Vitoria. Se va a encontrar mañana el Deportivo Alavés a un equipo que pasa por un momento de verdadera crisis en todos sus apartados. Graves problemas económicos y deportivos se han entrelazado en el arranque del año 2013 para una Gimnástica de Torrelavega que ve peligrar seriamente su futuro tanto en un plano como en el otro. Los problemas monetarios vienen arrastrados de lejos, pero la coyuntura actual los ha incrementado todavía más. Tanto es así que la plantilla del conjunto cántabro lleva sin cobrar desde que arrancara la temporada. Ni una sola mensualidad abonada en meses. El que puede aguanta, por ser de la casa; pero el que quiere progresar emigra, evidentemente a coste cero. Y esa marcha en el mercado invernal de varios de sus mejores jugadores ha propiciado un progresivo hundimiento deportivo que ha dejado al equipo de Torrelavega al borde de la zona de descenso.
La preocupación en el entorno del club es evidente, ya que sus aficionados ven en riesgo la supervivencia del equipo más antiguo de todo Cantabria. Si consiguen la permanencia, pueden descender a Tercera por impagos, aunque en este caso se confía en la aparición de alguna mano salvadora. Si bajan, podrían acabar en Preferente por no pagar los salarios. Ahí ya no existiría mano divina. Si ya es complicado sobrevivir en la categoría de bronce, la continuidad de la Gimnástica en una división inferior se considera como algo imposible, lo que conduciría hacia el mismo camino de desaparición que ya han vivido recientemente otros equipos o que ya padeció la Gimnástica en 1930, cuando desapareció por las deudas para refundarse después como Club Deportivo Torrelavega y variar de nuevo su nombre hasta el actual.
El enfado con la directiva, principalmente con el presidente Pablo Sámano y el vicepresidente José Luis González Terán, también es patente. Tanto que ya se han producido diversos episodios de protestas en el estadio El Malecón. Se les acusa, desde que asumieran los mandos de la entidad, de haber dejado que el club se hundiera poco a poco, siendo incapaces de reactivar el apartado económico y también confeccionando proyectos deportivos cada vez menos competitivos. Sin ir más lejos, ya la pasada temporada se salvaron sobre la campana, precisamente sacando un punto en la última jornada contra un Alavés que se jugaba el play off.
Durante las últimas temporadas la Gimnástica ha cumplido con sus objetivos deportivos asegurándose la permanencia en Segunda B sobre los terrenos de juego y en los despachos ha sabido moverse a la perfección para que las deudas arrastradas con los jugadores no se convirtiesen en un descenso por impagos. El hecho de que la mayoría de los futbolistas que componen la plantilla sean de la propia Torrelavega o de su entorno cercano ha sido un punto muy favorable para el club. Así, acordando el pago aplazado de las deudas de pasadas temporadas se evitaba la interposición de denuncias y con ello el riesgo de descenso. El problema es que el club sigue ahora abonando las deudas del pasado y no tiene dinero para pagar las nóminas del presente.
sin dinero Los componentes de la actual plantilla tienen sus ingresos a cero desde que arrancase la temporada. El poco dinero que llega a las arcas de la entidad -el grifo de las subvenciones institucionales se ha cerrado y conseguir publicidad es verdaderamente complicado- se está destinando a abonar deudas pasadas, mientras que los jugadores que tienen que pelear por la permanencia no reciben ni un euro. Como siempre, tendrán que conseguir la salvación para cobrar en el futuro. El problema es que esa salvación se encuentra en estos momentos en serio riesgo.
Y es que el parón navideño marcó un antes y un después para la Gimnástica. Tras una primera fase del curso en los que los resultados auguraban un camino espinoso pero factible hacia la permanencia, el cambio de año en el calendario y los problemas económicos propiciaron una desbandada que tuvo como protagonistas a los mejores jugadores del equipo. Con ofertas de fuera y sin cobrar en casa, ni se les pudo ni se les quiso poner trabas desde el club. Así, el guardameta Sergio López se marchó al UD Logroñés; el central Neira, al AEL Kallonis griego; mientras que el goleador Carlos Álvarez, autor de trece goles y todavía pichichi del Grupo II, hizo las maletas hacia Cádiz. Ausencias muy graves
El equipo del Besaya aguantó bien el tramo inicial de la segunda vuelta, siempre en la zona media de la tabla y con una cómoda renta sobre el descenso, pero en las últimas seis jornadas no ha sido capaz de sumar ni un solo punto y se ha quedado solo un punto por encima del play off y con dos sobre la línea roja del descenso. Con once puntos, es el segundo peor equipo en la segunda vuelta -solo le empeora el Peña Sport, con diez y ya en descenso- y solo ha conseguido siete goles en los últimos trece partidos. Así, mientras muchos de sus perseguidores en la zona baja han ido mejorando hasta superarle, la Gimnástica se encuentra en caída libre, en una situación que de no remediarse con celeridad le puede conducir hacia un futuro muy negro.