En mes y medio, Álava llevará a cabo un nuevo combate contra la dañina procesionaria del pino que infecta los árboles. Aplicará tratamientos fitosanitarios desde el aire, al ser la fórmula más eficaz de acabar o aminorar la presencia de estas orugas, en principio sobre una superficie de 549,07 hectáreas de pinos.

El Departamento de Agricultura de la Diputación alavesa declara la existencia de plaga de la procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa) y, en consecuencia, aprueba luchar con medios aéreos, por ser los más eficaces, contra esta plaga que afecta a la zona cantábrica del territorio, principalmente a los municipios de Ayala, Amurrio, Artziniega, Llodio y Okondo. “Dada la extensión de masas de coníferas en Álava (autóctonas y exóticas, plantadas y naturales), que es de 37.981 hectáreas, según el último inventario forestal vasco, de las cuales 15.649 son de Pino radiata y Pino nigra, se plantea el tratamiento aéreo sobre 549 hectáreas, las más infestadas”, apunta la institución foral.

Al igual que en campañas anteriores, los guardas forestales del Servicio de Montes efectúan la prospección de la procesionaria del pino, que afecta a masas forestales de pino, principalmente Pino insignis y Pino silvestre y laricio en menor medida. A su vez, los ayuntamientos de Okondo y la Junta Administrativa de Llanteno se han dirigido a la Diputación para solicitar el tratamiento fitosanitario contra dicha oruga que afecta a masas de coníferas de sus jurisdicciones, según publica el BOTHA.

El invierno 2022-2023, periodo antes de la prospección, tuvo épocas de temperaturas muy bajas y días muy lluviosos, lo que afectó fuertemente a dicha oruga, mermando sus poblaciones. Aun así, en base a la prospección y a las poblaciones de años anteriores se constata la urgente necesidad de realizar el tratamiento solicitado por algunas de las entidades titulares de montes afectados, además de otras superficies tanto de propiedad pública como privada.

La finalidad del tratamiento es, por un lado, contrarrestar el deterioro del arbolado, y propiciar un equilibrado estado sanitario de los bosques susceptibles a la procesionaria del pino. Y, por otro lado, paliar los efectos alérgicos a la población y a la cabaña ganadera.

Por ello, se declara la plaga de la procesionaria del pino, presente en una superficie aproximada de 549,07 hectáreas de las masas forestales de la comarca cantábrica. De ellas, 96 hectáreas están en nivel alto de infestación, en nivel 3 de 5. Y es que, esas masas presentan un grado variable de infestación con previsible evolución de la oruga a partir de estos focos, y, en particular, los más intensos.

Zonas más urgentes

Las áreas más urgentes son las denominadas ZPT, zonas prioritarias de tratamiento, estarán integradas por aquellas áreas que presentan niveles de infestación 3, esto es: Barambio, Artziniega, Llanteno, Menagarai y Okondo. Además de en estas jurisdicciones hay también presencia de procesionaria del pino en Amurrio, Aloria, Artomaña, Lezama, Respaldiza. Olabezar, Salmantón y Laudio.

El producto fitosanitario que se aplica por medios aéreos tiene la capacidad demostrada de bajar los niveles de las poblaciones de procesionaria prácticamente al cero en un solo año.

No obstante, la necesidad de repetir el tratamiento en años consecutivos se debe a que no siempre se consigue que la población de la procesionaria baje a cero en un lugar tratado. Hay veces que las orugas pueden estar enterradas incluso cinco años antes de que emerjan como mariposas y hagan nuevas puestas.

La superficie tratada en los últimos años no ha llegado a ser todo lo que sería recomendable tratar. Es por eso por lo que la procesionaria vuelve a afectar zonas tratadas en años anteriores porque las mariposas se dispersan y hacen puestas de huevos lejos de donde han emergido. Además, por cuestiones de seguridad, no es posible tratar en todos los lugares donde aparecen (áreas urbanas, ríos...), y a partir de esas superficies se propagan.

La procesionaria del pino es una especie de lepidóptero autóctona de la región mediterránea y también cantábrica que juega su papel en el funcionamiento de aquellos ecosistemas de las que forma parte, pero cuando se convierte en plaga conviene combatirla. “Manteniendo en niveles bajos las poblaciones se consigue un arbolado sano y se evita que la oruga afecte a personas y animales”, sostienen desde el área de Agricultura.