Ante los malos resultados que da cereal, hay agricultores que empiezan a dedicar más tierra a otros cultivos de regadío. Es el caso del girasol, que en los dos últimos años ha crecido en superficie en Álava. Tiene poco gasto, aguanta el calor y el encarecimiento del aceite de girasol lo hace más apetecible. En su día ya ocurrió con la colza, con todos los factores en contra este año.

Sin embargo, “el cultivos más importantes en Álava va a seguir siendo el cereal, incluso en Lacorzanilla, en ciertos regadíos se empieza a regar el cereal, algo impensable hasta ahora”, afirma Andrés García, director de la cooperativa cerealista Garlan, que aglutina el 80% de las siembras de trigo, cebada y avena.

La mala cosecha de este año ha estado marcada por la sequía, heladas, lluvias tardías y granizo. Todo ello supone una pérdida de rentabilidad en todos los cultivos, no solo en cereal, también en colza, guisantes y habines, que son los cultivos que se recolectan ahora en verano. A la pésima cosecha de cereal se une la reciente corrección en los precios, con una tendencia a la baja de los precios, fruto de la incertidumbre en los mercados internacionales, que acumula nueve meses.

El precio no deja de bajar

Desde noviembre de 2022 hasta agosto de este año, el precio de los cereales no ha dejado de bajar, pese al encarecimiento en los supermercados de los alimentos fabricados con trigo y cebada. “Un ejemplo lo tienes en el trigo, pese a la subida del pan, de noviembre de 2022 a agosto de 2023, el precio de venta del trigo ha bajado 120 euros por tonelada, y eso es mucho, un 35%”, indica Andrés García.

La explicación es clara. “España es netamente deficitaria en lo que a cereal se refiere”, constata. “En el estado, ésta ha sido la peor cosecha de cereal del siglo XXI. Hablamos de doce millones de toneladas recolectadas entre trigo, avena, cebada, centeno y maíz cuando debería haber sido de 22 toneladas.

Si España consume entre 37 y 38 toneladas de cereal y hay doce, habrá que importar 26 millones e toneladas, que es mucho más de lo habitual en una campaña con rendimientos razonables para la superficie sembrada”, calcula. Es una de las razones por la que Garlan vende, sobre todo, en un entorno local. “Y cuanta más importación de cereal haya, más vamos a vender en un entorno cercano”.

El cereal cosechado en Álava que administra la cooperativa Garlan se vende fundamentalmente a nivel local en Euskadi, Navarra y parte de Aragón a los fabricantes de pienso. También a las harineras de La Rioja y Navarra, en el caso del trigo, mientras que la cebada se destina parte a la fabricación de piensos y otra parte a malta, para cerveza, que se deriva hacia Navarra.

Un año para olvidar. La fuerte granizada del 6 de julio remató la mala campaña de cereal en Álava con el 72% de la superficie sembrada siniestrada tras los partes dados al seguro, por los daños del granizo y de otras incidencias. “El año pasado también fue una cosecha floja, pero en general, afectó a toda la provincia; este año ha sido mucho más irregular, en el mismo territorio hay agricultores con una producción buena y otros, que es un auténtico desastre”, valora Andrés García, gerente de Garlan.