad. Las tremendas limitaciones orográficas de la capital armera, un impedimento mayúsculo para aquellas compañías que ansiaban crecer, provocaron un éxodo masivo hacia la Llanada, un factor determinante en el posterior desarrollo empresarial alavés. Las Betico, Gabilondo, Ugo o Ega Master resultan ejemplos reales, y vivos, de su incursión. Pero el exilio no se quedó ahí y durante los años posteriores el flujo de emigrantes se ha mantenido prácticamente constante. Por ello, acostumbran a juntarse para compartir experiencias. La ya citada cena por San Andrés es uno de los encuentros clásicos pero, gracias al fútbol, cuentan con otra excusa inmejorable para repetir experiencia.

Y es que los tradicionales derbis entre Deportivo Alavés y Sociedad Deportiva Eibar suponen la ocasión ideal para hacer del amor al deporte una fiesta y, de paso, picar un poco al vecino. Mañana tendrá lugar en Mendizorroza el primero de la temporada -que se produce en Segunda después de cuatro años de destierro a la categoría de bronce- y un buen grupo de infiltrados armeros ya vela armas dispuesto a apoyar al máximo al combinado de Gaizka Garitano en esta batalla.

Uno de ellos es Rubén Álvarez que pese a llevar ya "casi veinte años" en Vitoria tiene muy clara su visión del partido. "Vine por motivos de trabajo y me quedé aquí. Siempre quiero que el Alavés gane pero cuando toca derbi contra el Eibar la cosa cambia. Esos días está claro que la victoria tiene que ser para el Eibar", advierte mientras muestra orgulloso una camiseta azulgrana con varias décadas de solera y el escudo ya descolorido por los sucesivos lavados. Sin embargo, el paso del tiempo ha hecho terminado haciendo mella. "Al final me he quedado solo para animar, porque mi hija ya es del Alavés", lamenta.

Una situación parecida vive Juanfer Delgado, que abandonó la localidad guipuzcoana con apenas ocho años y en la actualidad cuenta con 57. "Mis padres vinieron a trabajar a Betico y aquí nos quedamos. Yo sigo siendo del Eibar pero mis hijos son del Alavés a muerte. Siempre les vacilo un poco diciéndoles que son muy malos porque normalmente pierden contra nosotros. No voy a poder ver el partido porque tengo que salir de viaje ese día pero ellos estarán en Mendizorroza y en cuanto sepa el resultado les incordiaré un poco pero seguro que no se enfadan", bromea.

Uno de los más veteranos de esta particular colonia de infiltrados es Miguel Ángel Lazpita, que está a punto de cumplir las bodas de oro en Gasteiz, a donde llegó recién iniciada la veintena. En su caso, además, cuenta con el añadido de haber sido jugador armero. "En los años cincuenta fui portero del equipo pero lo tuvo que dejar cuando me marché a estudiar a Barcelona. Allí luego seguí en el Europa", recuerda. Ya en la actualidad, Miguel Ángel admite que se encuentra "con el corazón dividido", aunque extrae una lectura positiva de ello. "Sea cual sea el resultado al final me voy a alegrar", apunta al mismo tiempo que desliza que "ahora mismo necesita más los puntos el Alavés".

Más corta -aunque suma ya catorce años- es la estancia de Enrique Gil en Vitoria. Al igual que a sus compañeros, el trabajo (es empleado de SLK) le hizo abandonar su tierra para instalarse en la capital alavesa pero, eso sí, sin renunciar a los colores. "Tengo un bebé y los primeros patucos que tuvo fueron del Eibar. Quiero que le vaya bien al Alavés pero en este partido no. Va a venir gente de la cuadrilla del pueblo, comeremos y luego iremos a Mendizorroza. Históricamente no se nos dan mal estos derbis así que soy optimista", destaca.

Menos claro lo ve Aitor Buendía, periodista armero que llegó a Vitoria en el año 97 y que pronostica un encuentro "cerrado, trabadito; yo creo que acabará empate a cero". Casado con una eibarresa, ha tratado de transmitir a sus hijos el cariño hacia ambos conjuntos. "Maialen, que nació casi coincidiendo con la final de Dortmund de 2001 es del Alavés. Tiene una camiseta firmada de aquel equipo. Pero Mikel es del Eibar. Iré con él a ver el partido y estaremos con gente de Eibar con los que comeremos antes en la sociedad Ametza", explica.

El último de esta pequeña representación de la colonia armera en Vitoria se ha convertido, con el paso del tiempo, en una especia de agente doble. Y es que Diego Verdejo perfectamente podría calificarse del topo albiazul en esta reunión. "Vine hace 48 años, con quince, y desde los 24 soy socio del Alavés. Así que después de 39 años de tener el carné está claro quién quiero que gane ¿no?", desvela. No obstante, tendrá que presenciar el choque rodeado por los colores azulgranas. "Van a venir amigos a comer a casa y después iremos todos al fútbol. Ellos irán con sus bufandas del Eibar y yo con la del Alavés pero el buen ambiente está garantizado. Gane el que gane al final lo celebraremos", anuncia.

Son solamente algunos ejemplos de los numerosos armeros infiltrados en Álava que mañana lucirán sus mejores galas para apoyar al Eibar. Sin embargo, no tendrán sencillo asaltar el fortín de Mendizorroza. Porque el Alavés se ha despachado esta semana con un vídeo promocional del partido en el que llama a los Caballeros albiazules a la reconquista y a combatir con acero el plomo armero. El desenlace del duelo, en poco más de 24 horas.