¿Le sorprende la alta prevalencia del consumo de tranquilizantes entre las mujeres mayores que ha sacado a la luz la Encuesta sobre Adicciones de 2023 o es una realidad que ya detectaban los profesionales sobre el terreno?

–Sí sabíamos que existen consumos, pero no a este nivel, pero también es cierto que las mujeres tienen más síntomas de ansiedad y depresión, al menos el doble, así que encaja. Llevamos unos años lanzando la alerta de que hay que utilizar otras técnicas de control de la ansiedad y del sueño, que son los dos factores asociados al consumo de benzodiazepinas; se tienen que usar de forma más controlada, con tratamientos no tan prolongados. Hay técnicas de respiración, hacer ejercicio, y todo esto hay que irlo introduciendo en el sistema sanitario. De hecho, ya está funcionando un grupo para el tratamiento del dolor y las psicólogas de nuestro servicio van ir a introducir ese tipo de técnicas, tratar el dolor y la ansiedad con psicoterapia. Está bien que salgan estos datos, por un lado es preocupante, pero por otro es de agradecer que lo tengamos para poder ponerle remedio. En todo caso, tenemos que tender al autocuidado porque la mejor herramienta que tenemos es la prevención.

¿A qué responde el hecho de que las mujeres mayores de 74 años tengan esos niveles de ansiedad que reflejan estos consumos?

–Las mujeres mayores tienen muchas veces problemas de soledad, y la depresión es más frecuente en la mujer, y además tienen cargas, son cuidadoras, no están bien y a pesar de eso tienen que cuidar a otras personas, parece que los problemas importantes son los de los demás. Es un rol que acompaña a la mujer y no le ayuda. Evidentemente todo no es sanitario, hay una parte social importante.

Sí es cierto que se trata de consumos supervisados por profesionales, y por tanto controlados.

–Claro, siempre es mejor que sea controlado, pero probablemente podemos intentar entre todos reducir esos consumos. Hay personas que están solas y no tienen herramientas, y hay que acabar medicándolas, pero también hay muchas posibilidades de tratamiento que pueden ayudar, y también es importante que haya una cultura sobre qué factores nos ayudan a mejorar nuestra salud, como hacer ejercicio, tener hábitos regulares, el control del sueño... Son herramientas muy potentes frente a la ansiedad.

También hay consumos importantes de analgésicos. ¿Se trata de una consecuencia lógica de los achaques físicos que acarrea el paso de los años o estos se pueden combatir con menos medicación?

–El dolor crónico también puede combatirse con otras técnicas. Todos tenemos la experiencia de que cuando estamos distraídos los dolores se mitigan mucho, e incluso se puede llegar a eliminar el tratamiento farmacológico. También el ejercicio, los estiramientos, pueden ayudar mucho, la edad no tendría que ser un impedimento, hay servicios de geriatría que utilizan gomas en personas hospitalizadas para hacer ejercicios de fuerza con muy poco material, que ayudan a que haya menos atrofias musculares.

La encuesta refleja que el consumo diario de alcohol es el doble en esta franja de edad que en el conjunto de la población. ¿Se trata de una cuestión cultural, ya que la toma de otras drogas lúdicas es inexistente, o de consumos problemáticos?

–Nosotros vemos que hay más consumo de alcohol a veces en personas mayores, pero los jóvenes consumen otras drogas. Ha habido un cambio cultural, sí que hay personas que ahora están en los sesenta años que empezaron a consumir drogas de manera importante hace años, pero ahora se ha banalizado. Un joven puede decir que no bebe, pero igual es un gran consumidor de cannabis. Y en cuanto a los mayores, en general vemos que las personas dependientes del alcohol también disminuyen las cantidades de consumo con la edad.