vitoria. Desde que arrancó la temporada y se consumó de manera oficial su regreso a la categoría de plata, el Deportivo Alavés se ha acostumbrado a afrontar cada comparecencia quincenal en Mendizorroza como si de una final se tratara. Pese a que aún se encuentra en los albores de la competición, lo cierto es que todas esas citas han estado rodeadas de una importante tensión. Por este motivo, para tratar de poner freso a esta peligrosa costumbre, el combinado vitoriano encara su visita del próximo sábado a Anduva con un doble reto entre ceja y ceja.

El desafío está claro, conseguir la primera victoria del curso como visitante y, a ser posible, sin encajar ningún gol. Un propósito que no se antoja en absoluto sencillo ante un adversario con la solvencia que está mostrando el Mirandés pero que se antoja imprescindible para que El Glorioso pueda continuar con su evolución positiva. Porque si bien es cierto que al calor de su público el equipo ha ofrecido unas prestaciones más que notables, no lo es menos que lejos del Paseo de Cervantes su rendimiento baja muchos enteros.

Como consecuencia, ha ido encadenando resultados adversos que le han obligado a tener que sacar los tres puntos en casa en el partido inmediatamente posterior para poder escapar de mayores penurias clasificatorias.

De esta manera, reforzado en la moral tras consumar el pasado domingo contra el Hércules la primera remontada de la temporada y, al quinto intento, el Alavés se ha conjurado para realizar el corto viaje de regreso desde la localidad burgalesa con un valioso triunfo en la mochila. Una victoria que le daría aire en la tabla clasificatoria, reforaría su confianza y, sobre todo, desterraría el fantasma que se cierne sobre los jugadores en estos momentos cada vez que ejercen de visitantes.

Porque los números, no engañan. En los cuatro compromisos que ha disputado el Deportivo Alavés lejos del Paseo de Cervantes, únicamente ha sido capaz de sumar uno de los doce puntos que se han puesto en liza. Ese escaso botín llegó como consecuencia del empate cosechado en la tercera jornada en Córdoba (1-1). Antes (Girona 1-Alavés 0 en el estreno de la Liga) y después (2-1 en Murcia y 2-0 en Alcorcón), los desplazamientos han concluido con derrota y una cada vez más profunda sensación de desencanto.

Una dinámica que, de prolongarse en el tiempo, pondría en serio peligro el objetivo albiazul de garantizarse la permanencia con cierta tranquilidad. Por ello, la visita al siempre complicado Mirandés se observa como una piedra de toque excelente para calibrar si el equipo vitoriano ya está en condiciones de competir de igual a igual y comenzar a fabricarse un pequeño colchón de seguridad. Y es que un triunfo en Anduva, además como es lógico de suponer tres puntos más en el casillero, permitiría que la comparecencia del fin de semana siguiente en Mendizorroza para recibir al Barcelona B se pudiese encarar con un grado de angustia sensiblemente inferior.

Pero si importante es que el equipo consiga por fin un triunfo lejos de casa, no menos lo es que logre acabar el encuentro con la portería a cero. El objetivo primordial que se marcan todos los conjuntos cuando saltan al terreno de juego -por cuanto supone, como mínimo, asegurar el empate- se ha convertido en una quimera en la gran mayoría de las oportunidades hasta el momento y esa ausencia de seguridad defensiva podría convertirse en una peligrosa grieta que amenazase con colapsar todo el edificio albiazul.

Y es que únicamente en dos ocasiones hasta el momento ha sido capaz El Glorioso de no encajar ningún gol. Lo que el pasado curso era prácticamente una rutina se ha convertido en una excepción (algo hasta cierto punto comprensible también teniendo en cuenta el salto de categoría). Sólo ante el Zaragoza en Copa y contra el Sporting en Liga pudo mantenerse el cero. Una lista que debe aumentar empezando por este sábado.