completadas ya catorce jornadas, la competición liguera ya ha vivido su primer tercio y en esta evaluación inicial la nota que se merece el Deportivo Alavés es el insuficiente. Suspenso. No alcanzar el mínimo. No son necesarios excesivos rodeos ni circunvalaciones en la prosa. El conjunto vitoriano está metido de lleno en puestos de descenso tras el empate de ayer del Tenerife en Soria y en los últimos cinco compromisos no ha sido capaz de llevarse ni una sola victoria, sumando solo tres puntos en otros tantos empates. Además, la proyección a 42 jornadas no invita al optimismo, ya que los 50 puntos que se manejan como cifra que otorga la salvación -no matemática, ya que hay quien ha bajado con esos puntos y otros que se han salvado con menos dependiendo de la temporada- no se conseguirían si en los otros dos tercios restantes no se acumulan más de los 15 puntos que actualmente figuran en el casillero alavesista y que llevarían a una proyección de 45 al final. Y si en el bagaje puntuador la situación no es la óptima, en el apartado de las sensaciones el equipo vive en una montaña rusa. Hay días en los que su fútbol es brillante y en otros es desesperante. Un sube y baja constante que ha propiciado episodios a desterrar y varios partidos en los que se han dejado perder valiosísimos puntos de manera inexplicable.
Tres victorias, seis empates y cinco derrotas es el bagaje acumulado en el primer tercio liguero. Salta a la vista que a este equipo le cuesta mucho ganar y, curiosamente, en los tres partidos en los que la ha conseguido (Sporting, Hércules y Mirandés) ha marcado tres goles para hacerlo. Esa dificultad para sumar de tres en tres queda aún más evidenciada con los tres compromisos en Mendizorroza en los que el triunfo se ha escapado en los minutos finales, los disputados ante Sabadell, Tenerife y el último ante el Recreativo. Tres empates que han propiciado la pérdida de seis puntos que parecían amarrados -a domicilio se escapó un empate en Murcia- y que habrían asegurado mucha estabilidad.
Endeble atrás Esos problemas para ganar vienen marcados, sobre todo, por la debilidad defensiva mostrada por un equipo que, con 22 goles encajados, es uno de los más endebles de la categoría en este apartado. Solo ante el Sporting dejó la portería a cero y tras un inicio en el que encajaba siempre pero transmitía cierta seguridad, en los últimos partidos la hemorragia se ha ido agrandando hasta alcanzar límites ciertamente peligrosos. Así, en las seis primeras jornadas Goitia recibió seis goles, pero en las ocho últimas la cifra se va hasta los 16, doblando de esta manera el registro de tantos encajados y obligando a realizar hazañas ofensivas para puntuar.
Y es que el sistema defensivo sobre el que Natxo González pretendía sustentar el equipo se ha venido abajo con el correr del calendario. En las primeras jornadas, a pesar de que la pretemporada fue insuficiente, el colectivo ofreció un buen rendimiento atrás, pero en los últimos partidos los agujeros se han multiplicado exponencialmente, dando lugar a un Alavés con cimientos de plastilina que vive en tensión cada vez que los rivales se vuelcan al ataque. Tanto es así que los nervios están jugando muy malas pasadas, como se pudo sufrir de nuevo ante el Recreativo.
El contrapunto a esta debilidad defensiva se encuentra justo en el lado opuesto del campo, ya que en ataque se está mostrando el Alavés, en líneas generales, como un equipo letal y con 22 dianas es el segundo mejor realizador de la categoría. Y eso teniendo en cuenta que ha tenido partidos nefastos en los que ni siquiera ha llegado a tirar a puerta con peligro, como los de Girona, Alcorcón o Castilla, en los que se quedó sin marcar. Pero, en líneas generales, el acierto ha sido muy importante. El problema es que esa gran cantidad de goles ha servido para sumar muy pocos puntos porque la cifra de encajados es muy elevada.
Gran margen de mejora En esta tesitura, es evidente que el margen para la mejora que tiene por delante el equipo de Natxo González es muy importante y ese camino habrá de recorrer a lo largo de los próximos meses de competición para eludir el peligro que en estos momentos le amenaza. El técnico vitoriano ha ido variando de sistema y de nombres según las necesidades y los varapalos sufridos, pero hay piezas que todavía no le encajan bien. El lastres de las lesiones y las bajas formas fue muy importante en el arranque del curso y los problemas físicos siguen siendo en estos momentos un martirio que pasa factura, ya que el técnico no está teniendo la opción de disponer cosas que le gustarían y se está encontrando con impedimentos en demasiadas ocasiones para confeccionar un equipo de plenas garantías por las reiteradas ausencias de varios futbolistas.
En todo caso, físico y estilo al margen, uno de los puntos más importantes a mejorar es el aspecto mental. Los puñetazos anímicos encajados en las últimas jornadas han sido muy duros y el equipo no puede permitirse una caída en el aspectos psicológico. Volver a ganar cuanto antes tras cinco jornadas sin hacerlo se convierte en una necesidad para liberar esos nervios que, lógicamente, se han instalado en el vestuario y se han ido acrecentando con los sucesos recientes. Futbolísticamente, el Alavés ha demostrado en casi todos sus partidos que no es menos que ningún rival en la categoría y en muchos partidos ha tenido tramos en los que ha borrado a sus rivales del terreno de juego. Mimbres, tanto en jugadores como en el banquillo, hay de sobra. Pero hay que explotarlos mejor.