La primera fase del largo desmantelamiento de la central de Garoña continúa dando pasos.
La Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa) ha finalizado ya la carga y el traslado de los cinco primeros contenedores de combustible gastado de la vieja planta desde la piscina ubicada en su edificio de contención hasta el Almacén Temporal Individualizado (ATI), el 10,2% de los que albergará en total.
Operaciones de carga
De forma paralela, la propietaria de Garoña en este periodo final de su existencia ha sacado igualmente a concurso las operaciones de carga de los 44 depósitos que todavía están por llegar a las instalaciones, y que irán a parar también al ATI situado en el propio recinto de la central.
El director del desmantelamiento de la planta, Manuel Ondaro, detalló en el último Comité Local de Información celebrado en el Ayuntamiento del Valle de Tobalina el proceso de llenado de estos enormes depósitos y otras novedades incluidas en esta etapa inicial del proceso, como que ya se han realizado ocho expediciones de residuos radiactivos de la etapa operativa de Garoña con destino al centro de almacenamiento ubicado en El Cabril (Córdoba), que está especializado en la gestión de desechos de baja y muy baja actividad.
Distintas obras de mejora
Además, se han llevado a cabo diferentes obras de mejora y puesta a punto en algunas instalaciones del complejo, como en el edificio auxiliar de material usado (EAMU), que alberga el antiguo simulador de Garoña y ha sido reconvertido en taller de factores humanos. Igualmente, el centro de información se encuentra en pleno proceso de reforma.
Según los datos facilitados hasta ahora por Enresa, el desmantelamiento de Garoña va a obligar a gestionar un total de 7.000 toneladas de residuos solo durante esta primera fase.
Rumbo a Córdoba
La empresa estatal únicamente almacenará en el ATI los que tengan carga radiactiva, mientras que los de muy baja, baja y media actividad serán trasladados a la citada instalación cordobesa. Los cinco contenedores ya instalados en el ATI se encuentran cargados con 52 elementos combustibles cada uno.
Los 44 restantes, que se están fabricando en Cantabria, comenzarán a ser llenados de aquí a los primeros meses de 2027, según las estimaciones de la planta. Los 49 contenedores que habrá en total en el almacén temporal albergarán 2.505 elementos combustibles. A ellos se sumarán otros cinco o seis depósitos cargados con otros materiales de alta actividad radiactiva y que también irán a parar al propio ATI, aunque ya en una segunda fase.
El proceso de desmantelamiento de la planta se prolongará durante un mínimo de diez años y necesitará una inversión de 475 millones de euros, según las cifras que han trascendido hasta ahora.
Inaugurada en 1981, Garoña tuvo una potencia instalada de 466 MW hasta su desconexión de la red eléctrica en diciembre de 2012. El cese definitivo de explotación se declaró en julio de 2013, aunque no fue hasta agosto de 2017 cuando el Gobierno central, tras una última solicitud de renovación de la autorización de uso por parte de la anterior propietaria –Nuclenor–, ratificó el cierre irreversible de la planta.
Trabajos preparatorios
En ese momento, Enresa comenzó los trabajos preparatorios del desmantelamiento y a diseñar un proyecto que consta de dos fases y se extenderá, como ya se ha dicho, a lo largo de una década.
En la primera, la actualmente en marcha (2023-2026) se desmontarán los sistemas, estructuras y componentes del edificio de turbina y se acometerán las modificaciones de sistemas e instalaciones necesarias para la gestión de los residuos resultantes. A la vez, se evacuará el combustible gastado desde la piscina hasta el ATI.
En la fase 2 (2027-2033), ya con buena parte del combustible en el almacén temporal, se abordará el desmantelamiento final de los edificios de carácter radiológico.
Hasta la fecha, la central ha procedido a analizar las toneladas de materiales que va a tener que gestionar en este largo proceso. De ellos, el 87,92% se corresponden con elementos radiactivos que requieren de una gestión especializada.
4.027 toneladas
Durante la primera fase ya en marcha, los responsables del desmantelamiento de Garoña gestionarán una cantidad cercana a las 4.027 toneladas de residuos radiactivos.
De ellas, 244 corresponderán a los denominados RBMA, residuos de baja y media actividad, que pueden ser desde herramientas hasta ropa de trabajo pasando por otros materiales y que se enviarán a las instalaciones de El Cabril. Se trata de restos que reducen su radiactividad a la mitad en menos de 30 años.
Aparte, hay otras 1.721 toneladas de las catalogadas como RBBA que precisarán de menores requisitos para su gestión, que se realizará igualmente en el almacén cordobés. Tras cinco años de almacenamiento, este tipo de materiales se considera ya exento de radiactividad.
El transporte hacia el almacén de El Cabril, el único de residuos radiactivos de baja y media actividad de todo el Estado, se realiza por carretera. Los desechos provenientes de Garoña se almacenarán allí en contenedores de hormigón fabricados a prueba de terremotos y guardados en celdas construidas en enormes naves.
La central nuclear de Garoña se está esmerando en socializar su largo desmantelamiento. Un nutrido grupo de asociados al colectivo Ecologistas en Acción, así como varios representantes del Instituto para la Transición Justa (ITJ), tuvieron la oportunidad de conocer in situ hace poco más de un mes el corazón de unas instalaciones que, bajo las directrices de la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa), encaran la primera fase de un proceso que se extenderá durante alrededor de una década. Organizados en sendas visitas guiadas que se desarrollaron los días 10 y 11 del pasado julio, las personas asistentes pudieron conocer algunos de los espacios esenciales de la instalación, tales como la sala de control, el edificio del reactor o la piscina de combustible. Asimismo, visitaron el edificio de turbina, que a lo largo de esta fase será reacondicionado como nuevo edificio auxiliar de desmantelamiento (EAD). Naturalmente, tuvieron también la ocasión de conocer el Almacén Temporal Individualizado (ATI) de la central, donde se están depositando ya los residuos con gran carga radiactiva derivados de la actividad de la instalación durante más de 40 años. Por ahora, cinco depósitos de los 49 que el recinto albergará. “Como miembro de la sociedad tanto beneficiada como afectada por esta instalación, me parece que es un buen ejercicio de transparencia”, reconoció durante la visita Francisco Javier Casquero, de Ecologistas en Acción, que tampoco dudó a la hora de reconocer su “satisfacción” por la jornada. Por otro lado, Yasodhara López García, directora de la Fundación Ciudad de la Energía, organización adscrita al ITJ –una entidad que depende del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico–, definió la jornada como “muy interesante”. “Es algo que no se puede visitar normalmente y, además, hemos podido preguntar lo que hemos querido y, principalmente, me ha parecido sorprendente el proceso de sacar el combustible”, valoró.