Tras la pesadilla de la falta de agua, con un mes de mayo extremadamente seco, las tres primeras semanas del mes de junio se han caracterizado en cuanto a su meteorología por la sucesión de fuertes tormentas que han afectado con más o menos intensidad a todas las zonas de Rioja Alavesa, como recoge el análisis de situación de la Casa del Vino de Laguardia.

Así, el 17 de junio una tormenta en el valle del Ebro dejó 20 litros por metro cuadrado en Lapuebla, el 19 de junio, 32 l/m2 en Páganos, el día 21, 35 l/m2 en Moreda, y el día 22 en Elciego 50l/m2. Estas tormentas han llegado en forma de agua, prácticamente sin acompañamiento de granizo, y han dado lugar a precipitaciones acumuladas de 116,4 l/m2 en Leza o 62,4 l en la zona alta de Labastida. Allí donde ha caído algo de pedrisco, la aplicación de cicatrizantes ha garantizado la viabilidad de los racimos afectados.

A pesar de ello, por la especial orografía de los viñedos de la comarca, el aporte de agua ha sido muy beneficioso para el viñedo, aunque ha sido menos aprovechado en fincas en pendiente recientemente labradas, donde se ha producido la mayor escorrentía y arrastre de tierra. Aún así, ha paliado en gran medida el déficit de agua que el viñedo venía sufriendo en los meses previos –no ha ocurrido lo mismo con el cereal en el territorio, donde el agua ha llegado tarde o no ha sido suficiente en muchos casos–, y que había mermado las reservas de agua en el suelo condicionando la disponibilidad de humedad y nutrientes. La última semana de junio y primeros de julio se ha retomado la situación anticiclónica con altas temperaturas.

Durante el cuajado, un suficiente estrés hídrico limita el crecimiento de las bayas jóvenes y determina su futuro contenido tánico. La evolución de los racimos ha sido homogénea, el cuajado se ha completado sin problema y ahora el viñedo, con el aumento del tamaño de las bayas, se encuentra ya en la fase de cerramiento (L). Este estado coincide con el observado en las mismas fechas de la campaña anterior, y responde a un adelanto de una semana respecto a lo habitual.

Los racimos se presentan abundantes y de gran tamaño, lo que presagia cosecha generosa que requerirá, si se mantienen las condiciones favorables, aclareo de racimos para ajustarse a los rendimientos amparados. El cese del crecimiento vegetativo antes del envero, impuesto por un estrés hídrico limitado como parece que está aconteciendo, permitirá a todos los compuestos beneficiosos de las raíces fluir hacia las uvas y no hacia crecimientos improductivos.

Respecto a la sanidad, el viñedo presenta un buen estado sanitario. Las tormentas han dejado elevada humedad y se están llevando a cabo los tratamientos preventivos para las enfermedades fúngicas habituales. Prácticamente en la totalidad de viñedos se han llevado a cabo ya tres-cuatro tratamientos y su momento de aplicación en fechas de tormentas ha venido condicionada por la situación del terreno, sobre todo en aquellas parcelas con suelo descubierto. La Casa del Vino aconseja estar atentos a la presencia de oídio, que empieza a ser visible a partir de este momento, y por ello, es momento de estar atentos y no descuidar los tratamientos.

Son precisamente las zonas más expuestas al viento norte, con temperaturas más frescas, las que presentan un mayor riesgo de propagación de esta enfermedad.

Mildiu

Respecto al mildiu, en los primeros días de julio se han observado algunas motas en las zona de Baños de Ebro y Samaniego. No se ha observado intensidad en la presencia de plagas como la polilla del racimo o trips, pero las altas temperaturas de estos días y la previsión de continuidad de esta tendencia cálida y seca van a favorecer la presencia de plagas como el mosquito verde.

Respecto a las labores en la viña, además de los tratamientos, se han llevado a cabo y continúan los despuntados y deshojados, éstos últimos especialmente en las caras orientadas al norte con el fin de que los racimos reciban mayor insolación, y además se favorezca la efectividad de los productos aplicados. En zonas con mayor azote de viento, los despuntes de los pámpanos han permitido protegerlos de roturas.