Vitoria. Las sensaciones que ayer vivió la parroquia de Mendizorroza no le son para nada desconocidas a un alavesismo que ya en demasiadas ocasiones esta temporada se ha ido para casa con la sensación de lo que pudo haber sido y no fue. Se ha acostumbrado este equipo a dejar pasar el tiempo para acabar remando contra la corriente en los minutos finales, apelando a la épica y la suerte para acabar recabando, casi siempre, un mísero punto que de todas todas se antoja escaso. El de ayer ante la Gimnástica de Torrelavega fue un nuevo capítulo de esta tendencia a dejarlo todo para última hora. Quien vea la botella medio llena se marcharía contento del estadio del Paseo de Cervantes, pero el que la vea medio vacía seguro que se quedó cargado de dudas pensando que la victoria podía haber sido una realidad de haberse puesto antes el empeño de ese tramo final tan trepidante.

Y es que, en menos de seis minutos, los que van del 87 al 93 que ni siquiera se alcanzó al decidir el árbitro acortar el descuento, el Alavés ofreció mucho más desde el punto de vista ofensivo que en todo el partido disputado anteriormente. A una falta de Salcedo que sacó con muchos apuros Crespo le siguieron una doble ocasión de Geni y la jugada que acabaría terminando con el gol de Javi Rubio que suponía el empate. La presencia en el área rival se convirtió en un agobio y el cuadro cántabro, con uno menos sobre el terreno de juego por la expulsión de Nando, acabó pidiendo la hora. Reacción de pundonor, pero reacción tardía.

Esta tendencia de verse por debajo en el marcador en Mendizorroza y con la obligación de remontar fue una constante en la etapa de Luis de la Fuente. En los dos primeros partidos, contra la Real Sociedad y el Eibar, la reacción fue rápida y apenas hubo sufrimiento, pero posteriormente comenzaron a llegar las decepciones. Los partidos contra Arandina, Zamora -en este el Alavés se puso por delante para verse superado después- y Amorebieta siguieron ese mismo guión, con el cuadro albiazul siendo incapaz de conseguir igualar un marcador adverso hasta que ya apenas había tiempo para conseguir algo más positivo que el empate.

Una igualada cosechó también Granero en su estreno en Mendizorroza, aunque también en ese partido el Alavés golpeó primero. Llegaron después dos cómodas victorias ante Logroñés y Burgos y la llegada de la Ponferradina, a la que tampoco se pudo abordar en noventa minutos, propició la primera derrota en casa. Ayer, ante la Gimnástica, esa desesperación del pasado volvió a brotar. Demasiado tiempo perdido para una reacción insuficiente.