Vitoria. La trayectoria de Juanma Delgado desde que el pasado 31 de agosto se decidiese su fichaje, tras un período de prueba, por el Deportivo Alavés para completar una delantera que parecía haberse quedado coja ha sido de todo menor normal. De aparentemente no entrar en los planes de Natxo González a realizar una aparición estelar y sufrir una lesión que prácticamente le ha vuelto a dejar fuera de la circulación de nuevo durante demasiado tiempo. Parece no existir término medio para el joven ariete valenciano, que en los pocos minutos que ha podido jugar se ha destapado como un atacante con unas sobresalientes virtudes pero al que le ha faltado un mínimo de regularidad en sus apariciones para convertirse en una figura totalmente desquilibrante por el particular idilio con el gol que ha demostrado mantener. El objetivo en este segundo tramo del curso pasa por recuperar esa versión que se vio en los últimos meses del pasado año, la de un delantero demoledor y con recursos sobrados para desbrozar cualquier defensa.

Tras jugar la pasada temporada en el Denia y haber descartado el Atlético Sanluqueño su fichaje, el valenciano se presentó en Vitoria con la sensación de que desde la dirección deportiva se buscaba un atacante que de manera temporal completase los entrenamientos a la espera de cerrar el fichaje definitivo que completase la vanguardia. A pesar de encontrarse en un estado físico bastante malo, algo debieron ver los técnicos albiazules para confiar en él, darle una ficha y descartar una última incorporación en el mercado veraniego.

Visto que en los dos primeros meses de competición no entró en los planes de Natxo González, las primeras sensaciones en el entorno fueron que se le había contratado para completar la plantilla al no haber encontrado otras posibilidades. Pues bien, el punta se encargó, una vez en forma de desterrar cualquier atisbo de duda. Y de qué manera, además.

En Liga no se estrenó hasta el 13 de octubre, apenas los minutos del descuento para sellar la victoria ante Osasuna B, pero cuatro días después ejerció de profeta en su tierra para ser pieza fundamental en la victoria contra el Huracán. A propios y extraños sorprendió Natxo González al alinear al valenciano de inicio en tan importante compromiso copero, pero el punta respondió a la confianza con creces, con una auténtica exhibición de poderío. Velocidad, capacidad para desbordar en el uno contra uno y con el gol marcado a fuego entre ceja y ceja. Y lo consiguió. Obra suya fue el primer tanto albiazul en aquella eliminatoria rubricada en la prórroga por una genialidad de Viguera que le costó la segunda amarilla, la expulsión y no jugar contra el Barcelona a un Juanma que desde el banquillo y tras un esfuerzo extenuante aún le quedó fuerza para darse un carrerón y subirse a la piña formada por sus compañeros en torno al riojano.

Cuatro dianas Tras esa sensacional irrupción, aún le costó mostrarse en todo su esplendor en Liga. Fue en la undécima jornada, ante el Sestao, cuando se estrenó como titular después de haber acumulado apenas dos minutos saliendo desde el banquillo en dos compromisos precedentes. La confianza de Natxo González fue de nuevo recompensada con el gol que abrió el camino hacia la victoria tras resolver un mano a mano con el guardameta vizcaíno tras pase en profundidad de Barahona. Más allá de esa nueva diana, el valenciano fue una amenaza constante para la defensa rival, sobre todo gracias a su capacidad para jugar de espaldas a la portería, proteger el balón con su corpachón y dar juego a sus compañeros. Eso sin olvidar un terrorífico disparo.

A Juanma le había llegado el momento y a fe que no lo desaprovechó. Y es que en la siguiente jornada, ante todo un Amorebieta, volvió a ser de la partida de inicio y, de nuevo, volvió a ser fundamental para conseguir los tres puntos en el que ha sido el mejor partido del Alavés, con el ya mencionado ante el huracán, en lo que va de temporada. En Urritxe al valenciano le tocó firmar el 1-4 final al resolver de nuevo a la perfección un mano a mano con el portero, pero lo más importante era todo el trabajo que había desarrollado con anterioridad a esa diana. Pelea, desgaste y, sobre todo, peligro constante cada vez que tocó balón.

Los compromisos ante la Gimnástica en y frente al Racing fueron los últimos en los que Juanma disfrutó de continuidad. En el primero puso en jaque a la zaga durante todo un partido en el que recibió golpes por todos los lados al ser los zagueros incapaces de detenerle por métodos legales. En el segundo, culminando una gran contra, conseguiría su tercer gol en Liga y cuarto del curso. Y eso habiendo participado de verdad en apenas cinco partidos.

En un momento de forma espléndido y sorprendiendo a propios y extraños con un rendimiento que ni el más optimista podía haber augurado, una rotura de fibras le mandó al dique seco durante casi un mes, parón navideño añadido. En lo que va de 2013, donde se ha visto afectado por una amigdalitis que le impidió jugar en Logroño, apenas ha tenido presencia en dos ocasiones desde el banquillo.

Esa falta de continuidad le ha llevado a ser el segundo jugador de campo menos utilizado (365 minutos) solo por delante de Ayala y los recién llegados en el mercado invernal ya se acercan a esa cifra. Eso sí, nadie en el equipo presenta su efectividad y su rendimiento cuando ha jugado ha sido sobresaliente. Por ese, recuperar este factor desequilibrante se presenta como un objetivo fundamental para Natxo González.