Vitoria. Por la entidad del rival, la historia de su estadio e incluso su potencial económico, tres veces superior al del Deportivo Alavés, la expedición albiazul dio ayer por bueno el empate en La Romareda. Entendió en esa línea su máximo responsable, Natxo González, que el punto obtenido es un "premio al trabajo" de su equipo, especialmente en la segunda mitad, donde la cara mostrada no se pareció a la del comienzo. Una lectura que el propio técnico no compartió. "No creo que hayamos tenido dos caras, aunque sí que es verdad que en la primera mitad hemos tenido unos minutos en los que se nos ha escapado el partido al no haber sabido interpretar bien el juego, pero después hemos sabido reaccionar", señaló el vitoriano en sala de prensa. A base de trabajo y fútbol nos ha llegado el premio, continuó, antes de ensalzar de nuevo la actitud de sus jugadores: "Teníamos que dar un paso adelante y asumir más responsabilidad; sabíamos que si marcábamos pronto iban a tener problemas". Y así fue. Los temores en La Romareda aparecieron tras el 2-1 y el miedo atenazó al conjunto local, que cedió la iniciativa y el terreno de juego hasta que ocurrió lo inevitable.
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