Vitoria. Alfredo Ruiz de Gauna ha querido salir al paso de los numerosos rumores que en los últimos días han surgido en torno a su posible salida de la directiva del Deportivo Alavés. El presidente de la entidad albiazul, que en estos ocho meses no ha encontrado apoyo ni complicidad en las instituciones, ha denunciado el maltrato que, a su juicio, está sufriendo la junta que encabeza. El propietario del Grupo Bidasoa, un tanto tocado por la convulsa situación en la que se ha visto envuelto desde su entrada en el consejo de administración del club, está decidido a echarse a un lado y permitir la entrada de otros inversores. Ahora bien, asegura que quiere recuperar el dinero que en su día inyectó en las maltrechas arcas del club vitoriano.

El consejo de administración del Alavés ha denunciado "el trato al que está siendo sometida la directiva", en lo que a juicio de la familia Ruiz de Gauna resulta "una maniobra oscura por desacreditar su honestidad y solvencia gestora, ya que su único interés ha sido desde el comienzo luchar por el bien del Deportivo Alavés".

El máximo dirigente albiazul se ha hartado de los reveses que ha recibido desde que sustituyó a Fernando Ortiz de Zárate al frente del club. Y está dispuesto a vender su paquete accionarial, aunque no a cualquier precio. Según aseguran desde las oficinas del Paseo de Cervantes, las acciones que poseen Ruiz de Gauna y Asarta tienen un precio que ronda los 1,2 millones de euros (algo más de un millón correspondiente al presidente y cerca de los 200.000 por parte del propietario del restaurante Olarizu). En esos parámetros pretende moverse en las negociaciones la familia Gauna, que insiste en que, toda vez que no han hallado la colaboración que precisaban para rescatar al club, tienen todo el derecho a recuperar la inversión efectuada hace ahora ocho meses.

El problema para los actuales rectores del Alavés es la postura inamovible que ha adoptado la Diputación, así como la diferente perspectiva con la que encara una futura negociación el único grupo inversor que parece en condiciones de tomar el relevo, el que tiene como cabeza visible a Josean Querejeta. Por un lado, los dirigentes forales, que han cerrado cualquier vía de ayuda a la familia Gauna desde su entrada, sólo accederán a aportar oxígeno al club si el presidente cumple el requisito de iniciar un nuevo proceso de ampliación de capital abierto. Por el otro, la distancia que existe entre lo que Gauna quiere pedir por sus acciones -como es lícito- y lo que pretenden ofrecerle se encuentra actualmente muy distante.

Aunque todavía no se han producido encuentros formales para tratar las cifras concretas, fuentes consultadas por este periódico confirman las que se manejan en el grupo de empresarios liderado por Querejeta suponen casi una cuarta parte del valor estimado por la familia Gauna, que corre el peligro de quedarse con ellas, y sin poder efectivo en el club, si al final otro inversor entra en la ampliación de capital y se hace con el control de la mayoría. En esta tesitura, y a la espera de ofertas concretas, Ruiz de Gauna confía en, siquiera a la hora de su salida, recibir un gesto amigo después de tantos reveses.