Vitoria. La falta de acierto en los metros finales ha sido una rémora con la que este Deportivo Alavés ha cabalgado a toda velocidad desde el arranque de la temporada, pero ese mal que se ha visto agravado en las últimas semanas está empezando a cobrarse unos puntos que pueden acabar siendo muy importantes en la pelea por el liderato. Si a esa escasa efectividad en el área, alarmante ayer en un partido en el que el héroe fue el guardameta Elías, se unen fallos defensivos impropios de este equipo se dibuja un panorama sombrío. Así, de un dominio absoluto, de un control casi total, El Glorioso no pudo sacar nada positivo y su liderato entra en zona de riesgo tras la victoria del Bilbao Athletic. Duro castigo al desacierto.
Se movió el cuadro albiazul con una comodidad absoluta en unos primeros minutos en los que se presentó constantemente en área rival generando sensación de peligro. Había dispuesto de nuevo Natxo González un 4-2-3-1 y los mayores problemas que tuvo el equipo estuvieron en superar la primera línea de presión avanzada de un Osasuna que se fue muy arriba a tratar de entorpecer la circulación de balón alavesista. Una vez desarmada esa presión, las llegadas por bandas propiciaron unas cuantas ocasiones en las que falló casi siempre el último pase y en un par de acciones el remate definitivo.
Con tanta tranquilidad caminaba el Alavés por el choque que acabó sufriendo uno de esos despistes que se pagan caros ante rivales que cuentan con calidad en sus filas. Y este Osasuna tiene un talento que no su clasificación puede desmentir. Así, de una inexplicable endeblez defensiva, tanto de Juanje en el lateral para entorpecer el centro de Omar como de Luciano y Rubio en el área para marcar al solitario Hugo, acabó llegando un mazazo en forma de cabezazo del extremo, que a los 20 minutos batía a Crespo y ponía un nudo en la garganta de un Glorioso que se estuvo tambaleando durante unos cuantas minutos y a punto estuvo en su despiste de recibir el golpe de gracia.
Maniobró Natxo González para volver a disponer un centro del campo en rombo y una doble referencia ofensiva y cogió aire el equipo con las apariciones en zona de creación de Jonan y Sendoa. Pases de calidad, pero un ritmo excesivamente parsimonioso, jugando casi siempre al paso y sin encontrar profundidad por las bandas. Por si fuera poco, la zaga rojilla se cansó de frenar el ritmos con fatlasa sin apenas verse penalizada por las tarjetas. Es más, el árbitro acabó sacando a los albiazules de sus casillas por su parsimonia y su criterio cambiante en la señalización de las infracciones cometidas. El problema llegó cuando ni Jonan ni Sendoa, muy bien marcados, entraron en contacto con el balón y hubo de sacarse el juego desde atrás con desplazamientos en largo muy poco efectivos. Así las cosas, de un dominio casi absoluto del balón el cuadro albiazul apenas acabó generando nada relevante -la mejor ocasión, un mano a mano fallado por Laborda- y se marchó al descanso por debajo en el marcador.
En el arranque de la segunda parte, y con la entrada de Viguera, encontró el Alavés la chispa arriba que le faltaba e insistió constantemente con las llegadas de Rubio por la banda derecha. Pero la de ayer no era la tarde albiazul en la puntería, una rémora que ya ha costado unos cuantos puntos esta temporada. La suerte se calzó una equipación gris y se enfundó unos guantes, los del portero Elías que se convirtió en el auténtico salvador de su equipo con todo un repertorio de intervenciones en una segunda parte en la que los vitorianos se cansaron de disparar desde diversas posiciones ventajosas sin ser capaces en ningún momento en superar al guardameta navarro, que fue un gigante entre los tres palos. Mención espacial para la aciaga actuación de un Laborda que las tuvo de todos los colores sin ser capaz de superar al meta osasunista que se interpuso en el camino alavesista hacia una nueva victoria y que provocó el colapso en la cabeza de la tabla.