Los carnavales rurales de Álava se perdieron durante la Guerra Civil y, con gran esfuerzo e ilusión, asociaciones como Ilegan y la Asociación de Carnavales Rurales de Alava-Arabako Herri Iñauteriak Elkartea, con la ayuda de los vecinos y vecinas de los diferentes pueblos, se han encargado de ir recuperándolos poco a poco desde hace ya varios años. El sonido de los cencerros y los txistus, el fuego de las antorchas y el colorido de los trajes, harán vivir auténticos días de fiesta a los habitantes de diferentes pueblos alaveses durante los próximos días. Los carnavales de Kuartango, Ilarduia, Egino y Andoin han sido los primeros en ponerse en marcha y zambullirse en el ambiente festivo. 

El sábado por la tarde las localidades de Asparrena acogieron nuevamente la celebración que se recuperó en 2007 después de que apenas se habían celebrado a partir de 1936. Los tres pueblos de la Llanada Alavesa celebraron sus carnavales de manera conjunta, a partir de las 16.00 horas y con el Hombre de Paja como personaje central.

Desde primera hora de la tarde y hasta la caída del sol se sucedieron los actos entorno al carnaval rural que además sirve de hermanamiento entre los tres pueblos pertenecientes al municipio de Asparrena y cuyo final es terminar juzgando al personaje central, el Hombre de Paja.

Los actos comenzaron en la pequeña localidad de Ilarduia. Cientos de personas se arremolinaron al pie de la carretera para ver surgir personajes extraños ataviados con máscaras, pieles y carracas dispuestos a recrear la transgresión carnavalera. El hombre se viste de mujer (y viceversa), se ridiculiza a las personas importantes de la localidad, se roba en las casas (por cierto, muy habitual en todos los pueblos), se mancha de barro las puertas con las escobas o se echa ceniza. 

recorrido por asparrena Tras la habitual comida de hermandad extraños personajes ataviados con caperuzones cónicos, llamativas pieles sobre sus hombros o sacos alrededor del cuerpo se echaron a las calles para comenzar el recorrido del Hombre de Paja antes de la lectura de su sentencia. Su final ya estaba escrito momentos antes de subirse a lomos del pollino sobre el que recibió las iras de vecinos y visitantes. Un año más se demostró que los lazos culturales de las diferentes entidades de población que conforman el municipio son más que evidentes, entre otros aspectos, en las celebraciones festivas. Desde 2007 celebran tras su recuperación los viejos carnavales de Ilarduia, Egino y Andoin. Antes de la Guerra Civil estos carnavales eran independientes pero, su gran paralelismo de actos y personajes, les indujo a celebrarlos conjuntamente.

Un año más por las tranquilas calles de los concejos de Asparrena pudieron verse curiosos personajes como los Porreros Gordos, cubiertas, ceniceros, puntillas o colores. Máscaras, pañuelos, huesos o pintura ocultan su rostro, contribuyendo los sombreros a disimular su identidad. Portan en sus manos palos, escobas, horquijas o sardas, putxikas, crines de caballo y baldes con ceniza. No faltan los instrumentos con los que producen una fuerte algarabía: cencerros, cascabeles, carracas y txipli-txaplas. 

A ellos se sumaron un año más personajes curiosos como la Vieja, la pareja de Novios, el Cura y los Monaguillos, los Porreros Mayores, el Quincallero, el Hojalatero o los bueyes, entre otros. 

Su salida dio comienzo al carnaval, la época de alegría y confusión donde los jóvenes del pueblo disfrazados de porreros, katxis o makarrenos desfilaron ataviados con ropas y enseres en desuso del caserío y aprovecharon sacos raídos, ropas viejas o sombreros desvencijados acompañados de máscaras o con la cara pintada para tomar las calles del pueblo.

La comitiva partió del centro del pueblo y recorrió distintas casas de la localidad donde recogieron huevos, chorizos o morcillas, entre otras viandas. La algarabía retumbaba por los cuatro costados cuando las carracas anunciaban la buena disposición de las etxekoandres. 

Carnaval ha sido el tiempo de la transgresión. Se manifestaba, por ejemplo, en el robo. Los jóvenes, además de lo que les daban las mujeres de la localidad, se apoderaban de todo lo que encontraban a su paso: gallinas, conejos, huevos, cazuelas con comida... Compartir estas aventuras en las tertulias se convertía en un momento de gran deleite para ellos.

La música y el baile sirvieron para dar las gracias a los vecinos por su generosidad y despedirse antes de partir a la cercana localidad de Egino, donde el Hombre de Paja subió a un carro tirado por bueyes. Al llegar a las mugas entre las localidades, el Porrero Mayor del pueblo de procedencia la makila al Porrero Mayor de la siguiente localidad.

Algarabía entre los niños

Los más pequeños realizaron el recorrido con la vista puesta a su alrededor, ya que personajes como el Oso de Andoin volvieron a sembrar el miedo entre los más txikis. “Se encarga de asustar a los niños que asisten al carnaval y normalmente está atado con una correa a un pastor que impide que se escape”, explicaban en Ilarduia. Junto a él estaban el Porrero Gordo (Porrero Gizena), cuya vestimenta se compone de un gorro de paja, una tela o careta roja a modo de pasamontañas y un pantalón y chaqueta de tela de saco relleno de paja. Y abarcas.

En la mano portan un látigo de crin de caballo. Formó parte también del cortejo de personajes el Porrero Cubierta (Porrero Zamarra), que vestidos con pieles de oveja hasta las rodillas, sujetados con correas, llevan un cinturón con cencerros. La parte inferior llevan el típico pantalón azul marino y abarcas. En la cabeza se ponen un capirote blanco con tiras de colores que les tapan la cara, la cual se pintan de color negro. Portan una vara en la mano.

El personaje más colorido del carnaval en Asparrena es sin duda el Porrero Colores que en la cabeza tiene un capirote marrón con tiras de colores de gran longitud que salen de la punta del cono. Llevan la cara tapada con una máscara de color rojo. Una blusa roja con puntos de colores, complementada con una banda de cascabeles y un cinturón componen la parte superior, mientras que en la parte inferior llevan una saya blanca. Portan carracas en la mano. Junto a ellos desfilaron otros personajes vestidos con una blusa de colores muy llamativos, con la banda de cascabeles, y pantalones granates con abarcas. En la cabeza llevan una máscara roja con un gorro de lana del mismo color que porta una crin de caballo.

Todos ellos compusieron un vistoso desfile que se prolongó hasta más allá de la puesta del sol. Ya de noche, el grupo carnavalesco se adentró en el último pueblo, Andoin. Las antorchas se mostraron con una estela de luz a su paso. En esta última localidad el Hombre de Paja es condenado y ejecutado. Alejados los males, en torno a la hoguera danzan porreros y visitantes, al son de la música. Nadie pudo redimir su condena. La sentencia estaba echada. El reo ardió lentamente hasta quedar reducido a cenizas. Con su muerte desaparecerán todos los males que han aquejado a las poblaciones consiguiendo su purificación. Un particular carnaval rural o fiesta en la que reinan la alegría y la transgresión.