Vitoria. Mantener la categoría en Segunda División B se ha convertido en un objetivo cada vez más complicado para el Guijuelo. En la quinta temporada consecutiva del cuadro chacinero en la categoría de bronce del fútbol estatal, los problemas con respecto a campañas precedentes siguen creciendo. Hace un par de cursos el cuadro salmantino se convirtió en una de las grandes revelaciones de la categoría y estuvo rozando el play off de ascenso para acabar en novena posición, pero la pasada temporada inició un particular descenso a los infiernos que evitó sobre la bocina y esta tendencia negativa no ha podido ser revertida en el arranque de este nuevo curso en el que el empate, un resultado muy habitual históricamente en los compromisos del Guijuelo, se ha convertido en su gran lastre para escalar en la tabla.
Con nueve igualadas en su casillero, el cuadro salmantino solo se ve igualado por el Recreativo de Huelva, único equipo dentro de las tres primeras categorías del fútbol estatal (Primera, Segunda y Segunda División B) que cuenta con unas cifras idénticas al equipo charro. El problema es que, desde el cambio en el sistema de puntuación, el empate es muy perjudicial para sus protagonistas y, en este sentido, el Guijuelo se está llevando la palma.
La pasada temporada la salvación para el Guijuelo llegó en un play off de descenso dramático ante el Espanyol B en el que incluso hubo una acusación de intento de compra de partidos que tuvo como implicados a dos exalbiazules como César Caneda y Gabri Gómez.
El verano no sirvió para reconducir la situación y la marcha del banquillo de Carlos Pouso, quien ejerció de revulsivo en el tramo final de la temporada, fue suplida por un José Antonio Cazalilla que fue destituido tras la derrota en la visita a la Peña Sport. El relevo lo tomó su hasta entonces ayudante, José María Hernández, pero la situación no ha variado un ápice y sus dos partidos al frente del equipo se han saldado con sendas derrotas. Un nuevo tropiezo mañana contra el Alavés podría propiciar un nuevo cambio en el banquillo.
Eso sí, a pesar de enfrentarse al farolillo rojo, el cuadro vitoriano no puede fiarse en exceso de un rival al que le cuesta hacer goles (sólo ha marcado once en lo que va de temporada) pero al que también es muy complicado superar tal y como demuestran sus nueve empates.
La cifra de goles encajados, diecisiete, no resulta llamativa, pero lo cierto es que la mayoría de las dianas en contra ha llegado en las seis últimas jornadas. Durante sus diez primeras comparecencias ligueras, el cuadro salmantino solo recibió cuatro goles en contra, una clara muestra de su potencial defensivo.
Además, para completar esta particular ensalada, el Alavés tendrá que adaptarse una vez más a una hierba artificial que en el caso del estadio municipal de Guijuelo, al tratarse de un campo con césped sintético de primera generación, se encuentra en muy mal estado.