Lugo. Punto final a una temporada que ya forma parte de la historia del Deportivo Alavés. Habrá que esperar a la siguiente, a la 2011-12, para intentar hacer un nuevo asalto a Segunda División. Las esperanzas de recuperar la gloria perdida se esfumaron por completo en Lugo en un partido en el que el cuadro albiazul se vio desbordado por la calidad combinativa del juego lucense, sobresaliente a la hora de aprovechar los errores defensivos visitantes, y en esta ocasión ni siquiera la casta y el orgullo pudieron obrar un milagro que se rozó gracias a una racial reacción final que debía haber llegado mucho antes. Tiempo para el lamento, para recordar las oportunidades erradas en la ida, y también para la reflexión y para pensar en un futuro que sigue teñido de un color demasiado oscuro porque todos los problemas que rodean al club continúan sin disiparse a pesar del inexorable paso del tiempo, que en este caso no cura.

La apuesta del Alavés no suponía ninguna novedad porque fue la misma que ha repetido en todo el play off. Regresó Álvarez Tomé al 4-1-4-1 que ya utilizó en Melilla, pero el Lugo no se quedó atrapado en esa tela de araña tejida sobre el centro del campo. No fue el nivel de intensidad el mismo mostrado anteriormente y, por momentos, pareció el cuadro albiazul decidido a nadar y guardar la ropa en busca de una ocasión que fuese la definitiva. Pero, en esta ocasión, el Lugo cogió el balón y lo condujo hacia zonas de peligro buscando uno de esos fallos de la zaga albiazul que parecían olvidados.

Las ayudas de los centrales servían para taponar las vías de agua en los primeros minutos, pero demostraba el Alavés que estaba sobre el alambre al no ser capaz de conservar el balón sus intentos de irse hacia arriba en los que los yerros primaban.

De esas dificultades para sacar el balón jugado con un mínimo de seguridad sacó provecho el Lugo, aunque no fue por su banda derecha como cabía esperar por el desarrollo del partido. Un robo del lateral zurdo, Manu, cogió desprevenida a la zaga albiazul. El centro encontró la cabeza de Iván González en el centro del área, quien no tuvo oposición para marcar con un cómodo cabezazo con dieciocho minutos jugados.

Cumplida ya la obligación de marcar, el Lugo arrió velas y apostó por un juego mucho menos arriesgado que en del inicio del partido, lo que permitió al cuadro albiazul un respiro defensivo. Eso sí, las llegadas eran contadas y las oportunidades más claras llegaron a balón parado.

El arranque de la segunda parte, con la entrada de Óscar Martínez, avanzaba un cambio de guión con el Alavés yéndose a por el partido como no lo había hecho antes, pero se cruzó la fatalidad y de dos faltas no señaladas a favor brotó una contra perfectamente culminada por Arroyo. En el minuto 53 sólo valía la épica.

Echó mano de corneta y tocó a rebato El Glorioso, pero ahí estaba el muro infranqueable de Escalona una y otra vez. El único balón que dejó suelto, tras paradón a Casares, lo aprovechó Jito para meter el miedo en el cuerpo a los lucenses. Quedaban veinte minutos, pero ahí se acabó el acierto, escaso a lo largo de esta eliminatoria. Se intentó, con más corazón de cabeza y más casta que fuerzas, pero el balón se empeñaba en no convertirse en gol y tampoco quiso el árbitro ver algún penalti de los dos reclamados. Triste final a una temporada que deja un enorme sinsabor porque este equipo tenía mucho más recorrido y queda el regusto de la oportunidad perdida. La gloria tendrá que esperar.