El campo alavés sufre por las adversas condiciones climatológicas. Los agricultores alaveses acaban de concluir la peor cosecha de cereal del siglo XXI. “Una campaña para olvidar”. Quien así de tajante se manifiesta es Andrés García, gerente de la cooperativa Garlan, que maneja el 80% de las 40.000-45.000 hectáreas de superficie sembrada en la provincia.

El balance es desastroso y se puede resumir en seis frases. “Un año para olvidar. Una campaña muy larga en el tiempo. La peor del siglo. Precios a la baja por la incertidumbre del mercado internacional. Siembra con elevados costes de producción por el alto precio de los fertilizantes, en récord histórico. Gracias a los seguros se palían algo los daños, si no, sería un auténtico desastre”, describe el gerente de la cooperativa Garlan.

“La producción razonable para esta superficie son 200.000 toneladas y se han recolectado 130.000 toneladas entre cebada, trigo y avena, fundamentalmente; es decir, 70.000 toneladas menos de las que se deberían haber cosechado un año normal para las hectáreas que tenemos en Garlan”, argumenta.

El porqué de esta bajada de rendimiento hay que buscarlo en las distintas incidencias meteorológicas: sequía en primavera, fuertes heladas nocturnas en Semana Santa, lluvias demasiado tarde para el cereal y, a veces, torrenciales y, para rematar, la catastrófica granizada del 6 de julio, que afectó al 72% de la superficie cerealista sembrada.

Las cosechadoras no han parado de trabajar hasta la semana pasada, ya que otra de las característica de esta última campaña ha sido su larga duración, se ha prologado en el tiempo dos meses, uno más de lo habitual. “Empezamos temprano, a mediados de junio, pero la cosecha se ha ido retrasando porque en julio tampoco ha hecho demasiado calor”, apunta el gerente de Garlan.

Ahora, toca hacer balance. Y el sector primario ya no tiene palabras para definir la situación. “A nivel estatal se considera la peor cosecha del siglo y a nivel local también es la peor cosecha de los últimos treinta años. No obstante, en Álava hay una clara diferencia entre lo cosechado en la zona sur y norte”, distingue.

Explica Andrés García que en Valles Alaveses, en Lantarón, Valdegovía y Lacorzanilla ha habido una cosecha desastrosa; en la zona de La Puebla hacia Agurain, en cambio, iba mejorando a medida que las cosechadoras se acercaban a Salvatierra; una diferencia muy marcada por las distintas incidencias meteorológicas.

De febrero a mayo, las escasas precipitaciones, sobre todo en Valles; en Semana Santa hubo dos noches de fuertes heladas, con termómetros a 7, 8 y 9 grados bajo cero en puntos del sur, mientras que en Llanada, Montaña y Rioja Alavesa tuvieron suerte porque hubo niebla y no heló. Además, llovió a lo largo del mes de junio cuando ya era tarde para el cereal, y en algunos puntos, de forma torrencial, incluso con algún episodio aislado de granizo.

Y, finalmente, lo que ha rematado la mala cosecha fue la fuerte granizada del 6 de julio en el entorno de Vitoria, que afectó a 18.000 hectáreas, unas 16.000 en el entorno de Gasteiz y dos mil en el área de Valdegovía.

Los municipios más dañados han sido Lantarón, Valdegovía y Lacorzanilla, donde los agricultores tienen el cereal como principal cultivo, trigo sobre todo, además de cebada y avena, que también son los cultivos mayoritarios en Álava. “Parte de Ribera Alta también ha estado muy afectada”, puntualiza el gerente de Garlan.

Después, los más afectados por la granizada del 6 de julio son los pueblos de Gasteiz, con 25.000 o 30.000 toneladas de grano que se han quedado en el suelo sin poder cosechar. También Valdegovía. Menos daño hizo la piedra en Rioja Alavesa y Montaña, que ha tenido una campaña aceptable, al igual que Agurain, ya que llovió más en primavera, no tuvo heladas en abril ni la granizada azotó tanto.