VITORIA. Desde que el Jaén se adelantó a escasos minutos del final de la primera parte, las caras largas y los gestos de preocupación se apoderaron del más del millar de personas que llenó la Plaza de España para seguir el partido en directo de su querido Alavés en la pantalla gigante. Los cánticos de estos fieles seguidores, que quisieron apoyar a su equipo desde la lejanía, no dejaron de sonar en ningún momento. Sin embargo, sus rostros denotaban preocupación al ver como los pupilos de Natxo González eran incapaces de marcar el gol del empate, que les pusiera de cara la eliminatoria. El sufrimiento era máximo. Corrían los minutos y ese inquietante 1-0 seguía en el marcador. El cuadro andaluz sin hacer mucho gozaba de una valiosa renta que dejaba muy cuesta arriba el ascenso para los albiazules. Preocupación máxima. Y más cuando ya el partido estaba llegando a su fin y todo hacía indicar que el duelo acabaría con ese peligroso resultado.
Los cánticos no cesaban en una plaza abarrotaba que no se rendía. Mientras hay vida hay esperanza se decían. Y sí que la hubo. Un penalti a dos minutos del final transformado con suspense por Borja Viguera desató la alegría en la plaza. Todos a una se pusieron a botar. El delirio. De cero a cien en un segundo. Más rápido que el Red Bull de Vettel o el Ferrari de Alonso. Así, a la velocidad del rayo cambiaron las caras de preocupación por gestos de alegría y euforia de los seguidores albiazules, que con el 1-1 en el marcador volvieron a gritar al unísono "¡¡Este año sube el Alavés, eh!!!, sube el Alavés!!! Ahora ya solo falta poner la guinda el sábado que viene en Mendizorroza. Pero de momento, ayer ya hubo un anticipo de la celebración en el Casco Viejo. Y es que esta afición tiene ganas de celebrar algo. Ya está cansada de sufrir y ayer lo hizo y mucho. Al menos, como las buenas películas, estaa vez hubo final feliz.