El catedrático de Farmacia, investigador y emprendedor analiza un camino “con altos y bajos, pero positivo”, que arrancó en el año 2000 con la elaboración de su tesis doctoral y tuvo su siguiente hito solo dos después, cuando inició su etapa como docente en la universidad pública vasca. Gorka Orive repasa también un presente lleno de proyectos y mira a un futuro ilusionante.

¿Cómo valoraría en pocas palabras el camino recorrido?

Ha sido un camino intenso. Yo creo que en la universidad se necesita constancia, incluso persistencia. Ha sido un camino con altos y bajos, pero positivo. Con la posibilidad de conocer anualmente nuevas hornadas de estudiantes. Pasado todo este tiempo, me sigue gustando impartir mis clases, pero lo que me genera la vida es la investigación. Tanto por los temas que he tratado como por las personas que he ido conociendo.

¿Qué tiene entre manos ahora?

Hay varios proyectos, pero lo más significativo está siendo potenciar las dos principales líneas de investigación que a lo largo de estos años me han ido dando frutos: la biomedicina, las bioterapias; y la farmacia sostenible, que comparto con Unax Lertxundi, haciendo hincapié en el impacto medioambiental de los medicamentos. Aparte, también me apasiona el emprendimiento y sigo con un proyecto de diagnóstico temprano de Alzheimer a partir de la saliva, en Geroa Diagnostics, que empezó hace una década. Estos son los tres escenarios, pero hay mucho trabajo más.

Por partes, hablando en primera instancia de ese impacto ambiental de los medicamentos, ¿ha comenzado a actuarse ya de forma efectiva para revertir este problema?

Esta es una área a la que le queda todavía mucho recorrido de implementación, pero en la que está empezando a haber cambios muy notables. El concepto de la descarbonización ha llegado al sector farmacéutico, está habiendo cambios importantes, por ejemplo, en los inhaladores, y la nueva normativa europea también está marcando un camino de transición para la industria. Poco a poco todos esos agentes de interés van dando pasos hacia una farmacia más sostenible. No es sencillo, le queda tiempo, pero sí que hemos visto algunos cambios en estos seis años de trabajo. 

¿Y en qué ámbitos está trabajando en el ámbito de la biomedicina?

Aquí desarrollamos sistemas basados en materiales, a veces en factores de crecimiento, y empleamos sistemas de bioimpresión 3D para favorecer la regeneración tisular. Tengo proyectos en hueso, en piel o en tejido cardíaco y cuento con la colaboración y la experiencia de 20 años en BTI de la mano de Eduardo Anitua, con el que colaboramos sinérgicamente y al que estoy muy agradecido. Esta es una línea que anualmente genera proyectos y publicaciones muy interesantes.

En lo que respecta a Geroa, ¿están encontrando nuevos avances en la lucha contra el Alzheimer?

Este es un campo complicado, pero en estos últimos años sí que se ha ido desarrollando más la parte del diagnóstico de la enfermedad. Por ejemplo, han aparecido ya biomarcadores en sangre. Nosotros proponemos también algo diferencial y complementario, que es la saliva, que lo que busca es ayudar en la identificación cuanto antes de los pacientes que tienen la enfermedad. Es verdad que todavía falta un medicamento curativo, pero hay también un trabajo importante entre medias para fomentar medidas no farmacológicas: el deporte, la alimentación o una actividad cognitiva que haga que los pacientes, digamos, no empeoren tan rápidamente.

¿De qué salud goza a día de hoy la investigación en Álava? Siendo un territorio de pequeña población, cuenta con un ecosistema muy rico.

Sí, es un ecosistema rico aunque no exento de dificultades, porque es muy competitivo y somos la población que somos, tenemos los recursos que tenemos y siempre hay camino para la mejora en cuanto a determinadas infraestructuras o líneas de investigación. Pero tenemos una posición que de forma general ha ido mejorando tanto a nivel universitario como incluso en lo que se refiere a las nuevas empresas. Ahí está el Parque Tecnológico de Miñano, donde hay unos proyectos muy interesantes y una apuesta también del Gobierno Vasco por fomentar la investigación, que es lo que al final nos va a dar innovación.

Gorka Orive, durante su encuentro con NOTICIAS DE ÁLAVA.

Bajando a un terreno más cercano, ¿qué le falta al sistema universitario local para dar un paso más en el ámbito de la investigación?

Siendo el hermano pequeño de la universidad –respecto a Bizkaia y Gipuzkoa–, hay que seguir trabajando para mejorar, quizás, en algunas infraestructuras y un poco más en reconocimiento. Pero creo que se está trabajando de una manera interesante. A lo largo de estos últimos años se han formalizado convenios cada vez más relevantes. También se han ido generando, por ejemplo, las aulas-empresa para incorporar el talento de las empresas. Yo tengo la suerte de dirigir un aula-empresa de Amvisa con la que estamos investigando aspectos muy interesantes. Y los ratios indican también que somos un grupo muy potente en el área de Farmacia dentro de la universidad. Creo que vamos en una buena dirección.

¿Percibe en sus aulas que hay una buena cantera investigadora pese a la caída de población y alumnado?

Yo estoy contento con los doctores que puedo tener cerca. Ya he dirigido 19 tesis doctorales y es verdad que a veces echo de menos tener más oportunidades para que todo ese talento pueda mantenerse en nuestro ámbito investigador, pero es complicado. No siempre hay oportunidades, lógicamente, para todos y todas. Es cierto que, a lo largo de estos años, a través de programas de atracción de talento, como los de Ikerbasque, contamos con perfiles de investigadores cada vez más interesantes a nuestro alrededor, pero es complicado que toda la añada de doctorandos tenga después un hueco en investigación. Muchos se dirigen nuevamente a farmacias o a la industria, lo cual tampoco está mal, pero yo siempre tengo pena de no poder retener conmigo a todos esos investigadores que están aquí tres, cuatro o cinco años. 

¿Es por una falta de ayudas o becas?

El camino de la investigación es exigente. A veces implica tener que irte tres o cuatro años fuera y mejorar mucho el currículum para intentar venir con alguna de estas ayudas bien nacionales o bien del País Vasco, que son altamente competitivas. Para retornar y tener una posición hay que hacer peregrinación fuera, lo cual es complicado, exigente, y a veces toca en un momento vital donde es una decisión muy complicada. No todo el mundo la puede tomar porque tampoco existe una certidumbre total.

¿Cuál es su principal reto profesional para los próximos 25 años? 

No sé si serán tantos, pero quiero seguir manteniendo la ilusión. Lo que me hace venir con ánimo todos los días es, sin duda alguna, estar ilusionado. Una ilusión que procede, en muchos casos, de la gente que tengo alrededor. Quiero trabajar mucho para seguir conformando grupos de investigación donde haya una buena relación humana e intentar, en la medida de lo posible, seguir aportando proyectos de calidad para que cosas que se hacen en Vitoria Gasteiz, en esta universidad, puedan tener algún tipo de repercusión nacional o incluso internacional y mejorar la calidad de vida de la gente. Quiero seguir en ese camino. Tener la salud, la energía y las ganas de poder hacerlo.