Cerca de un 10% de la población escolar presenta algún trastorno específico del aprendizaje, aunque la mayoría no lo sabe. Para tratar estos trastornos y ver cómo se pueden abordar, contamos con parte del equipo de psicopedagogía y psicología educativa del gabinete Eraiki Taldea, que llevan más de una década trabajando con niños que los padecen.

¿Qué se entiende por trastorno del aprendizaje?

Es una dificultad académica, independiente de la capacidad intelectual, edad o nivel educativo del niño. Entre los trastornos del neurodesarrollo más frecuentes podemos diferenciar aquellos que afectan a la lectura (dislexia) o a la escritura (disgrafía o disortografía). Ambos se caracterizan por una dificultad en la lectura y/o en la escritura persistente, que no puede ser explicada por la presencia de déficits sensoriales, cognitivos, o de falta de motivación. Se trata de trastornos con una gran carga hereditaria y crónicos; es decir, estarán siempre presentes a lo largo de la vida, aunque con diferentes repercusiones según el momento vital y el trabajo terapéutico que se haya llevado a cabo en la etapa infantil para minimizar las consecuencias.

Hablemos en este caso de la Dislexia, ¿qué signos de alarma relacionados con este trastorno podemos observar en nuestros hijos?

En Educación Infantil y en los primeros años de Educación Primaria, aparecen dificultades para deletrear, para manejar los sonidos de las palabras, dificultades con la denominación de objetos, dificultades para aprender el sonido de las letras, presentan una lectura con muchos errores, dificultades para memorizar aspectos básicos como los días de la semana, meses, etc.

A partir de 3º y 4º de Primaria, destacan por una lectura poco automatizada, con errores de precisión, mala estructuración en su redacción, errores al copiar de la pizarra…

Posteriormente, se observan lecturas lentas y poco automatizadas, dificultades para aplicar las normas ortográficas, dificultades en la comprensión lectora, dificultades con las lenguas extranjeras...

Es importante tener en cuenta que, en líneas generales, el perfil de una persona con dislexia se caracteriza por ser preciso en la lectura, pero lento y con muchas faltas de ortografía.

¿Cómo saber si mi hijo tiene algún trastorno de lectura y/o escritura? DNA

¿Existen adultos con dislexia?

La dislexia se puede diagnosticar a partir de los 8 años, que es cuando se entiende que ha concluido el aprendizaje de la lectoescritura. A pesar de esto, al ser un trastorno crónico, por supuesto que encontramos adultos con este trastorno. La clave estaría en un diagnóstico y tratamiento profesional precoz para poder aprender e interiorizar cuanto antes las estrategias necesarias para compensar las dificultades derivadas de la dislexia en la edad adulta.

¿Cómo trabajáis desde Eraiki una terapia con un niño/a con dislexia?

Siempre se trabaja en función de las dificultades específicas de cada niño. Se diseña un plan de trabajo personalizado y que hacemos lo más ameno posible para que al niño/a le resulte atractivo y motivante. Además, buscamos un enfoque interdisciplinar, coordinándonos en todo momento tanto con la familia como con los profesores.

En función de las deficiencias que presenta se deberán trabajar los previos a la lectoescritura (grafomotricidad, conciencia léxica y silábica, etc.) o la conciencia fonológica, que es la habilidad que nos permite entender que las palabras están compuestas por una cadena de sonidos (los fonemas).

En otros casos, debemos incidir en la fluidez lectora, que está compuesta por la velocidad y la entonación o aspectos como la comprensión lectora, expresión escrita, etc. Como ves, es un proceso tan complejo que debe abordarse, por lo tanto, de una forma diversa y distinta en diferentes etapas.

El perfil de una persona con dislexia se caracteriza por ser preciso en la lectura, pero lento y con muchas faltas de ortografía. No tratarlos a tiempo puede desencadenar fracaso y/o abandono escolar precoz, e incluso, se pueden desarrollar dificultades de índole emocional, como una autoestima baja, ansiedad o depresión


En ocasiones, la dislexia ha sido asociada con problemas visuales o con la lateralidad cruzada, ¿tienen algo que ver?

En realidad, esa asociación que comentas es un falso mito que carece de evidencia científica. Tener un problema en la visión o lateralidad cruzada no está ligado directamente con la dislexia. Sin embargo, lo primero que recomendamos a las familias que acuden a Eraiki por dificultades relacionadas con la lectoescritura es realizar un examen de la vista porque, evidentemente, si existe un problema en la visión va a afectar directamente al proceso lectoescritor.

Es decir, las terapias o tratamientos enfocados a resolver dificultades en la visión o en la lateralidad, no resuelven ni mejoran un trastorno como la dislexia.

Hablemos ahora de la disgrafía, ¿cómo afecta este trastorno a los niños y cómo lo abordáis en Eraiki?

El principal síntoma de este trastorno es un problema con la escritura, la cual será desordenada, deficiente, con múltiples errores ortográficos, etc. Los síntomas empiezan a manifestarse a partir de los seis años aproximadamente y es necesario intervenir cuanto antes para que los síntomas no se desarrollen durante la etapa escolar del niño.

Al igual que en el caso de la dislexia, partimos de las características específicas de cada niño para poder establecer los objetivos a trabajar en cada caso. A partir de ahí, trabajamos distintos aspectos como la mejora de la pinza del agarre del lápiz, la coordinación visomotora, el trazado de las letras, etc. Todo esto mediante una intervención basada en la motivación y con actividades lúdicas y que no generen frustración en el niño.

Podemos concluir, por tanto, que el tratamiento en estos trastornos es muy importante. ¿Qué consecuencias podría tener no tratarlos de forma precoz?

Si no se detectan, no se realiza un diagnóstico certero ni tampoco una intervención correcta, donde más repercusión tendría sería en el ámbito escolar; donde incluso se podría llegar al fracaso o al abandono escolar precoz. Asimismo, y los observamos frecuentemente, se pueden dar problemas de índole emocional, como una autoestima baja, ansiedad o depresión.

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