Fernando Jáuregui (Santander, 1950), firmemente convencido de que hay que escuchar a la ciudadanía ante este “exceso de cambio”, cree que existe una “aceptación resignada” sobre todo lo que se avecina.

Ha calificado esta encuesta como “sorprendente”, pero ¿qué es lo que más le ha llamado la atención de sus resultados?

Que casi el 85% de los encuestados piensen que las enfermedades mentales van a ser el motivo de consulta médica más frecuente a futuro. Esto no lo tenemos asumido. Es un tema muy serio y que lleva a otro que también sale en las tablas: que el 60% de la gente crea que el suicidio va a ser la forma más probable de acabar con nuestra vida. Hay una constatación que ya es una realidad: que el suicidio es la causa más común de muerte entre los jóvenes de 14 a 16 o 17 años, más que los accidentes de tráfico. Esto nos tiene que hacer pensar mucho

La población sí que es optimista en el futuro del tratamiento del cáncer, otra gran pandemia actual y futura. 

Pero solo en eso. Porque lo que hay en general es una aceptación resignada de que los cambios vienen. No hay una aceptación de voluntariedad, o de entusiasmo, sino que más bien existe una reticencia, por ejemplo, a que nos coloquen un chip en la cabeza para meternos los datos del móvil o a que comeremos carne artificial. La gente es consciente de que esto va a ocurrir. Pero creo que se asume mal. Y el pesimismo va por ahí.

¿Hay un exceso de pesimismo sobre lo que viene?

Hay un exceso de cambio, pero es inevitable. Porque está ahí. Y es imposible aprehender todos los cambios que nos están ocurriendo. Nos están anegando. Hace diez años nos hablaban de los códigos QR, de la nube... cosas muy lejanas que ya están completamente integradas en nuestras vidas. Ahora se habla del viaje a Marte. Todo el mundo asume que va a ocurrir y, además, va a ocurrir. 

Hay aspectos tratados como ‘futuribles’ en la encuesta que, de hecho, ya están aquí.

Sí, hay cosas que están hechas. Como que te opere un robot. Y como eso, muchas cosas. A futuro, el robot va a ser un acompañante en nuestras vidas en muchos aspectos, va a cuidar a nuestros hijos y va a empujar el carrito de nuestras madres. Esto va a ser así e intentar negarlo es una tontería.

¿Cuanto daño han hecho los bulos, que tanto se propagaron sobre todo en la pandemia, sobre la credibilidad de la ciencia entre la población?

No quiero cargar con un plus de dolo o culpabilidad a nuestros responsables en este tema. Es cierto que ha habido abusos, pero hemos fallado todos. Pero porque era una situación inédita y no teníamos ni idea de cómo gestionarla. Ni el ministro, ni el portavoz, ni los periodistas, que hemos dicho cada chorrada en los medios que te caes, ni esa gente que propagaba que no había que vacunarse o un señor que a lo mejor llega a ser presidente de Estados Unidos –Donald Trump– que dijo que había que beber lejía para curarse. Todos, en distintos grados, hemos metido la pata. 

Defiende que “el envejecimiento saludable somos nosotros”. Puede que no haya mejor resumen.

Hay una frase de Eduardo Anitua, que es yo quiero morirme joven, pero dentro de muchos años. Esto creo que es importantísimo. Pero algunos ya hemos llegado tarde. 

Jáuregui, durante la presentación de esta tarde. Jorge Muñoz

¿Por qué?

Porque deberíamos haber empezado mucho antes. Esto es un llamamiento muy serio que tenemos que hacer a la gente que nos lee y nos oye: el envejecimiento saludable hay que empezar a practicarlo a los cuatro años. Es algo que se practica todos los días y es una de las claves de nuestra vida. Por cierto, nuestros representantes tendrían que estar actuando con convicción en este sentido, instaurando cátedras, campañas de concienciación... no quiero hablar de política pero, en el fondo, importamos poco.  

Como periodista, ¿qué papel cree que debemos jugar los medios de comunicación en esta ‘revolución en la salud’ que ya vivimos?

El que nos toca: contar las cosas como son. Y eso se hace acudiendo a los expertos, los que saben.