Vitoria. En el fútbol hay apellidos de peso. En San Sebastián, Kodro es motivo de reverencia y sinónimo de gol. 73 dianas en cuatro temporadas brillantes son el motivo. El exalavesista, entrenador de la Real Sociedad B, próximo rival albiazul (sábado 20.30), hizo debutar a su hijo la pasada jornada. El bosnio no sólo encontró en Donosti la portería, además halló un hogar adoptivo. Su hermano y parte de su familia se han mudado también a la capital quipuzcoana, donde se instaló definitivamente en 2001 tras cerrar su carrera como jugador. Allí nació hace dieciocho años su hijo Kenan, a quien hoy dirige. Al igual que su padre, juega de delantero. Un poco más alto que su padre, mejor técnicamente y con clase a raudales pero con menos gol. De apariencia fría en el terreno de juego. Esa es la radiografía de un futbolista que ya ha pasado por las categorías inferiores de España, siendo convocado por la selección sub'16 hace tres años, un combinado que entrenaba el vitoriano Aitor Karanka.
Los inicios de Kenan Kodro en el fútbol base se cruzan con la vía que tomó su padre, hace ya una década, para comenzar su carrera en los banquillos: el Antiguoko. La factoría guipuzcoana de talento. Xabi Alonso, Arteta, De Pedro o Aduriz despuntaron en una cantera que parece inagotable. Kenan podía haber entrado antes en la Real Sociedad, no obstante, su padre prefirió el abrigo del Antiguoko antes que la exposición constante que iba a tener en Zubieta con motivo de su ilustre apellido. En cualquier caso, los caminos de Meho, Kenan y la Real estaban destinados a encontrarse. El padre, en dos etapas. La primera en el primer equipo tuvo sabor agridulce. Kodro actuó de segundo de Bakero en la temporada 2005-06, consiguiendo la permanencia. Sin embargo, los malos resultados condujeron a su cese en los primeros compases del curso siguiente. La segunda le lleva hasta ahora. Dos temporadas en el juvenil de Honor y con la presente dos en el Sanse. Cuatro años. Los mismos que lleva Kenan, quien en su último año como juvenil ya es miembro del filial realista.
banquillo de anoeta Padre e hijo están en dos fases diferentes en sus respectivas carreras. El benjamín tendrá una temporada de adaptación a la categoría, en la que disfrutará de protagonismo moderado. En la jornada inaugural disputó doce minutos. La trayectoria en los banquillos de Kodro comienza a asomarse a otras cotas de mayor demanda. Tras su corta experiencia como seleccionador nacional de Bosnia, su sitio está en casa. El técnico está muy bien valorado en los despachos de la Real Sociedad y el exdelantero terminará siendo entrenador del primer equipo. Una situación que estuvo cerca de materializarse la campaña pasada, con un Martín Lasarte en el alambre que finalmente salvó su trabajo con una victoria ante el Sporting de Gijón. Kodro era la carta que tenía en la recamara la directiva txuriurdin, que finalmente cesó al entrenador uruguayo finalizada la temporada.
Por ahora sigue en el filial, donde este año tendrá que lidiar con el complicado binomio padre-entrenador, una coyuntura generalmente compleja, como ilustran los ejemplos de Jordi Cruyff y de Adrián González, hijo de Michel. El primero, notable exalavesista, siempre estuvo bajo sospecha en el Barcelona por ser hijo de. Johan le hizo debutar, y cuando fue cesado, el jugador siguió el mismo camino de salida. Especialmente incómoda fue la temporada que vivió Adrián jugando a las órdenes de su padre en el Getafe. El centrocampista pronto se convirtió en el blanco de una afición que le catalogó de enchufado. Tuvo que salir del club madrileño.
La de Meho y Kenan parece una historia más sencilla. El filial está alejado de los focos, de la presión y de la exigencia de un equipo de Primera. Se da un mejor ecosistema. El entorno perfecto para el crecimiento. Como entrenador y jugador. Como padre e hijo.