La utilización de la mascarilla vuelve a ser obligatoria en los centros sanitarios de Álava, al menos hasta que la situación epidemiológica no muestre signos de mejoría durante dos semanas seguidas.
Y como ha sucedido siempre que el cubrebocas ha acaparado la actualidad y las conversaciones, los partidarios y los detractores de este símbolo de la pandemia, o más bien de las decisiones que las autoridades han ido tomado durante su desarrollo, pueden encontrarse a partes iguales en la calle.
Cumplimiento generalizado y normalidad
Con todo, el cumplimiento del mandato del Ministerio español de Sanidad, aun con el rechazo del Departamento vasco de Salud, está siendo generalizado en la red local de Osakidetza. Y la normalidad entre los pacientes, la tónica habitual.
Tanto, que una importante mayoría de usuarios que este jueves están acudiendo a su centro de salud, al PAC de Gasteiz o al HUA lo han hecho con su propia mascarilla.
Si no la tenían, en ambulatorios como el gasteiztarra de San Martín los profesionales se las han proporcionado.
Por lo demás, escasas quejas entre los pacientes consultados por este periódico.
"Si tiramos sin ella, mejor"
“Si lo han implantado otra vez será porque consideran que es necesario, sobre todo en centros de salud. En el día a día, si tiramos sin ella, mejor. Pero aquí, que vienen personas sensibles, sí puede ser necesario”, ha apuntado Iñaki Larrea tras vacunarse de gripe y coronavirus en este último centro de salud.
“Está muy justificado. Han aumentado los casos y tenemos toda la experiencia previa del covid y la pandemia”, ha apuntado por su parte Ángel Alonso, acompañado por Maruja Belló.
“Ya había empezado la gente a ponérsela, antes de todo esto”, ha apostillado esta.
Mucho más reacia se ha mostrado Anabel Molina: “Es una gripe, como ha habido toda la vida. No me gusta que se vuelva a poner la mascarilla. Encima yo soy asmática y me cuesta mucho más respirar con ella”, se ha quejado.
“Yo he tenido un catarro tremendísimo; si me la hubiese puesto, seguramente no lo habría tenido. Además, hay que proteger a la gente mayor”, defendía, por su parte, Agustina Calvo, también usuaria de San Martín.
Recomendar, mucho mejor que imponer, la adopción de una medida tan eficaz como muchas otras para poner coto a las infecciones respiratorias.
Es, en pocas palabras, el abc que defiende Enrique Peiró, jefe de Programas de Salud Pública y Seguridad del Paciente en Osakidetza, ante la imposición del uso de la mascarilla en toda la red sanitaria, al menos hasta que la situación epidemiológica no muestre signos de mejoría durante dos semanas consecutivas.
En conversación con NOTICIAS DE ÁLAVA, el experto asegura albergar “serias dudas” de que la situación epidemiológica actual “justifique una obligatoriedad”, y remarca que “lo relevante” debería ser incorporar la mascarilla “como práctica habitual” en contextos muy determinados: utilizarla siempre que una persona muestre síntomas de infección respiratoria –para prevenir la transmisión–, o porque un paciente presenta condiciones de salud “de especial riesgo” y va a estar, por uno un otro motivo, “expuesto”.
Peiró insiste en que “el fin último” es esa incorporación de la mascarilla al día a día, al igual “que muchas otras medidas”. “No es menos importante que la mascarilla la ventilación de los espacios, taparse la boca al toser o el estornudar, el lavado frecuente de manos, la vacunación...”, enumera el experto de Osakidetza.