La sociedad alavesa envejece y su esperanza de vida no deja de crecer, hasta el punto de haberse convertido ya en una de las más longevas del entorno cercano. Y aunque cada vez más personas llegan a sus últimas etapas vitales con buena salud, no es menos cierto que la prevalencia del Alzheimer, la enfermedad neurodegenerativa más común, también aumenta a nivel provincial.

Según los datos en poder de Afaraba, la asociación alavesa de Alzheimer y otras demencias, son ya 7.000 las personas que viven con estas patologías en el territorio, cerca de 2.000 de ellas en el entorno rural. Los casos crecen porque cada vez hay más población mayor, pero también “aparecen perfiles más jóvenes”, pacientes que rondan los 50 años de edad y tienen “mucha vida por delante”, según constata el presidente del colectivo, Miguel Ángel Echevarría, en conversación con este periódico. 

Afaraba, que este 2022 ha cumplido 30 años de vida, ha puesto en marcha en los últimos meses varios programas de psicoestimulación de nuevo cuño para llegar a un espectro mayor de personas y dar cabida “a las necesidades que hasta ahora se quedaban un poco desatendidas”, tal y como apunta Miryam García, terapeuta ocupacional del colectivo. Cuatro iniciativas que vienen a completar la labor que desde hace 25 años se lleva a cabo desde el programa Haizeberri de Afaraba y que hasta ahora han cosechado un gran éxito de participación. 

Se trata, en primer lugar, del programa Hada, en el que se trabaja para distinguir en los pacientes los signos del paso normal del tiempo de otras señales de alarma mediante el entrenamiento cognitivo. Dos grupos que van a reunirse durante seis meses conforman la espina dorsal de Hada, que tiene como objetivo lograr una “detección muy precoz” de las demencias ante síntomas que suelen pasar “desapercibidos”. 

La asociación Afaraba pone en marcha cuatro nuevos programas en su 30 aniversario Afaraba

“Antes veíamos que nos venía gente muy tarde, en fases muy avanzadas de la enfermedad. Estamos detectando un perfil totalmente nuevo y eso es todo un reto”, resume, de nuevo, la terapeuta ocupacional del colectivo.

El segundo programa responde al nombre de Banoa, que busca fomentar la autonomía de las personas que padecen algún tipo de deterioro cognitivo o demencia ayudándolas a ralentizarlo y a convivir con su enfermedad a través de dos herramientas: unas fichas de estimulación cognitiva y la plataforma NeuronUP2GO. 

Afaraba, según García, también está logrando dar con Banoa salida a más gente “a la que antes no se llegaba”. Son ya más de una decena las personas que se han beneficiado de esta iniciativa.

El tercer programa, una intervención con el sello Montessori, trabaja también la estimulación cognitiva en etapas más avanzadas de la enfermedad, con pacientes que ya no se podían beneficiar de las terapias convencionales, logrando mantener su máximo nivel de autonomía e independencia durante el mayor tiempo posible. Se reúnen en grupos de cinco personas que, de la mano de un terapeuta ocupacional especialista en el método, trabajan en dos sesiones semanales de una hora y media de duración cada una de ellas. 

“Acabamos de abrir el tercer grupo y la experiencia está siendo muy buena, porque había mucha gente que se nos escapaba. Usuarios con muchas limitaciones en su día a día para las que hemos creado un contexto que se adapta a la persona. Estamos recibiendo un feedback muy positivo de las personas que vienen y las familias”, reconoce García.

Para cerrar el círculo, la asociación ha decidido acortar distancias con el medio rural del territorio mediante el programa Aupa de entrenamiento cognitivo, que trata de mantener las capacidades del paciente dentro de la normalidad o mejorarlas en caso de padecer algún tipo de déficit. 

ILUSIÓN Y FUERZA” 

En palabras de Echevarría, la buena respuesta cosechada por estos cuatro programas constituye un motivo de “ilusión y fuerza” para que Afaraba siga adelante en la consecución de su principal objetivo: mejorar la calidad de vida tanto de los pacientes, sus familiares y cuidadores como de los profesionales de la red sociosanitaria que de ellos se ocupan. Este universo de personas que viven directa y diariamente el Alzheimer se eleva en Álava hasta las 50.000, según las cifras que maneja el colectivo.

“Hay nuevas necesidades, nuevos retos y vamos a intentarles dar salida. A raíz de estos programas irán saliendo nuevos perfiles de usuarios”, remarca de nuevo García.

Para seguir avanzando en el conocimiento del Alzheimer y en su detección cada vez más precoz, clave para retrasar el deterioro de los pacientes y mejorar su calidad de vida, Echevarría pone el foco en la importancia de la investigación, que según el colectivo exige una dotación “proporcional y equivalente” al 1% del PIB anual. 

“Se investiga mucho, pero tal vez en Alzheimer no se está llegando a las cotas que la enfermedad merece. Es una enfermedad que va para arriba y que dura muchos años”, recuerda el presiente de Araba. 

Según denunció la asociación en la reciente celebración de su 30 aniversario, mientras la atención a personas con Alzheimer y otras demencias en el Estado alcanza el 3% del PIB, la investigación en torno a la alopecia recibe a día de hoy más fondos que la de esta enfermedad.