de Fernando a Alex. De Quintanilla a Quintanilla. De Txirri a Txirri. De padre a hijo. De futbolista a futbolista. La tradición balompédica se extiende en la saga de los Quintanilla, donde el fútbol se ha convertido en una herencia. A sus 21 años, Alex da en el Deportivo Alavés los primeros pasos profesionalizados de su carrera. "Ojalá pudiese conseguir la mitad de lo que logró mi padre", asegura. Casi nada lo de su progenitor, formado en Lezama, con experiencia en Primera y en Europa con el Athletic y emigrado después para intentar vivir del fútbol cuando dos graves lesiones de rodilla le hicieron ver que lo tenía difícil entre la élite. Málaga, Marbella, Betis y Elche, antes del año de su retirada de vuelta a casa en el Zamudio, pudieron disfrutar de un central contundente que ahora enseña a su retoño que "honradez y trabajo" son las bases sobre las que se ha de asentar el joven deportista.
Reconoce Fernando que en sus tiempos llegar a la cúspide era mucho más sencillo. Habla desde el conocimiento como exjugador y también como cargo de responsabilidad durante los últimos años en Lezama, auténtica factoría de futbolistas. "La exigencia ahora es mucho mayor porque hay mucha más gente pendiente de los pequeños detalles. Ahora estamos más preocupados por modelar al jugador de forma autómata y se ha perdido la libertad que teníamos antes, cuando no estábamos tan encasillados. Además, cada vez hay más competencia porque hay más jugadores y ahí se ha notado la llegada de muchos extranjeros", explica.
Además de estas dificultades, Alex se ha encontrado a lo largo de su carrera con un sambenito añadido. No es fácil cuando a uno se le señala como el hijo de y contra los prejuicios ha tenido que jugar también el joven valor albiazul. "Tienes la sensación de que hay que demostrar algo más y se te hace duro porque es un punto débil que algunos aprovechan para atacarte, pero tienes cerca a alguien que ha vivido muchas cosas en el fútbol y eso también te sirve como guía", dice Alex al tiempo que Fernando ataja cualquier suspicacia: "En el deporte profesional, o vales o no vales. Nadie juega por ser el hijo del presidente, aunque hay gente que opina sin saber y eso es molesto".
Como a Fernando, a Alex le ha llegado este verano el momento de abandonar Lezama, el que ha sido su hogar durante años a pesar de que su presencia en la cantera del Athletic ha sido discontinua al tener etapas en Danok Bat y Portugalete. Eso sí, ni siquiera ha necesitado hacer las maletas como en julio de 1990 hiciese su padre, cuando se marchó al Málaga con Alex recién nacido.
"Recuerdo que fue un cambio importante en mi vida porque abandonaba la que había sido mi casa durante trece años. Me marchaba para ganarme la vida, para seguir jugando a fútbol y me llevaba también a la familia", evoca Fernando, mientras que Alex recuerda "lo bien que vivía todo el día metido en la piscina". Ahora es al hijo al que le ha tocado emigrar, aunque no demasiado lejos ya que sigue viviendo en Bilbao y viaja a Vitoria con Jon Moya, Azkorra y Sendoa para los entrenamientos.
"Tuve la ocasión de salir fuera, pero cuando te llama el Alavés... Buscaba una experiencia profesional y me he encontrado con un club que institucionalmente es de verdad y donde comparto vestuario con jugadores que han estado en todas las categorías. Es diferente, aunque en el Portugalete ya me tocó vivir momentos complicados, salvando las distancias, eso sí, porque en el Alavés existe la presión de tener a toda una ciudad detrás", explica el jugador albiazul.
La expresión de Fernando cuando su hijo le comunicó que se marchaba del Alavés fue "de sorpresa", pero no le faltó el ánimo y el mensaje de que no bajara los brazos. "Es una persona muy reflexiva cuando toma decisiones y todo lo consulta. Nunca se ha basado en la comodidad. Podía haberse quedado en Lezama o haber buscado otro equipo que le asegurara los minutos, pero ha demostrado que es ambicioso y que quiere crecer. Se ha ido a un club como el Alavés, que está por encima de la categoría en todo, y para él es como una pequeña aventura que le tiene que servir para seguir creciendo", asegura el progenitor, que no se pierde un partido en Mendizorroza.
crítica constructiva Por tener experiencia como jugador y por seguir ligado al fútbol en la formación, las críticas, constructivas, que Fernando le hace a Alex son mucho más valiosas que las que puede hacer cualquier otro padre empeñado en que su hijo es el mejor: "Tiene capacidad para hacer muchas más cosas y le veo, sobre todo como mediocentro, obsesionado con la parte defensiva. Tiene más posibilidades, físicamente es muy fuerte y no debe tener miedo a hacer más cosas".
A pesar de que, como todos los futbolistas, a Alex le gustaría jugar "noventa, noventa y noventa", lo cierto es que se encuentra satisfecho en su experiencia como albiazul: "Uno siempre quiere jugar todo, pero he tenido minutos como pivote y ahora parece que voy a jugar como central, así que me estoy sintiendo como una pieza importante dentro del grupo".
Un dato positivo teniendo en cuenta que en la categoría de bronce la situación de los sub'23 es de relleno en muchos clubes. "Ya cambiaron la norma que decía que era obligatorio tener a seis jugadores de menos de 23 años, pero los que estamos en el fútbol tenemos que proteger mucho más a los jóvenes. El paso de juvenil a senior es el más complicado y tenemos chavales que brillan en juveniles que luego ni siquiera tienen sitio en Tercera. Esto preocupa mucho en el Athletic y también le debería preocupar al Alavés porque aquí tiene derecho a jugar el de cuarenta y el de dieciocho, pero a los jóvenes hay que protegerles, ayudarles y motivarles", reflexiona desde su experiencia en Lezama Fernando.
hora de crecer Centrándose en el aspecto grupal del Glorioso, Alex tiene claro que la situación no es la deseada, pero no es el joven bilbaíno de los que pierden el tiempo lamentándose. "Nadie dijo que iba a ser fácil, pero es que, siendo la situación la que es, estamos a dos puntos del play off y la tendencia es ir para arriba. Vamos a despegar porque estas cosas te hacen más fuerte. Si todo es fácil, cuando vienen mal dadas no sabes reaccionar", defiende.
Mientras tanto, desde fuera Fernando intenta poner el punto de lógica al mal arranque alavesista: "Las pretemporadas son muy importantes y este equipo arrastra un handicap muy importante que hay que tener en cuenta. Meter quince jugadores nuevos es muy complicado y más aún cuando la fase de preparación es demasiado corta. No es el único motivo, pero complica todo".
Quiere desquitarse el Alavés y nada mejor que hacerlo ante el Athletic, un partido el de Lezama, sin duda especial para padre e hijo, aunque Alex ya sabe lo que es enfrentarse al Athletic en otras categorías. Eso sí, Fernando advierte de que el conjunto vitoriano se va a encontrar a unos cachorros desconocidos con respecto a la última campaña. "Es un equipo que juega realmente bien al fútbol y con muchos jugadores que marcan diferencias. Tiene gol, algo que el año pasado escaseaba y si conseguimos mantener este equipo, podemos estar en puestos de play off", avisa.
Esta tarde, Alex defenderá la camiseta del Alavés. Ahí no hay duda. El compromiso es para el padre, que tiene el corazón partido: "Tengo muy claro que soy siempre Athletic, incluso cuando he estado fuera del club, pero mi hijo está jugando en el Alavés y la familia es lo más importante, así que un empate". La sonrisa en casa de los Quintanilla la tendrá que poner Alex ganando en Lezama.