Dulantzi cerró ayer unas fiestas donde el buen ambiente ha sido el principal protagonista junto a los más de 60 actos programados. La traca final y la subida de Tripafina pusieron el broche de oro. Los primeros sones de la jornada llegaron de la mano de la fanfarre Indar. Los vecinos se lanzaron a la calle con los niños, los blusas y las neskas como protagonistas.

A mediodía se formaba una larga cola de niños, niñas, padres, madres y abuelos. Esperaban su turno en los castillos hinchables. Los más pequeños se decantaron por el hinchable flanqueado por los Pitufos, mientras que los de más edad se sumergieron en el de Ocean Park. Mientras los más pequeños se lo pasaban en grande a escasos metros los participantes en el II Torneo plazaz-plaza de categoría juvenil masculina comenzaban el calentamiento previo al partido. Tras ello llegó el turno de las féminas en categoría profesional.

Sin tiempo para reponer fuerzas los blusas fueron reuniéndose en sus lugares habituales. Todos ellos con el ánimo y las ganas suficientes para rendir al máximo en la última jornada festiva. La kalejira con Indar atrajo la atención de grandes y pequeños hasta la llegada del vermú callejero con Hotel Ruido.

Por la tarde la animación callejera y los diferentes actos centraron la atención de unos dulantziarras que ya sólo desean descansar del trajín festivo. La quema de la traca y la subida de Tripafina hasta el campanario de la iglesia de San Blas desde donde descendió el viernes 9 pusieron punto y final a los festejos.