El municipio de Llodio no ha logrado escapar al incremento exponencial de los concursos públicos que están quedando desiertos por todo el país, a consecuencia de la inflación y, en concreto, por la subida continua que están experimentando los precios de los materiales de construcción. De hecho, en el perfil del contratante del Ayuntamiento laudioarra, solo este viernes, se han anunciado tres declaraciones de esta índole, que afectan de lleno al proyecto estrella de esta legislatura: la construcción de Leku, el largamente esperado Antzoki de Altzarrate en el barrio Latiorro; así como a la reforma de la escalera de acceso a la plaza Jesús Guridi y a la consolidación del caserío Etxebarri en Goikoplaza, al no haberse recibido ninguna oferta en el plazo establecido.

Con todo, en el momento de lanzarse la licitación para contratar la obra del citado espacio cultural y estratégico para el municipio, ya que también estará al servicio de las empresas, agentes sociales e instituciones, ya se contemplaba un incremento del 5% sobre lo inicialmente previsto (es decir, 5.439.906,26 euros, IVA incluido, frente a los 5.180.863,11 euros en los que salió al concurso, ahora desierto), por lo que todo apunta a que se abrirá uno nuevo aumentando el precio máximo de licitación.

Y es que Llodio urge de este espacio como el comer y para ello, el Ayuntamiento no ha escatimado esfuerzos hasta lograr acuerdos con diferentes administraciones para lograr la financiación necesaria. De hecho, ya dispone de 500.000 euros del departamento de Cultura y Política Lingüística del Gobierno Vasco y de otros dos millones de la Diputación Foral de Álava, que le garantizan cerca del 50% del coste de la obra, y –según explicó el alcalde, Ander Añibarro– “seguiremos trabajando para captar otras posibles fuentes de financiación, especialmente a nivel europeo”, de cara a poder hacer frente al resto. De hecho, el gasto esta distribuido por ejercicios anuales hasta 2024, y la “posible modificación tendría una mayor repercusión el tercio final de la obra, nula o casi nula en la fase intermedia y muy ligera en la fase primera”, según se recogía en el inicio del expediente que lanzó el contrato de obras el pasado junio.

Inicio de obra

Lo que ya no está tan claro es que, con este nuevo obstáculo, se puedan cumplir las previsiones de inicio de obra este 2022 y que, dado que el plazo de ejecución este estimado en dos años, Llodio pueda contar con esta infraestructura para finales de 2024. Y lo mismo ocurre con los otros dos proyectos que han quedado esta semana desiertos por falta de licitadores interesados.

En el caso de las obras de reforma de la escalera de acceso a la plaza Jesús Guridi, el precio máximo estaba fijado en un total de 34.990,83 euros (IVA incluido), y la actuación se enmarcaba en el trabajo que esta realizando la administración local para mejorar y completar los itinerarios y zonas peatonales que dan acceso a edificaciones, así como todos los espacios públicos que se encuentran deteriorados o en estado obsoleto.

En este caso, el de uno de los accesos a la agrupación de edificaciones que forman Jesús Guridi, el del encuentro de la avenida Villosa y la calle San Martín, y posiblemente una de las más transitadas, aunque esta área residencial tiene ya resuelta la accesibilidad al interior de la plaza que da acceso a todos los portales por otros itinerarios cercanos.

Por lo que respecta a las obras en las ruinas del caserío Etxebarri, ubicado en el número 16 de la calle Goikoplaza, el presupuesto global contractual era de 207.088,56 euros (IVA incluido), y la intervención tenía por objeto consolidar la estructura y los cerramientos exteriores que aún se mantienen en pie, para controlar el inexorable avance de deterioro y la pérdida de valor de los restos que aún se conservan, y mantener la seguridad de las personas que pudieran acercarse al lugar, dejando para una fase posterior la adecuada puesta en valor de la ruina, una vez consolidada.

Y es que, pese a su estado, se trata de un bien cultural con categoría de monumento en el inventario general del Patrimonio Cultural Vasco, desde 2011, ya que, a raíz de un incendio en 2009, se descubrieron de forma casual unas pinturas que podrían situarse dentro de la pintura mural alavesa del siglo XVI y cuya autoría podría recaer en el pintor alavés del segundo tercio del citado siglo, Juan de Armona, que lo convierten en uno de los pocos ejemplos de arquitectura civil de la zona con fachadas pinceladas hace cinco siglos.