Según la Asociación Celíaca de Euskadi (ACE/EZE), se estima que en la Comunidad Autónoma Vasca hay unas 20.000 personas con enfermedad celíaca, de las cuales aproximadamente 2.000 residen en Álava. Se trata de una enfermedad autoinmune desencadenada por la ingesta de gluten en personas genéticamente predispuestas, muchas de las cuales permanecen sin diagnosticar. Aunque su prevalencia ronda el 1 % de la población tanto en España como en Europa, los especialistas advierten de un incremento en los diagnósticos, especialmente en niñas y niños.

De manera general, este aumento en los diagnósticos se debe a varios factores, siendo dos los más relevantes. Tal y como explica la doctora María Legarda, especialista en Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Infantil de IMQ, “en primer lugar, hoy contamos con mejores herramientas diagnósticas, lo que nos permite identificar más casos, incluyendo formas atípicas o asintomáticas”.

Además, la especialista apunta a los factores ambientales como otro elemento de peso: “Los cambios en los hábitos de vida y en la dieta, así como la exposición a infecciones durante la infancia, podrían influir en el desarrollo de la enfermedad”.

Base genética y origen aún desconocido

Para que se desarrolle la enfermedad celíaca deben concurrir tres elementos clave. Por un lado, una predisposición genética –ser portador de los genes HLA-DQ2 o HLA-DQ8 incrementa el riesgo–; por otro, el consumo de gluten, una proteína presente en cereales como el trigo, la cebada, el centeno y, en algunos casos, la avena. Y, finalmente, tal y como añade la Dra. Legarda, “es necesario que exista un factor desencadenante aún desconocido que active el desarrollo de la enfermedad en personas predispuestas”.

Desde la infancia

Aunque puede manifestarse a cualquier edad, los primeros síntomas suelen aparecer en torno a los 24 meses. La enfermedad afecta más a niñas que a niños, con una proporción aproximada de 1,5 a 1. “Los más pequeños pueden presentar diarrea crónica, distensión abdominal, estreñimiento, heces pálidas, retraso en el crecimiento, bajo peso, talla baja, anemia ferropénica, apatía, irritabilidad y problemas dentales”, explica la doctora. En el caso de los adolescentes, los síntomas más habituales incluyen dolor abdominal recurrente, estreñimiento, anemia ferropénica y retraso puberal.

Desde el 2012, algunos menores pueden ser diagnosticados sin biopsia si presentan niveles muy elevados de anticuerpos

Se calcula que los familiares de pacientes celíacos tienen un riesgo diez veces mayor de desarrollar la enfermedad. “Hoy en día hay cada vez más pacientes asintomáticos en el momento del diagnóstico”, advierte Legarda, quien añade que existen grupos con mayor riesgo, como los familiares de primer grado, personas con déficit de inmunoglobulina A, síndrome de Down, diabetes tipo 1 o tiroiditis autoinmune.

“La celiaquía es un desafío gestionable con información adecuada y apoyo comunitario. Como especialista en gastroenterología pediátrica, animo a las familias a buscar diagnóstico temprano ante cualquier síntoma o sospecha, para garantizar un desarrollo saludable del menor”, declara la doctora. También remarca la importancia de diferenciar entre enfermedad celíaca y sensibilidad al gluten no celíaca.

Diagnóstico y tratamiento

El diagnóstico incluye pruebas serológicas, biopsias intestinales y estudios genéticos. Desde 2012, algunos menores pueden ser diagnosticados sin biopsia si presentan niveles muy elevados de anticuerpos y cumplen criterios clínicos específicos. 

Los primeros síntomas suelen aparecer a los 24 meses y afecta más a niñas que a niños con una proporción de 1,5 a 1

En cuanto al tratamiento, la única medida efectiva consiste en eliminar completamente el gluten de la dieta: “Esto permite la regeneración del intestino y evita complicaciones como la osteoporosis o los linfomas. Incluso trazas mínimas de gluten pueden provocar reactivación de la inflamación”, aclara la especialista.

Uno de los principales reclamos de la Asociación Celíaca de Euskadi es el impacto económico que supone la cesta de la compra sin gluten. Según el último informe de precios elaborado por la Federación de Asociaciones de Celíacos de España (FACE), una familia con al menos una persona celíaca gasta de media 997,85 euros más al año en alimentación respecto a una familia sin esta condición.