Nagel y Ángel. Ángel y Nagel. Podría parecer un juego de palabras, pero son los nombres de los hermanos Nalda; los propietarios de un verdadero lugar de culto musical en el Casco Viejo. Un espacio de casi peregrinaje para todo aquel que no solo quiera sentir y disfrutar de la música; sino tocarla y hacer que forme parte de la banda sonora de su vida como a ellos mismos les sucede.
Vinylora es el nombre de este acogedor local ubicado en el número 19 de la calle Correría de Vitoria-Gasteiz donde la música no deja de sonar en todo momento. Unas notas donde no se distingue género musical alguno y que proceden en su mayor parte de la ingente cantidad de vinilos cuidadosamente seleccionados por esta pareja de hermanos a los que les une la sangre, la música y desde el año 2019 también su sueño como emprendedores de su propio negocio con esta tienda de vinilos.
¿Estás loco?
Esta fue la respuesta que el menor de los hermanos, ‘Txiki’ como prefiere que le llamen, le dio a su hermano mayor Nagel cuando este le propuso dar un nuevo rumbo vital y profesional a las vidas de ambos montando algo que estuviera relacionado con la pasión que compartían desde niños. En el caso del más veterano, tras varias décadas en una fábrica era el momento de cambiar de senda laboral y nada mejor que hacerlo de la mano de su hermano pequeño. Este último compaginaba por aquel entonces su trabajo como camarero con su trabajo como guitarrista en distintos grupos musicales. Hoy en día sigue tocando este instrumento en tres formaciones.
No ha sido, por tanto, casualidad todo lo que la música ha significado y sigue significando para él y para su hermano Nagel.
Volviendo a la propuesta (que casualmente tuvo lugar tras un concierto), esa especie de locura se transformó en un sueño que abrió sus puertas en el año 2019. Preguntando a ambos si se habrían embarcado en este proyecto con otra persona que no fuera su hermano, la respuesta es obvia. Esto solo podía salir adelante si lo hacían los dos juntos…
Y por ahora les funciona; vaya que, si les funciona ya que se han convertido en todo un referente en la cultura del vinilo en la ciudad, así como en la escena cultural de la capital. Vinylora también es el espacio perfecto para todo tipo de presentaciones y eventos.
"Como músico, conozco lo difícil que resulta tener un sitio en el que dejar las copias y creemos que Vinylora es un punto que resulta familiar y en el que las bandas pueden venir a presentar sus trabajos ante el público y la prensa y dejarlos aquí para su venta. Desde que abrimos la tienda hemos querido darle sentido a eso y poco a poco se ha ido creando un gran ambiente musical", comenta orgulloso el menor de los Nalda.
Apreciando lo tangible; lo que permanece
Sin embargo, en su cuidado rinconcito como ellos lo llaman no todo fue un camino de rosas al principio. A los comienzos duros que se suponen en todo inicio de un negocio (donde contaron con el asesoramiento de la Fundación Gaztenpresa de LABORAL KUTXA) se sumó una pandemia mundial que hizo que cerraran sus puertas cuando apenas llevaba un año de andadura. Un momento de incertidumbre y de meses muy duros que se transformaron en toda una declaración de intenciones por parte de todos los clientes y amigos que siguieron confiando en ellos y en el valor de la música que se puede tocar, que se aprecia de una forma más pausada y que se disfruta sin prisa alguna. Aquí la velocidad y el ritmo vertiginoso quedan de puertas para afuera.
Echando la vista atrás, los hermanos Nalda confiesan con orgullo que Vinylora es un sueño hecho realidad tras mucho esfuerzo, dedicación, ganas e ilusión. Un proyecto común que nace y se mantiene vivo gracias a su melomanía y a su gusto por tratar la música con cariño y devoción.
Y esto mismo se nota en el trato que dispensan a todo aquel que cruza las puertas de su tienda buscando una recomendación, una pieza para su viejo tocadiscos, un tesoro vintage entre una torre de vinilos, cassettes y CDs o una joya por descubrir del extenso catálogo de álbumes que llenan sus estanterías. Es en estas donde se encuentran, con permiso del resto, indispensables como ‘Grace’ de Jeff Buckley, el ‘Black Album’ de Metallica, cualquier disco de Faith No More o propuestas más actuales como Adrianne Lenker, Geordie Greep, Biznaga o Izaki Gardenak.