El proceso de desmantelamiento al que se está sometiendo la central nuclear de Santa María de Garoña, complejo ubicado en el burgalés Valle de Tobalina, con límites compartidos con varios municipios alaveses, no está exento de dificultades.

No en vano, ya hay registrado un conato de incendio, que obligó a activar los protocolos dispuestos para evitar males mayores en cuanto a eventuales episodios de contaminación y de destrozos en el recinto atómico.

Vista exterior de la central nuclear de Garoña ALEX LARRETXI

Según la información oficial, no hubo que lamentar ni daños personales ni materiales y los sistemas de seguridad funcionaron correctamente. De hecho, se indica expresamente que “este hecho no supuso ningún riesgo ni para las personas que se encontraban trabajando en la central, ni para la población, ni para el medio ambiente”.

La información sobre el incidente la facilita Enresa, la sociedad pública encargada del proceso de desmantelamiento de la central y entidad responsable de la gestión de los residuos radiactivos en el Estado.

Visitantes con los trajes antiradiación en la central de Garoña durante una jornada abierta a medios de comunicación Alex Larretxi

Según sus registros, el episodio de alarma tuvo lugar el pasado 25 de julio. En la información facilitada, se destaca que la central castellana notificó el citado día al Consejo de Seguridad Nuclear, organismo regulador en el Estado, la activación de los sistemas de detección de protección contra incendios en el edificio de turbina al detectar la presencia de humo a consecuencia de la rotura de las correas de un ventilador del suministro de aire al propio edificio de turbina.

Según indica Enresa, los gestores del proceso de desmantelamiento, siguiendo el procedimiento establecido, procedieron con rapidez. Los portavoces consultados reseñan que fue la brigada contra incendios de la central la que se encargó de remediar el episodio descrito.

Según el relato compartido por esta entidad pública y sin ánimo de lucro, se comprobó que no se había producido fuego y se normalizaron los equipos afectados.

En la misma línea, se indica que los dispositivos de protección y el sistema contra incendios funcionaron correctamente, actuando de acuerdo con el diseño establecido, finalizando el suceso sin incidentes.

El Post-it

Combustible. El combustible irradiado se almacena en húmedo, de forma temporal, en piscinas diseñadas para ello dentro del edificio del reactor de la central nuclear. Si se completa la capacidad de almacenamiento de estas piscinas, se procede a almacenar el combustible irradiado en un ATI en la propia instalación de la central, en contenedores en seco. Previamente a todo ello, se llevaron a cabo entre 2019 y 2023 las actividades de transferencia de titularidad de la instalación a Enresa.


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En imágenes: Así es la central nuclear de Garoña desde dentro Alex Larretxi

Incidencias

Esta incidencia forma parte del listado que incluye las fallas de seguridad detectadas este año y que constan en el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN). Este, junto al reseñado del día de Santiago, ha detectado media docena incidencias leves, ninguna de ellas significativa para la seguridad, durante la inspección que se llevó a cabo durante el primer trimestre de este año.

La central cumplió el pasado mes de julio el primer año de su primera fase de desmantelamiento (2023-2026). Un proceso al que seguirá una segunda fase de siete años (2027-2033).

De la dirección de todas esas operaciones a llevar a cabo en ambas fases se encarga Enresa, empresa pública estatal dedicada a la gestión de los residuos nucleares, y que también recibió la titularidad de esta planta que hasta entonces había sido propiedad de Nuclenor.

Durante el periodo comprendido en dicha inspección “no se han producido sucesos notificables ni ha sido preciso realizar análisis de posible notificabilidad”, como consta en dicha acta, por lo que los primeros pasos para desmantelar Garoña, la segunda nuclear que operó en el Estado (activa entre 1971 y 2013), tras la de José Cabrera, transcurren con normalidad.

Exterior / fachada de la central nuclear de Garoña.  | FOTO: A. LARRETXI

Exterior / fachada de la central nuclear de Garoña. | FOTO: A. LARRETXI

Cumplimiento de la inspección

Igualmente, se resalta que “los representantes dieron las facilidades necesarias para el correcto desarrollo de la inspección”.

Otro ejemplo del cumplimiento de los protocolos de seguridad al respecto es el informe del CSN que dio a conocer en abril del pasado año, durante el repaso a la seguridad de la central, centrado en 14 inspecciones llevadas a cabo durante 2022.

Así, en esa valoración global de Santa María de Garoña y las actuaciones del titular de las instalaciones durante 2022, la planta “funcionó con normalidad, sin incidencias significativas para la seguridad” y, por tanto, no fue necesario requerir la adopción de ninguna acción adicional a las ya establecidas en los planes de trabajo y en los programas de seguimiento y supervisión que el regulador lleva a cabo.

Protección de incendios

En cuanto a las incidencias detectadas durante los tres primeros meses de 2024, una se enmarca dentro del apartado de protección de incendios, “cuando se hizo notar que algunos pasos del procedimiento no se ejecutaron en el orden debido”.

Por ello, la acción correctiva (en concreto, para la prueba de arranque y verificación del motor de una bomba) consistía en “impartir en la formación la necesidad de realizar todos los pasos establecidos en los procedimientos y en el orden fijado”.

Otras se enmarcaban en el capítulo de “recarga y otras actividades de parada”. Es el caso de la “pértiga empleada en limpieza mesa niveladora”, cuando el 8 de marzo, a la hora de cambiar uno de los tramos por otro de mayor longitud, un monitor que acudió a ayudar a los operarios ataviados como marca el protocolo (con doble buzo y doble guante) éste que acudió al rescate de sus compañeros, por contra, llevaba “vestuario simple”, aunque no tuvo “consecuencias radiológicas”.

“Con la lección aprendida, se estimó que sería preciso tener en cuenta las condiciones y número de operarios necesarios para la operación, que se realiza previamente a la carga de cada contenedor, para así planificarla adecuadamente”, precisa.

Un operario trabaja en el desmantelamiento de Garoña. Alex Larretxi

Otra incidencia fue la del 11 de marzo, cuando se revisó el estado de alarmas en un panel, “encontrando un total de 26 alarmas activas sobre un total de 30”. “Como acciones correctoras, se dieron instrucciones para reforzar la vigilancia sobre los sistemas de ventilación a raíz de la poca fiabilidad del panel de alarmas existente. Como acción correctora definitiva recoge la decisión de instalar un nuevo panel anunciador”, especifica el documento.

Y otra de ellas se abrió tras observar el 19 de marzo que uno de los conjuntos perno-tuerca en la fijación de soportes de una línea de aspiración, estaba “muy oxidado”, además de haber “gran variabilidad” en la penetración de dichos pernos. Por lo que se instaba a estudiar “la adecuación de las fijaciones al diseño”.

Vista exterior de la central nuclear de Garoña Alex Larretxi

Transporte

Sin embargo, no hubo ninguna incidencia en la inspección en el transporte de sustancias nucleares y materiales radiactivos ya que “en todos los casos, los datos de pesos y tasas de dosis eran compatibles con los declarados. Igualmente, se comprobó que aquellos bultos con mayores tasas de dosis se situaban en posiciones centrales del transporte, separados tanto de la cabina del conductor como de los laterales del vehículo”.

Algo reseñable teniendo en cuenta que mientras se realiza el desmantelamiento, saldrán de la planta varios tipos de residuos. Los radiactivos de muy baja, baja y media actividad van al Cabril (Córdoba). En cuanto a los de alta actividad, se depositarán en contenedores especiales en el Almacén Temporal Individual (ATI) de Garoña.