nÚMEROS de récord que obligan a quitarse el sombrero para bendecir las virtudes de un colectivo al que solo le resta ya rematar la faena ante el Tenerife, el Jaén o el Hospitalet para que el perfecto trabajo desarrollado hasta la fecha no se marche por el sumidero. El Deportivo Alavés puso ayer en Estella el broche de oro a una temporada excelente, coronada con esos mágicos 82 puntos que sirven para igualar el tope histórico de la categoría sellado con anterioridad por el Levante (temporada 95-96), el Real Murcia (2010-11) y el Mirandés (2011-12). Tras dejar sentenciado virtualmente el liderado del lote con la victoria en San Mamés, jugadores y técnico se habían propuesto conseguir los seis últimos puntos en juego ante el Tudelano y el Izarra que disparasen el casillero hasta una cifra premonitoria a la hora de rubricar el embriagador éxito del ascenso. En lo que constituye un acicate para todos los miembros de la familia alavesista, estos tres equipos ya materializaron en el pasado el ansiado objetivo perseguido con ahínco por todos tras alcanzar la idéntica cifra de puntos que acaba de conquistar ahora el sólido plantel adiestrado por Natxo González.
Nada menos que 25 victorias, 7 empates y 6 derrotas adornan la impecable trayectoria de un equipo que ha sabido responder a las expectativas en espera de dar el do de pecho a partir del próximo fin de semana en la eliminatoria valedera para acabar con la tortura del pesado viaje por la categoría de bronce del fútbol estatal. Las sensaciones son inmejorables porque ninguno de sus tres posibles rivales ha recaudado un botín en cuanto a puntos tan álgido como el de los albiazules. Los chicharreros apenas han sumado 73, los catalanes se han conformado con 80 -disputando, eso sí, dos partidos más que el inquilino de Mendizorroza-, mientras que los andaluces -puede que el rival más asequible del bombo de esta tarde en Madrid- apenas han totalizado 70 tras su agónico triunfo ante el San Fernando. No sirve de mucho lo conseguido hasta ahora, pero no cabe duda de que el Alavés afronta el tramo decisivo de la temporada con la moral y la autoestima por las nubes y convencido de cuál es el camino a seguir para culminar una campaña memorable.
Con la misma rotundidad paseada el pasado curso por el Mirandés, el Alavés ha dominado con puño de hierro un grupo al que se encaramó a su cima en solitario a partir de la tercera jornada. Desde entonces, sus rivales siempre han ido a rebufo. El filial del Athletic y el Eibar apretaron de lo lindo para que el cuadro alavesista no levantara en ningún momento el pie del acelerador. Las victorias iniciales ante el Barakaldo (0-1), S.D. Logroñés (2-0) y Real Unión (3-0) sirvieron para instaurar el miedo entre los rivales y destapar la solvencia de una plantilla que, si por algo ha sobresalido, fue por su asombrosa capacidad para proteger su portería. Y es que, con apenas 22 goles en contra en 38 encuentros, el vitoriano ha sido el conjunto menos goleado de los cuatro grupos. Es cierto que sus registros ofensivos no han sido del todo espectaculares y que muchos partidos se ganaron por la mínima, pero para triunfar en una categoría tan áspera como la Segunda B la principal receta reside en apelar a la practicidad y no conceder ocasiones al rival de turno. Las florituras, para una mejor ocasión.