Vitoria. Javi Casares se ha convertido, contra su voluntad, en uno de los protagonistas del verano en el entorno del Deportivo Alavés. El menudo extremo andaluz, relegado al olvido por parte de una directiva que se negó a concederle ficha si no aceptaba una rebaja salarial, ha vuelto a conciliar el sueño tras haber encontrado una salida a la complicada situación que estaba viviendo desde concluyó la pasada campaña. Casares, que pese a las lesiones del pasado ejercicio ha brillado muy por encima de la media de la plantilla en las dos temporadas en las que ha permanecido en Vitoria, firmó ayer un contrato como nuevo jugador del Real Oviedo, adonde llega con "toda la ilusión del mundo" pero sin haber logrado digerir aún el "trato injusto" que considera que le ha dispensado la directiva de Josean Querejeta. En cualquier caso, el gaditano, de sonrisa fácil, prefiere quedarse con los buenos momentos y, ante todo, con el cariño de una afición que incluso en sus últimas horas como alavesista le ha permitido sentirse arropado.

"A la afición del Alavés me la llevo dentro. Jamás olvidaré cómo se han portado conmigo, tanto en los buenos como en los malos momentos. Me da mucha pena haber salido de Vitoria de esta manera. Me gustaría agradecerles todo el apoyo y el cariño que he sentido", aseguraba Casares ayer a mediodía, en una conversación telefónica mantenida nada más completar la primera sesión de entrenamiento con sus nuevos compañeros.

En su voz se podía apreciar de nuevo esa alegría que lo convertía en uno de los futbolistas más queridos en el cambiador de Mendizorroza. Una alegría que se había apagado en las últimas fechas, como consecuencia de esa situación tan complicada que venía viviendo.

"Es una situación que a nadie le gusta vivir", reconocía el jugador andaluz. "Esta última semana no lo he pasado nada bien. Ha sido muy difícil. Ver que mis compañeros se iban a jugar un partido y a mí me dejaban en Vitoria no era fácil", relata Casares, a quien el club tan sólo concedió permiso para participar en los entrenamientos y que no llegó a disputar un solo minuto en los amistosos de pretemporada que hasta la fecha de su salida había disputado el combinado que dirige Nacho González. "Yo lo he dado todo por este equipo desde el día en el que llegué y al final he recibido un trato que duele, que no creo que sea el que merezco", se lamenta.

Aun así, asegura que no se marcha con rencor. Se ha visto obligado a pasar una página de su carrera en la que cree que todavía podría haber escrito algún renglón más y ya sólo quiere mirar atrás para paladear los recuerdos agradables, que son bastantes, que fue acumulando a lo largo de sus dos años en la capital alavesa.

"Prefiero no guardar rencor, porque al final eso no sirve de nada. Pero sí es cierto que salgo un poco dolido", reconoce nuevo jugador del Real Oviedo. A su juicio, las cosas se podrían haber hecho de otra manera desde las oficinas del Paseo de Cervantes, aun asumiendo que pudiera resultar lícito el interés del club por solicitarle una rebaja de la ficha. "No creo que el trato que se me ha dado en mi salida haya sido el correcto. En todo caso, prefiero quedarme con lo positivo, que ha sido mucho", observa el vaso medio lleno.

En Oviedo se encontrará con otro equipo y otra afición habituados a menesteres más relevantes. Pero, según asegura, no le asusta. Más bien al contrario. Tras haber corrido incluso el riesgo de permanecer una temporada inactivo si no lograba llegar a un acuerdo de rescisión con la entidad albiazul, su nuevo destino le ha permitido recobrar la ilusión. "La verdad es que sí. Estoy muy ilusionado por la oportunidad que finalmente ha surgido de jugar en un equipo con el prestigio del Oviedo", aseguraba.

El menudo extremo gaditano ya ha vivido ese tipo de exigencias en Vitoria. Ahora, a las órdenes de Félix Sarriugarte, vuelve a enrolarse en las filas de otro equipo que parte con la obligación inicial de al menos pelear por el ascenso. "Vengo del Granada, he pasado por el Alavés y ahora el Oviedo. Son todos equipos prestigiosos, con historia en Primera. Y eso significa que también incluyen una mayor exigencia, pero es bonito que la afición transmita esa presión desde las gradas, porque espera el máximo del equipo, que lo devuelvas a donde merece estar", asume. "Como Mendi, el Tartiere es de Champions", recupera la sonrisa.

En Oviedo tendrá además la suerte de contar con un anfitrión de lujo que le permita adaptarse con menos problemas a la rutina del vestuario carbayón. Oscar Martínez, el delantero gallego con el que ya coincidió en la capital alavesa, ha sido uno de sus consejeros a la hora de tomar una decisión. "Ha sido una de las personas con las que hablé y me ayudó a decidirme. Me habló estupendamente de todo", reconoce Casares, que en estos días mezcla pena con ilusión pero que dice querer volver algún día a Mendizorroza. "Por supuesto. Me encantaría volver, aunque sea como rival. Al fin y al cabo, me llevo más buenos recuerdos que malos de Vitoria".