Si no te mueves caducas. Es lo que dice un conocido dicho popular y que se puede aplicar a muchos aspectos de la vida. Un refrán que hicieron suyo Asier Moreira y Koldo Galán para embarcarse hace casi un año en un nuevo reto profesional al frente de un establecimiento de hotelería mítico en la ciudad.
Y este no era otro que el emblemático Bodegón Gorbea, el Bode de toda la vida, en la calle Herrería.
Decimos reto no solo por emprender y poner en marcha tu propio negocio (el segundo en el caso del primero de nuestros protagonistas), sino por hacerlo en un espacio al que dieron un lavado de cara y no solo en cuanto a una mano de pintura o cambiar el mobiliario.
Esa taberna por la que han pasado tantas generaciones de gasteiztarras para escuchar el mejor rock mientras se disfrutaba de un trago largo de cerveza y que ahora es un espacio donde entra la comida como parte protagonista.
Unos platos y recetas que nos recuerdan a lo que hacían nuestras amas y amamas reivindicando, además, el valor de los productos y productores locales y de Km0 de nuestro entorno.
Desde niños
Lo de Asier y Koldo no es que sea la suerte de los recién llegados, sino que estos dos jóvenes amantes de la cocina y cocineros han vivido lo que se cuece entre fogones desde muy niños.
En el caso de Asier el estar horas y horas en la cocina trasteando con su madre y su abuela le llevó a cursar sus estudios superiores de cocina en el Basque Culinary Center; formación que fue completando con años de prácticas aprendiendo tras la cocina de restaurantes tan conocidos como Sukalki, Boroa en Amorebieta y el reconocido Tickets en Barcelona de los hermanos Adria. Experiencia tanto en la parte más de cocina como en todo lo relacionado con la creación culinaria y la gestión y dirección de una cocina.
A su vuelta a Vitoria y tras unos años dando cursos, puso en marcha El Ballarin junto a su socio Eneko. Un espacio que lo disfrutó al máximo hasta que su cabeza, es lo que tiene ser una mente inquieta y apasionada de su trabajo, le empujó a dar un paso más hacia otro restaurante más grande y donde se diera cabida a nuevas propuestas culinarias.
Y en este nuevo giro de guion vital se llevó consigo a Koldo, que hasta entonces formaba parte de la cocina de este restaurante del que Asier era el jefe.
Un compañero que se sumó a esta aventura (junto con la inestimable ayuda detrás de la Fundación Gaztenpresa de LABORAL KUTXA), después de estudiar en la Escuela de Hostelería de Gamarra y cultivar su experiencia culinaria en espacios como El Siete, Prado 24, El Ballarin o A Fuego Negro, del chef con estrella Michelin Edorta Lamo.
En su caso era su primera vez como emprendedor por así decirlo y esto da cierto vértigo; pese a contar con un socio que ya era más experto en estas lides. Sin embargo, eso no quita con que tuvieran al principio ciertos recelos ante cómo sería la reacción de una clientela tan asidua al Bode de toda la vida y que ahora se renovaba. Un órdago que marcha según lo previsto a tenor de la acogida que tiene.
Un Bode que ahora se disfruta de otra manera
“Nuestra filosofía es cuidar el producto, al productor y nuestros clientes. Por eso trabajamos con producto ecológico y de cercanía y también nos gusta transmitir esa cercanía en nuestros platos y a nuestros clientes”.
Esta es la esencia que uno puede disfrutar en este nuevo Bode que no defrauda cuando se prueba un bocado de los platos de toda la vida, caseros, deliciosos, hechos con mimo… pero con un toque más actual y que salen de la mano de estos dos jóvenes cocineros alaveses.
El mismo toque actual que han sabido dar al que durante muchos años fue todo un emblema del Casco Viejo. Y es que los cambios, muchas veces son para bien.