Vitoria. Hay jefe nuevo en la oficina. Como quien empieza el curso de nuevo. Un volver al colegio y comenzar a aprender otra vez. Un día diferente en Ibaia, que tuvo a bien, o mal depende cómo se mire, el recibir a José Carlos Granero, el nuevo entrenador del Deportivo Alavés, con la climatología que suele ser habitual en Vitoria. Cambio en el tiempo y cabe esperar que cambio también en el equipo. Para eso, al menos, se ha contratado al técnico valenciano, que ya desde su primera sesión al frente del grupo trató de inculcar a sus pupilos su particular estilo, su filosofía del fútbol.

Poco más de un día lleva Granero en Vitoria y las primeras horas las ha vivido a contrarreloj, con más cosas que ver y hacer que tiempo para desarrollarlas. Así, tras su presentación, la tarde del martes la dedicó a conocer las instalaciones (desde las de Ibaia a las de Mendizorroza pasando por el Bakh), a entrevistarse con la directiva y a mantener su primer contacto con el resto del cuerpo técnico, los que a partir de ahora serán sus colaboradores más cercanos y los que le tienen que guiar en sus primeros pasos. Tras esa primera jornada de descubrimientos a marchas forzadas, el de ayer ya fue un día de trabajo de campo.

Antes de pisar el césped, y acompañado por el director deportivo Dani Barroso, el nuevo preparador albiazul realizó su presentación ante el vestuario. La palabra tranquilidad fue la más utilizada para con sus nuevos discípulos, ya que sabe el técnico valenciano que todos los cambios son traumáticos y que de la noche a la mañana no se puede transformar en blanco lo que antes era negro.

Fueron apenas quince minutos de presentación antes de comenzar con lo serio. El sol se abría ligeramente sobre el cielo de Vitoria para dar la bienvenida al nuevo inquilino de Ibaia. "Ya lo echaba de menos", exclamaba Granero al volver a pisar de nuevo un campo de entrenamiento después de casi un año alejado de los banquillos desde que fue destituido en la Ponferradina, donde fue relevado mediado el pasado curso por un Claudio Barragán que tampoco pudo sacar a los bercianos de la zona de descenso a Segunda B.

Los primeros ejercicios, con preponderancia para el apartado físico, los condujo, como suele ser habitual, Gonzalo Abando. Mientras el preparador físico dirigía esa parte de la sesión, Granero intercambiaba impresiones con su ayudante, Iñaki Ocenda, a la vez que aprovechaba cualquier resquicio para interesarse por este o aquel jugador. Nadie quiso perderse ayer el estreno del nuevo entrenador y los únicos que se perdieron el entrenamiento, en el que también estaba el joven Alex Vallejo, fueron los lesionados Javi Casares y Pablo Gallardo, con los que antes de la sesión, y junto al galeno Alberto Fernández, también mantuvo una conversación.

No tardó mucho tiempo en ponerse Granero al frente del grupo. "Os aviso: soy muy pesado", les advirtió a los jugadores. Aviso que se pudo constatar como real en unos pocos minutos. Corregir las cosas que se hacen mal y aplaudir cuando algún aspecto se ha trabajado bien fueron dos de las cualidades que mostró el nuevo preparador albiazul, que también empezó a enseñar los primeros esbozos de su ideario futbolístico cuando puso el balón en los pies de los jugadores para realizar diversos ejercicios ya con situaciones de juego reales.

Gran exigencia táctica "En el fútbol hay dos velocidades: cuando tenemos balón y cuando no lo tenemos. Cuando no tenemos el balón hay que ir a muerte a recuperarlo, tenemos que trabajar todos para que un compañero se aproveche y robe el balón. Cuando recuperamos, no podemos perder rápido el balón porque entonces solo jugaríamos a una velocidad", explicaba de viva voz, aunque sin caer en el grito, el técnico valenciano, a la vez que se dirigía individualizadamente a los jugadores para corregir los fallos que iba viendo de una manera un poco más personalizada.

Dibujó en sus primeros ejercicios Granero lo que puede ser un 4-4-2, quedando bastante claro que el nuevo preparador alavesista va a intentar sacar partido a los enormes recursos que tiene su plantilla y entre los que destaca sobremanera la presencia de tres arietes como Azkorra, Geni y Jito. Eso sí, lo que parece claro es que no es el valenciano de los que empiezan la casa por el tejado. Los cimientos deben ser defensivos y ahí es donde centró gran parte de sus explicaciones.

Así, advirtió a sus pupilos de la importancia de "despejar hacia las bandas y no hacia el centro", de la peligrosidad de perder balones en el centro del campo porque "es una zona de seguridad y genera un contraataque; en la banda se puede hacer cualquier cosa, pero en el centro no" o de la necesidad de acabar todas las jugadas ofensivas con remate para no propiciar la rápida salida del rival. También hubo lugar para que el valenciano dejase alguna frase lapidaria, como la que dedicó a una defensa que en un ejercicio no tenía demasiado claras sus ideas: "Organizaos, que parecéis cuatro en el Oeste".

"Llevamos dos horas juntos y vamos entendiendo conceptos", felicitaba Granero a sus jugadores ante la atenta mirada de una veintena de seguidores alavesistas que contemplaban con buenos ojos el cambio de timonel en la nave albiazul.

Fueron los de la mañana noventa minutos de trabajo en los que la intensidad de los jugadores se vio incrementada en varios puntos con respecto a semanas precedentes y que tuvieron continuidad por la tarde con una nueva sesión, que estuvo centrada en el apartado táctico, sobre todo a nivel defensivo.

Así, Granero explicó a los jugadores cómo replegarse -dibujó claramente dos líneas de cuatro con dos delanteros arriba-, juntando siempre las líneas para dejar muy pocos espacios por el centro, y también cómo realizar la salida del balón, buscando ahí sí los huecos y la apertura a las bandas. Insistió el preparador albiazul con la necesidad de presionar desde arriba e ir a morder desde los primeros metros del campo. Así, diferenciando en sus ejercicios "lo correcto y lo incorrecto", Granero completó su primera sesión, sentando las bases de trabajo para el futuro.