La pandemia de covid-19 y la agitada situación geopolítica en Europa, marcada por el Brexit y la guerra en Ucrania, han provocado un retroceso sin precedentes y a todos los niveles en la lucha contra el cáncer.
Por un lado, porque debido a la crisis sanitaria han dejado de realizarse a su debido tiempo millones de pruebas de detección precoz y diagnósticas y se han retrasado tratamientos y operaciones.
Por otro, porque Rusia y Ucrania habían sido hasta el conflicto bélico dos de los mayores contribuidores a la investigación clínica del cáncer en el mundo, lo cual ha impactado de forma significativa en una actividad en la que la inversión pública por habitante es, además, todavía del todo insuficiente en Europa.
Por poner un ejemplo, Estados Unidos gastó en este campo entre 2010 y 2019 casi diez veces más que la UE de los 27 –Reino Unido al margen–, 234 euros per capita por los 26 del viejo continente.
Sin dejar de lado los datos y el marco europeo, durante los dos últimos años han dejado de realizarse 100 millones de test diagnósticos en Europa, lo que se traduciría en más de un millón de nuevos casos de cáncer sin detectar.
Durante el primer año de pandemia, uno de cada dos pacientes no recibió de manera regular la quimioterapia o no fue intervenido quirúrgicamente cuando le tocaba. Además, se cerraron laboratorios y se retrasaron o incluso cancelaron numerosos ensayos clínicos.
Una “encrucijada”
Este escenario, detallado por un grupo de expertos de la Comisión de Oncología de la revista The Lancet en un demoledor informe, no invita al optimismo a corto y medio plazo.
Hasta el punto de que, si no se abordan estos problemas con “urgencia” –básicamente, con una mayor inversión–, Europa camina hacia una “epidemia” de cáncer en esta próxima década.
La enfermedad está, según estos especialistas, en una “encrucijada” debido a las “desastrosas” consecuencias de la pandemia.
Los efectos de las sucesivas olas de covid sobre la detección precoz y los tratamientos del cáncer “probablemente” harán retroceder los avances logrados en torno a la enfermedad “casi una década”, según alerta el informe.
Por de pronto, los expertos piden al menos duplicar el gasto público actual en el viejo continente.
Problema que ocupa y preocupa
A las puertas del Día Mundial contra el Cáncer, que se celebra la próxima semana, Álava no es ajena a una realidad que ocupa y preocupa a sus numerosas asociaciones de pacientes con cáncer y familiares.
Las pruebas y los cribados preventivos –contra los tumores de mama, colorrectal y cérvix– han sufrido también retrasos importantes a nivel local durante la pandemia y solo en 2020, por ejemplo, los diagnósticos de cáncer cayeron un 9% en el conjunto de la CAV, según un informe del Ministerio de Sanidad.
"Desde noviembre hemos tenido 15 socias nuevas. Normalmente, a lo largo de un año se habían hecho ocho o diez"
Los últimos meses han sido por ejemplo de una actividad inusual en la Asociación de Mujeres con Cáncer de Mama y Ginecológico de Álava (Asamma), que solo desde noviembre ha incorporado 15 nuevas socias.
“Normalmente, a lo largo de un año se habían hecho ocho o diez”, subraya su presidenta, Marisol Díaz de Cerio, quien se confiesa “preocupada” tanto por los retrasos en el screening como por el frenazo investigador.
A atención al paciente
“Nos ha contactado gente a la que tenían que haber llamado hace un año para la mamografía y aún no habían llamado. Las remitimos a atención al paciente”, apunta la presidenta.
Las instalación de nuevos mamógrafos de última generación en la OSI Araba se ha encontrado también detrás de estas demoras, que han llegado hasta los once meses según el Departamento vasco de Salud.
Díaz de Cerio, con todo, cree que este hecho “no debería ser motivo” para retrasar unas pruebas en las que el paso del tiempo siempre es clave.
“En la pandemia se entendía, pero ya ha pasado lo peor y tampoco hemos avanzado tanto”, asegura la presidenta de Asamma, entre cuyas propuestas está la realización de más mamografías en la zona rural –llevando un autobús a los pueblos– para evitar traslados y “descongestionar” el HUA.
“Vemos un descenso”
Jesús Antonio Márquez, presidente de la Asociación alavesa de Laringectomizados (AAL), también ha sido testigo en los tiempos recientes de que “las revisiones están tardando más”, aunque apuesta por ser cauto y remarca que “igual es algo puntual”.
Márquez se muestra también preocupado, “evidentemente”, por el parón que ha sufrido el trabajo investigador durante la pandemia, y asegura que en el caso concreto de este pequeño colectivo –que cuenta con 150 socios– no han recibido más pacientes que en épocas anteriores.
"Las revisiones están tardando más, aunque igual es algo puntual"
“De hecho vemos un descenso, porque hemos pasado de ver del orden de un paciente mensual nuevo en 2018 a solo cinco casos el año pasado”.
Márquez prefiere no especular al respecto, pero no descarta que pueda deberse al infradiagnóstico del que ya han alertado todas las autoridades sanitarias.
“La falta de investigación y de recursos está haciendo que más gente venga a la asociación”, apunta sin rodeos, entretanto, Maialen Carrero, trabajadora social de la Asociación de Afectados por Linfedema primario y secundario (Adelprise), una afección muy común tras las cirugías de cáncer y las sesiones de radioterapia.
Se trata de patologías, tanto estas como el lipedema, que según Carrero “no están visualizadas” y carecen de la atención necesaria en todos los ámbitos.
“La falta de investigación y de recursos está haciendo que venga más gente a la asociación”
“Hay mucho desconocimiento sobre ellas. No se invierte en investigación y la falta de información es también grande en el ámbito sanitario. De hecho, el Lipedema no fue considerado enfermedad hasta 2018”, recuerda Carrero, quien reconoce que este grupo de pacientes se siente, en parte, el patito feo de un colectivo tan heterogéneo: “Todo es una cadena, porque tampoco hay unidades específicas y existe un estigma social”.
Los drenajes linfáticos que deben recibir los pacientes también se han retrasado durante la pandemia y han sido “muchos” los que se han visto empujados a acudir a la sanidad privada, aunque “no todo el mundo puede permitírselo”.
La cifra
1 millón de casos de cáncer sin detectar se estima que ha habido en Europa a lo largo de la pandemia de covid-19.