En junio de 1800, apenas ocho años después del nacimiento de los Miñones, un juez de Valladolid pidió auxilio a la Diputación alavesa porque el bandolerismo se les había ido de las manos en Castilla y el entorno de Fuentesaúco, Zamora, era al parecer cuartel general de los malhechores. Ocho agentes acudieron allí a restablecer el orden y, tras rematar con éxito una operación contra los delincuentes, se alojaron en una fonda de este pueblo zamorano.

Allí sufrieron una emboscada a manos de un grupo de milicianos, al parecer compinchados con los bandoleros, que bajo la excusa de haber confundido a los policías alaveses con delincuentes abrieron fuego contra la posada. Ya en Valladolid, donde les proporcionaron cuatro ayudantes, se les había advertido a los alaveses de que no se fiaran de la autoridad militar de la zona.

Un disparo en la cabeza

Al oír ruidos en los alrededores de su alojamiento, el miñón Domingo de Amézaga se asomó a una ventana, recibió un disparo en la cabeza y murió dos días más tarde en el hospital de San Salvador, no sin antes haber explicado a las autoridades locales que dejaba en Vitoria viuda y tres hijos.

Encarcelados

Las cosas no quedaron ahí. Los miñones fueron apalizados, detenidos, engrilletados y encerrados en la cárcel de Zamora por los milicianos corruptos que les asaltaron, pero previo soborno a uno de los carceleros los policías alaveses pudieron dar cuenta de su situación, a través del marqués de Montehermoso, al rey Carlos IV, que ordenó su liberación inmediata.

En lugar de regresar a casa, la partida de miñones dijo que se quedaba, recibió caballos y material y se lanzó de nuevo a perseguir a los bandoleros tras recibir el refuerzo de compañeros alaveses y de otros lugares, y finalmente limpiaron la zona de delincuentes al mando del jefe de la partida, Gochicoa.

Uniforme de los Miñones de la época expuesto en la Academia de Arkaute Asociacion Cultural La Reguera

Honores de noble

Tal fue el agradecimiento del pueblo de Fuentesaúco hacia los policías llegados del norte que a Domingo de Amézaga se le organizó un funeral con once sacerdotes al que asistió todo el pueblo, y se le enterró con honores de noble en la iglesia del pueblo.

“Es un hecho inédito y épico, cualquier autor te hace con esto una trilogía”. Así se expresa Endika Etxebarria, vasco con “un vínculo sentimental” con Fuentesaúco, de donde es su pareja, hasta el punto de que forma parte de la asociación cultural La Reguera, que organiza todo tipo de actos en la localidad zamorana, entre ellos el homenaje al Cuerpo de Miñones que este lunes se celebra en el pueblo.

“Es un hecho inédito y épico, cualquier autor te hace con esto una trilogía”

Endika Etxebarria - Asociación Cultural La Reguera

Homenaje 224 años después

A la localidad acudirán agentes del cuerpo foral alavés, con diferentes uniformes de época, y representantes de la Diputación y del Gobierno Vasco –los Miñones a día de hoy están integrados en la Ertzaintza–, con el vicelehendakari primero y consejero de Seguridad, Josu Erkoreka, a la cabeza. También asistirá el colectivo de miñones jubilados, a quienes se agasajará con una comida. “Están muy orgullosos de que se les haga un reconocimiento a 350 kilómetros de Álava”, relata Etxebarria.

La delegación llegada de Álava participará en el responso, la ofrenda floral, el Agur Jaunak y la entrega de una placa que conforman el programa de un evento que coincide con las fiestas del pueblo y de la provincia.

La investigación de un miñón

Además de para los propios miñones, también para los habitantes de Fuentesaúco es motivo de orgullo haber sido el escenario de este épico episodio acaecido hace más de 200 años, entre otras cosas porque no tuvieron noticia del mismo hasta 2021.

Fue gracias al miñón y divulgador Jorge Cabanellas, que buceó en la historia de la Policía Foral para dar con el cadáver del primer agente del cuerpo muerto en acto de servicio en la lápida número 12 de la iglesia de Fuentesaúco, Fuente el Saúco entonces.

“Este hombre dejó a su familia atrás y, por un sueldo mísero, fue a Fuentesaúco a dejarse la piel. No queríamos que todo esto cayera en el olvido y vamos a a poner en valor esa vocación de proteger al prójimo”, señala Endika.

“Este hombre dejó a su familia atrás y, por un sueldo mísero, fue a Fuentesaúco a dejarse la piel"

Así, el lunes 20 de mayo, a partir de las 17.30 horas, Domingo de Amézaga recibirá por segunda vez, dos siglos después de su muerte, “su justo reconocimiento” por, como señala el ayuntamiento de la localidad, “su entrega más allá del deber”.