La asociación Kukutxe de Laudio no lo tuvo ayer nada fácil para deleitar al público con el regreso de la feria de San Blas, tras dos años en dique seco por la pandemia, dado el frío y la lluvia que marcaron la jornada. No obstante, salvo el quemado y raspado del cerdo de la tradicional txarriboda, que se tuvo que hacer a puerta cerrada, la cita que acerca a la población las costumbres típicas del caserío vasco logró cumplir con su tradicional guión.

“Lo mejor es que se ha retomado la feria tras dos años de ausencia y, quitando las primeras horas, luego el agua nos da dado un poco de tregua y la gente ha podido disfrutar de los puestos y actividades, plantando cara al frío con humor, y yo creo que ha estado muy bonito”, explicó Txus Corredor, portavoz de la asociación organizadora, pocos minutos antes de llevarse a cabo el acto central del día: el merecido homenaje a los baserritarras locales, que “por desgracia cada vez son menos, aunque a ellos les debemos eso que esta tan de moda y que denominan productos de kilómetro cero”.

Los homenajeados de este año fueron Tere Montalbán Unzaga del caserío Sugesu y Alberto Camino Bengoa del caserío Ameztuiko, que recibieron emocionados placas con una foto de su baserri de recuerdo, txapela, pañuelo y un ramo de flores, en reconocimiento a toda una vida dedicada al duro trabajo del caserío y a la salvaguarda de las costumbres y tradiciones. “Con ellos ya son 50 los baserritarras que llevamos homenajeando. Para eso surgió esta fiesta, para que no olvidemos el pasado rural de nuestro pueblo y el duro trabajo que, aun hoy, realizan”, subrayaron desde Kukutxe; al tiempo que recordaron que los nombres de todos ellos figuran en la placa que luce la Morcillera, la escultura homenaje a los baserritarras en la Herriko Plaza.

Por lo que respecta al otro gran protagonista de la jornada, el txarri Terencio XIII (si es hembra se le pone Tomasa), llegó a bordo de un camión grúa, al filo de la una del mediodía, y ya listo para su consumo. Y se procedió a su rifa por la tarde y al tradicional juego peso-quiniela, que consiste en adivinar el peso del animal en canal. Por cada apuesta se pagó un euro y quien más se acercó a la cifra sin pasarse se llevó toda la recaudación).

Todos comentaron asombrados en enorme tamaño del ejemplar de este año. No en vano, se trataba del mismo ejemplar que tenía que haberse sacrificado en la suspendida edición de 2020, y que lleva engordando desde hace seis años en el caserío Ostenko, bajo los cuidados de la familia Orueta-Respaldiza, que lleva encargándose de la crianza de los cerdos de San Blas de Laudio desde el año 2000, a base de una alimentación natural consistente en harina de cebada y de maíz, forraje, remolacha y calabaza.

morcillas y cordones La feria también englobó en su franja vespertina danzas vascas con Itxarkundia, degustación de castañas y romería, que dieron continuidad a las exhibiciones matinales de deporte rural, las danzas de otro grupo local (Untzueta) y las voces de Los Arlotes.

Otros que no faltaron a la cita fueron los miembros de la Academia del cerdo Txarriduna de Bilbao, que se encarga desde hace más de dos décadas de otro de los principales atractivos de la feria: el concurso gastronómico de txarripatas o manos de cerdo en salsa vizcaína. Un certamen único en su especie y al que ayer se presentaron 16 cazuelas, frente a la treintena habitual. “Nos han comentado que el descenso de participantes en este tipo de concursos es la tónica general de todas las ferias”, reflexionaban desde Kukutxe.

De hecho, este año han optado por retirar del programa el concurso de varas de avellano, precisamente, por lo mismo “porque ha ido cayendo la participación”. Las que no faltaron a la cita fueron Luisa Nogales y Esther Iturribarria que, como siempre, ofrecieron su exhibición de elaboración de morcillas; la txosna para degustar un talo o un txakoli; ni las mujeres al frente del puesto de cordones bendecidos a primera hora por el párroco local, que no daban abasto para atender a los clientes que no dudaron en anudarse uno al cuello para prevenir los males de garganta, como dicta la tradición.

Asimismo, la feria contó con un mercado paralelo de productos baserritarras y artesanos. “Stands de venta de productos baserritarras como tales habrá unos 75, pero con los artesanos y los de la organización superan el centenar”, matizaron desde Kukutxe, que volvieron a movilizar a una treintena de voluntarios para el buen transcurrir de un festejo que fue impulsado, por Enrique Gastaka y Vicente Urkijo, allá por 1994. Ayer la cita se saldó con un nuevo éxito de público, pese al frío, y con todas las miradas puestas en la edición de 2024.